Por formato, protagonista real y calendario el mensaje de Nochebuena no es nada propicio para hacer saltar por los aires el guion secular de la monarquía española respecto del modelo de Estado. Este domingo Felipe VI no quiso pasar a la historia como el monarca que arruinó la cena de Nochebuena en las mesas del constitucionalismo español y siguió el patrón de los discursos al uso. Abrazó el argumentario del Gobierno de Mariano Rajoy y de los partidos que en la cuestión nacional y, especialmente, en la crisis catalana comulgan con la misma idea. Y volvió a olvidarse de la supuesta función de árbitro que tiene asignada. Emplazó al soberanismo catalán a portarse bien -de paso también al nacionalismo vasco- y no puso deberes al Gobierno español, a pesar de que tres días antes el independentismo catalán le recordó en las urnas que hay un problema político pendiente, siquiera, de un diálogo o algún gesto u oferta.
En Euskadi el discurso de Nochebuena del rey español se presenta como una buena ocasión para que los partidos nacionalistas vascos recuerden al jefe de Estado su corresponsabilidad en el hecho de que el modelo de Estado vigente no satisface las demandas mayoritarias de las sociedades vasca y catalana. Así, el PNV y EH Bildu criticaron que el monarca negase las aspiraciones nacionales tanto de Euskadi como de Catalunya.
El portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, Aitor Esteban, lamentó que Felipe VI “siga ignorando la realidad” de las aspiraciones nacionales en Euskadi y Catalunya. “Habla de pluralidad y diversidad, palabras bonitas, pero no se sale de esas manifestaciones genéricas cuando aquí el problema que existe en el Estado es la existencia de realidades nacionales internas en Catalunya y Euskadi”, señaló ayer en una comparecencia pública.
Tras subrayar que este año ha destacado sobremanera la crisis del modelo de Estado, el diputado jeltzale responsabilizó al rey el haber sido, con su discurso dos días después del referéndum del 1 de octubre y las brutales cargas policiales contra los votantes catalanes, “quien dio el aldabonazo para la aplicación del artículo 155 de la Constitución, con un discurso en el que, en vez de ser el árbitro que intenta engrasar el diálogo entre instituciones, se colocó con una de las partes”.
En esta ocasión, el tono del mensaje del rey no ha sido tan imperativo como el de aquel 3 de octubre (el de Navidad es el único discurso que se cocina enteramente en la Zarzuela aunque antes se remite a la Moncloa) pero la lógica de sus argumentos apenas registró variaciones. El rey apeló al diálogo para construir una España “que ilusione” y pide a los elegidos en los comicios catalanes que respeten la pluralidad de su sociedad sin “imponer las ideas propias frente a los derechos de los demás, porque el camino no puede llevar de nuevo al enfrentamiento o la exclusión”.
Apenas tres días después de las elecciones autonómicas que dieron la victoria a Ciudadanos pero revalidaron una mayoría independentista en el Parlament, Felipe VI subrayó que el camino abierto por estos comicios “debe conducir a que la convivencia en el seno de la sociedad catalana, que es diversa y plural, recupere la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo”. Siguiendo por esta senda, pidió que “las ideas no distancien ni separen a las familias y a los amigos” y animó a buscar un “nuevo camino que debe llevar también a que renazca la confianza, el prestigio y la mejor imagen de Catalunya”.
El diputado del PNV al Congreso aprecia que el mensaje del monarca “sonó más a advertencia que a propuesta de diálogo auténtico; advertencia al cumplimiento de la Ley, acompañada de palabras como pluralidad, diversidad, diálogo, pero diálogo sin mover una coma”.
La también diputada por EH Bildu Marian Beitialarrangoitia achacó al rey ser uno de los “representantes máximos de un Estado antidemocrático y autoritario” del que “pueden venir, en un futuro no muy lejano, artículos 155, recortes de libertades y negación de derechos”.
Beitialarrangoitia, como Esteban, se refirió a las palabras de Felipe VI el pasado mes de octubre y opinó que ya entonces se situó “al frente del bloque más reaccionario del Estado” que apuesta por “reducir, mermar y recortar” los “derechos nacionales y sociales de aquellos pueblos obligados a vivir en el Estado español”.
Desde Podemos-Ahal Dugu, Eduardo Maura criticó la “ceguera y sordera” del mensaje de navidad del rey. “Aún recordamos la llamada al frentismo con la que se dirigió a Catalunya hace unos meses. Ahora sus palabras son vacías, exentas de soluciones, y acostumbran al tradicional paternalismo de un rey que no ve ni oye”, denunció, para añadir que reconocer la pluralidad y la diversidad del Estado “no basta, si no se ofrecen soluciones a los problemas políticos como el catalán”.
Su compañero de partido y número tres de Podemos en el Estado español, Pablo Echenique, no se cortó en afirmar que el monarca “ha abrazado el argumentario del Partido Popular”. Pero, en sentido inverso, también los populares vascos abrazaron el discurso del rey. Así, la secretaria general del PP en la CAV, Amaya Fernández, afirmó que Felipe VI, con su llamamiento a la responsabilidad de todos, “interpeló al PNV y a Podemos para que no se dejen arrastrar por los cantos de sirena de Bildu que, desde luego, lo único que podrían hacer es introducir incertidumbre en la política vasca y eso en Euskadi no es lo que necesitamos”.
Por su parte, el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, calificó como “globalmente positivo” el mensaje del rey y aseguró que los socialistas seguirán apostando por la convivencia en Catalunya, por el diálogo, la concordia, el respeto y la legalidad.
soberanistas catalanes Desde el soberanismo catalán, el portavoz de Junts per Catalunya (JxCat), Eduard Pujol, señaló que Felipe VI “volvió a ser el del rey del 155”, pues parece que el monarca “se siente más cómodo apelando a la represión del 1 de octubre que no a la voluntad expresada en las elecciones”. Denunció que voluntariamente o por omisión, “obvia” la voluntad de los catalanes en las urnas.
El diputado electo por ERC, Antoni Castellà, criticó que el rey no hablara de “respetar la democracia”, y dijo que “hay que respetar la voluntad de los electores, que no es otra que hacer una república”.
Cuarta localización. No termina Felipe VI de encontrarse a gusto con el escenario de su mensaje de Nochebuena, seguramente el bolo más importante del año para el monarca. El del pasado domingo era su cuarta intervención en este formato y elegió como localización el salón de audiencias del Palacio de la Zarzuela. Hasta ahí todo correcto. Lo llamativo es que en los tres años anteriores sus platós televisivos también fueron diferentes: el primer año fue una sala de estar del Palacio; el siguiente el solemne Salón del Trono del Palacio Real; y el año pasado su despacho de trabajo.