Ermua - La fotografía del acto con el que Ermua recordó ayer el vigésimo aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco trasladó una imagen de unidad política. Aún así, la revisión crítica del pasado por parte de la izquierda abertzale sigue ahondando en la brecha abierta entre PP y Sortu. El presidente de los populares de la CAV, Alfonso Alonso, focalizó sus críticas en la participación del parlamentario de la coalición soberanista Julen Arzuaga en el homenaje a Blanco, ya que consideró que su presencia sirvió para “blanquear su imagen”. Alonso opinó que “sobraba” en el homenaje, ya que “el día en que secuestraron a Blanco no pidió su liberación; el día en que lo mataron aplaudió al asesinato, defendió a su asesino y sigue defendiendo la causa por la que le mataron”.

Arzuaga, el secretario general de EA Pello Urizar y la portavoz Maddalen Iriarte conformaron la representación de la coalición soberanista en Ermua, que en esta ocasión envió una comitiva mayor que en el homenaje a Blanco del año pasado, donde Urizar fue su único representante. Ninguno de ellos realizó declaraciones e Iriarte fue la única de los tres parlamentarios que depositó una rosa roja frente a la escultura que recuerda al exconcejal del PP. “Arzuaga sobraba. Los demás, estábamos todos unidos hoy y estábamos unidos también hace 20 años, que es lo importante”, repitió un Alonso visiblemente molesto por la participación del parlamentario en primera línea en el simbólico homenaje, celebrado ante una escultura en el parque San Pelayo que recuerda el cruel asesinato del edil del PP.

También asistieron representantes del PNV, PSE, PP y Elkarrekin Podemos, en el Parlamento Vasco y en las Juntas Generales de Bizkaia, además de responsables del Gobierno vasco -los consejeros Beltrán de Heredia e Iñaki Arriola, junto al secretario general de Derechos Humanos y Convivencia, Jonan Fernández-, el delegado del Gobierno en la CAV Javier de Andrés, altos mandos de la Ertzaintza, la Policía Nacional y la Guardia Civil, y miembros de sindicatos y colectivos sociales y de víctimas.

Alonso recordó que el “cruel asesinato” de Blanco hizo despegar la derrota de ETA “para que hoy podamos decir que hemos conquistado nuestra libertad frente a los terroristas” y a una HB que se negó a condenar los hechos hace 20 años. Agregó que “igual que fue derrotada por la dignidad del pueblo, la eficacia de la democracia y el Estado de Derecho, va a ser derrotada también ahora”, cuando Sortu “quiera camuflar o envolver en la mentira lo que fueron unos crímenes sin ninguna justificación”. Visiblemente tensos durante el acto en memoria del exedil ermuarra -especialmente Arzuaga-, EH Bildu no replicó unas palabras del dirigente del PP que vinieron a censurar el ritmo lento de la izquierda abertzale en el camino que aún le resta para la revisión crítica de su pasado. Pese a haber participado en actos puntuales en memoria de las víctimas y haber tenido gestos de calado, es el caso reciente del alcalde de Errenteria, los partidos vascos siguen reclamando que verbalice de forma alta y clara su petición de perdón como partido por haber sustentado socialmente la actividad de ETA.

Construir la paz El PNV dejó de lado ese tipo de críticas y se centró en ensalzar la imagen de “unidad” ofrecida en Ermua. La presidenta del BBB, Itxaso Atutxa, aseveró que esa instantánea con todas las formaciones vascas presentes servirá de acicate para “afianzar algo tan fundamental como la construcción de la paz en Euskadi”, si bien reclamó nuevamente que ETA se disuelva cuanto antes para desbrozar el camino a la convivencia plena. El lento aterrizaje de Sortu en los homenajes a los fallecidos por la acción de la banda también estuvo en boca del alcalde de Ermua, Carlos Totorika (PSE), y del periodista José María Calleja, amenazado por ETA y una de las caras más conocidas en la lucha civil contra la organización. El regidor socialista, que ostentaba la makila municipal en 1997 y recordó vivamente aquellas duras jornadas que alumbraron el denominado espíritu de Ermua, emplazó a la izquierda abertzale no solo a hacer una crítica por su pasado, sino a pedir perdón para que las familias de los asesinados “puedan descansar”.

Pero pasadas dos décadas, y una vez que ETA ha sido “derrotada por el Estado de Derecho y los ciudadanos”, aún queda “que se disuelva y que tanto la banda terrorista como HB critiquen y condenen su pasado. Que afirmen que aquello estuvo mal, porque la verdad histórica es que a través de la violencia mutilaron la vida de muchos y la libertad de todos los que no pensaban como ellos”, dijo. “ETA llevaba asesinadas a más de 800 personas y había formado junto a Herri Batasuna un Estado paralelo, una red mafiosa que llegaba a todos los rincones del País Vasco”, profundizó un Totorika que ensalzó a movimientos ciudadanos como Foro de Ermua y ¡Basta Ya! por erigirse en catalizadores del espíritu de Ermua.

El alcalde también puso en valor la crítica constructiva por los hechos del pasado como herramienta útil para alcanzar un futuro en paz, que en todo caso llegará “sin sembrar el odio, sobre todo entre los más jóvenes. Y es lo que se hace si en su versión de la historia se sigue considerando héroes a los etarras aunque sea en la intimidad y antivascos a quienes no somos nacionalistas”, apostilló. “Solo así se puede evitar que se produzcan ataques como el de Alsasua a los guardias civiles. Que el matonismo político que impidió la libertad no se reproduzca”, concluyó.