El lehendakari ha vuelto a llamar a la puerta de la Unión Europea para que se implique y habilite cauces que atiendan las reivindicaciones de las naciones sin Estado. Es una idea ya conocida, pero la trascendencia de la fotografía de ayer radica en que Iñigo Urkullu pronunció su discurso en el escenario más indicado para que el mensaje llegara al destinatario, en el consejo del Partido Demócrata Europeo del que forma parte el PNV y ante una amplia representación de ministros y cargos de países como Italia, Francia y Bélgica. En ese cónclave, celebrado en Roma y ante la mirada del primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, el lehendakari propuso dos mecanismos: una directiva de claridad para que las naciones sin Estado puedan convocar un referéndum legal y pactado y abrir una negociación sobre su futuro; y un procedimiento claro y específicamente diseñado para estos casos que garantice que, en el supuesto de lograr su independencia, el nuevo Estado siga formando parte de la Unión Europea, lo que pondría fin a la eterna discusión al respecto. El argumento de la salida del club comunitario lo ha esgrimido España para rechazar el referéndum catalán, asegurando que la independencia supondría que los catalanes perdieran la nacionalidad española y, por lo tanto, su permanencia en la Unión Europea. Ese escenario los expone a un farragoso procedimiento de reingreso y al veto de algún Estado miembro.

“Nuestra propuesta es una directiva de claridad que permita habilitar un cauce legal para que las comunidades políticas puedan consultar a la ciudadanía con garantías y abrir una vía de negociación sobre su futuro. Es preciso habilitar un procedimiento comunitario ad hoc que posibilite la permanencia en la Unión Europea de los estados que surjan como consecuencia de un proceso capaz de combinar el principio democrático y el principio de legalidad”, defendió Urkullu en una cita a la que acudió una amplia representación del PNV. Su presidente Andoni Ortuzar también pronunció un discurso en calidad de vicepresidente del PDE.

“La Unión debe asumir la realidad de las naciones sin Estado que la integran. Jean-Claude Juncker ha declarado que no quiere una Europa con 90 estados. Consecuentemente, debe asumir la existencia de 90 realidades nacionales sin estructura de Estado y anticipar cauces de expresión respetuosos con el principio democrático y el principio de legalidad”, dijo Urkullu, para añadir que las naciones sin Estado no son un problema que Europa deba ignorar, sino “una realidad que es preciso asumir”. “Tenemos derecho a tener un cauce de representación real y diferenciada en el proyecto de construcción europeo. No somos un problema. Somos parte de la solución”, sentenció.

Ante la cerrazón de Madrid, el lehendakari lleva meses intentando que Europa se implique para buscar una solución dialogada al proceso catalán. Envió una carta al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y escribió un artículo en el diario británico The Guardian, aludiendo a la experiencia pactada del referéndum escocés. Sobre todo, inspira su propuesta en la Ley de Claridad canadiense, que establece las condiciones para celebrar un referéndum de independencia en Quebec y la obligación de negociar su resultado, que no genera un derecho automático a la independencia unilateral. Ha tratado de buscar la implicación europea con el argumento de que es un problema comunitario y existen varias naciones sin Estado que demandan una solución. Recientemente, Juncker tildaba de “veneno” a los nacionalismos al interpretar que fracturan Europa, pero el lehendakari lleva días tratando de hacer pedagogía sobre la vocación europeísta del PNV y pide la implicación comunitaria desde ese compromiso. El tono de Urkullu y su apuesta por enfatizar el perfil europeísta de los jeltzales se distancia del que ha empleado el president cesado, Carles Puigdemont, cada vez más irritado por el vacío ante sus demandas. Puigdemont llegó a proponer un referéndum a los catalanes sobre la salida o no de la Unión, un mensaje de confrontación que evita el lehendakari para no dinamitar puentes.

“Las naciones sin Estado estamos reclamando una posición más abierta e integradora por parte de las instituciones comunes. La actitud de la Unión Europea debe ser propositiva, no reactiva. Ante las propuestas democráticas que en el seno de los estados puedan plantear las diferentes realidades nacionales, encaminadas a decidir su propio futuro, se pueden plantear dos alternativas: la vía del diálogo, la negociación y el acuerdo; o bien la vía de la prohibición, la amenaza y la deslegitimación”, expuso. A continuación, apostó por que la actitud de las instituciones europeas se dirija a “aceptar una realidad innegable, anticipar soluciones políticas y ofrecer un cauce de expresión a estas demandas legítimas”.

También reiteró su apuesta por una federación europea y un mayor protagonismo de las naciones en la toma de decisiones. En la reciente clausura de los actos del 40º aniversario de este periódico, citó la competencia de Flandes para firmar tratados internacionales, y la posibilidad de establecer un sistema bicameral en Europa para representar a las regiones. “La Unión Europea se ha encerrado sobre sí misma, en lugar de dar cabida, protagonismo y cauce de expresión a la pluralidad de realidades nacionales que la conforman”, añadió ayer.

raíces europeas Andoni Ortuzar, por su parte, recordó que en los últimos años “estamos asistiendo a distintos movimientos en el interior de muchos estados europeos reclamando mayores cuotas de soberanía territorial”. “Sé que estos conflictos políticos están generando una gran preocupación en los principales estados europeos que los ven como una amenaza”, añadió, para aclarar que estas iniciativas obedecen a reivindicaciones identitarias y a realidades nacionales con raíces históricas, “muchas de ellas, con vocación europeísta”. “Europa debe dar también una solución y un encaje, dentro de su gobernanza multinivel, a estas otras realidades nacionales en su seno, que ni la fragmentan, ni la quiebran, sino que la enriquecen, precisamente en lo que constituye su acervo más consustancial: su diversidad nacional, cultural, lingüística, basada en raíces profundas e históricas”, concluyó.