LONDRES - La primera ministra, Theresa May, voló ayer a Florencia para dar un discurso ambiguo en el que pide a Bruselas que haya una transición de dos años desde que se produzca la salida del Reino Unido de la Unión Europea para dar certidumbre a negocios y empresas, pero sin dar una cifra concreta sobre el precio que está dispuesta a pagar por la factura del Brexit.

En la esperada intervención, May explicó que durante el período que iría desde marzo de 2019 hasta 2021, tanto Londres como Bruselas tendrían “acceso mutuo a los mercados en los términos actuales”, si bien los comunitarios que lleguen a Reino Unido tendrán que registrarse. Sus palabras fueron vistas por el principal negociador de la UE, Michel Barnier, como “constructivas” y dijo que la premier había mostrado “una voluntad de avanzar”.

May quiso repetir a los ciudadanos de la UE que han hecho su vida en Reino Unido que quiere que se queden y que son valorados. “Han sido y sigue siendo uno de mis primeros objetivos en esta negociación para asegurar que pueda continuar viviendo como antes”, dijo, pero lo cierto es que siguen siendo uno de los principales escollos de la negociación, pues Bruselas no quiere mover ficha hasta que se garantice sus derechos. Extremo que confirmó May, pidiendo que se hable de la relación futura.

el ‘Renacimiento’ de may May eligió Florencia haciendo una comparación con su pasado como cuna del Renacimiento, un período de historia que inspiró siglos de creatividad y pensamiento crítico, y del que espera ahora tomar su espíritu de ambición e innovación para hacer grandes cosas. Es decir, que la cuarta ronda de negociaciones que empieza el lunes entre Bruselas y Londres salgan del estancamiento actual y empiece a ser más fructíferas.

May recordó como Reino Unido nunca se ha sentido del todo en casa en la UE, ni la ha considerado parte de su historia nacional por su geografía. Así, puntualizó como el pueblo británico decidió en el referéndum abandonar la UE y ser una nación global, de libre comercio y capaz de trazar su propio camino en el mundo. No obstante, puso sobre la mesa como si bien para muchos británicos se está ante un momento emocionante y lleno de promesas, para otros es preocupante.

“Queremos ser el mejor amigo y socio de la UE y prosperar a su lado”, dijo la primera ministra, frente a una sala abarrotada de periodistas y bajo la atenta mirada de sus ministros, sentados en la primera fila. Desde el atril dentro de un convento, explicó como a la UE le irá mejor sin Reino Unido, pues desde la isla no quieren “obstaculizar el debate sobre la forma y dirección futura de la UE”.

Entre las propuestas claras, que los tribunales contemplen la jurisprudencia comunitaria en casos sobre derechos de los comunitarios en Reino Unido. Además, no tuvo problema en reconocer que si bien las negociaciones “han sido duras”, gracias a la profesionalidad y diligencia de David Davis y Michel Barnier, se han hecho “progresos concretos en muchos asuntos importantes”, citando como ejemplo el futuro de la frontera de Irlanda del Norte, sobre la que no aceptará una infraestructura física.

Para la conservadora, tanto el gobierno británico, como el irlandés y la UE han demostrado claramente que se protegerán los progresos realizados en Irlanda del Norte en los últimos años y las vidas y los medios de vida que dependen de este progreso. “Se lo debemos a la gente de Irlanda del Norte, de hecho, a toda la gente en la isla”, recalcó.

‘no’ al mercado único Sobre el acceso al mercado único, May repitió que Reino Unido no quiere ser miembro ni de éste ni de su unión aduanera. Reconociendo que ambos se basan en un equilibrio de derechos y obligaciones, se mostró clara de que no pretende que Londres tenga acceso a las ventajas sin hacer frente a las obligaciones.“Nuestra tarea es encontrar un nuevo marco que permita una estrecha asociación económica, pero que mantenga esos derechos y obligaciones en un equilibrio nuevo y diferente”, dijo, pero dejando a un lado la posibilidad de que sea como la relación actual de Bruselas con Canadá y Noruega.

Para May, ambas partes no comienzan con una hoja en blanco, como lo han hecho otros socios externos que negocian un Tratado de Libre Comercio desde cero. De hecho, parten de una posición sin precedentes y no cree que las opciones de los citados países sean ni lo mejor para el Reino Unido ni para la UE. “Podemos hacerlo mucho mejor que esto”, dijo una confiada primera ministra en un discurso de 35 minutos, en el que volvió a apelas a sus palabras de hacer varios meses en Lancaster House en Londres, donde dijo que no buscaba simplemente adoptar un modelo que ya disfrutaban otros países. En lugar de eso, May apuesta por ser prácticos en el diseño de una ambiciosa asociación económica que respete las libertades y los principios de la UE y los deseos del pueblo británico. La primera ministra británica cree que “hay buenas razones para este nivel de optimismo y ambición” puesto que Reino Unido es el mayor socio comercial de la UE, y viceversa, por lo que está en los interesas de ambos “encontrar una solución creativa”, pero que parece que Bruselas no termina de ver.