gasteiz - La relación de EH Bildu con el PNV se tensa día a día. ¿Es esta situación reconducible?
-Tampoco creo que se esté tensando tanto. A nuestras bases les gustaría un acuerdo entre abertzales, en un lado y en otro, con todas las trifulcas y desencuentros que hemos tenido. Yo eso lo veo todos los días cuando hablo con gente del PNV, de la Izquierda Abertzale, de EA, eso está ahí. Por otro lado, somos un país en el que se mitifican los acuerdos y se dramatizan los desacuerdos, todos los debates son a vida o muerte; las cámaras británicas las trifulcas son bastante mayores que aquí. Sin embargo, frente a una oferta que hizo EH Bildu en las autonómicas de acuerdo de país con Podemos y PNV, el PNV ha optado por pactar con el PSE y el PP. Hoy en las tres provincias funciona el gobierno que quería el lehendakari y se ha hecho el acuerdo presupuestario que era el que quería el lehendakari. Eso te lleva a pensar que el PNV sigue instalado en la lógica perversa de que le van a respetar derechos o no en función de que sea útil o no en la lógica parlamentaria madrileña. Eso es dejar en la intemperie la vida de la gente, al albur de que seas útil o no en Madrid. Esa estrategia hay que abandonarla ya, y no planteamos frente a eso la Revolución Soviética, lo que planteamos es hacer un diagnóstico del país. ¿Alguien se ha parado a pensar que para que podamos soterrar los pasos a nivel haya que llegar a un acuerdo con Madrid? Hay que cambiar el modelo de relación con el Estado, no tiene que ser de subordinación sino en pie de igualdad, y en pie de igualdad es de estado a estado.
Se les ha criticado por no ser lo suficientemente contundentes en la condena de los ataques contra sedes del PNV. ¿No lo han sido?
-La Izquierda Abertzale y EH Bildu han sido manifiestamente claros a la hora de calificar esos hechos, no compartimos determinadas expresiones; y si estamos en la estrategia de convencer y seducir tenemos que hacerlo con argumentos, pero sí nos la impresión de que se camina hacia sociedades autoritarias, cualquier expresión popular, y no me refiero a estas, parecen hechos violentos, como una concentración. Las medidas de protesta popular se quieren cercenar, seamos proporcionales.
El Govern quiere convocar un referéndum ya, por un lado, y por otro el PNV gobierna con los socialistas y apoya al PP en Madrid. ¿Cómo van a afectar todas esas tensiones a la ponencia de autogobierno?
-Si el PNV y el lehendakari plantean como prioritario un pacto con el PSE y una alianza presupuestaria con el PP, ¿en qué margen nos vamos a mover en la ponencia de autogobierno? El PNV sabe quereivindicar que somos una nación con derecho a decidir hace inviable su pacto. ¿Qué va a elegir? Este país necesita dar un salto en su nivel de autogobierno, pero no sólo como un tema identitario. Necesitamos instrumentos para defender a nuestra gente. ¿Hasta cuándo van a decidir por nosotros? ¿En función de qué vamos a seguir dejando que la educación de nuestros hijos dependa del gobierno de un estado en el que el fracaso escolar es escandaloso? ¿En qué medida vamos a dejar las política industriales en manos de un estado que tiene un tejido industrial absolutamente diferente del nuestro?
¿Ni siquiera cree posible llegar a un acuerdo y presentarlo en el Congreso para que sea rechazado, como vaticinan ustedes?
-Tengo mis serias dudas y las voy a expresar con sinceridad. Yo no me creo que Urkullu vaya a ir a Madrid con una propuesta que sabe que va a ser rechazada, es mi pronóstico. Y si es una propuesta que no va a ser rechazada no nos vale, porque será de mero cariz cosmético, que no nos garantiza instrumentos de estado para hacer frente a políticas sociales. Ojalá me equivoque, si me equivoco lo diré en este periódico, pero me cuesta creer que la ponencia de autogobierno vaya a sufrir un vuelco.
¿En que lugar quedan los pueblos europeos en una coyuntura de absoluta incertidumbre en Europa en todos los sentidos?
-La situación recuerda a los años treinta del siglo pasado, la gente está llena de miedos e incertidumbres y busca recetas fáciles que inclinan al electorado hacia la extrema derecha. En esta situación de inestabilidad, ¿cómo protegemos a la gente? Aun teniendo un estado solo la puedes proteger parcialmente, sabemos cómo está el mundo, pero es que si no lo tenemos no la podemos proteger de ninguna manera. Eso en términos nacionales. En términos sociales creemos que hay que recuperar la democracia del secuestro al que la ha sometido la oligarquía.
¿En qué medida el regreso de Pedro Sánchez puede afectar a la cuestión territorial española?
-Hay otro factor al margen del auge del fascismo, y no tiene por qué tener un cariz negativo, el factor populista. La gente está indignada y vota contra las elites, solo el PNV se libra de eso a escala europea, y creo que Pedro Sánchez se ha montado en esa ola y ha ganado, contra Prisa y contra el Ibex 35. La consecuencia que yo saco es que la militancia ha enterrado a la generación que pactó la Transición, a los felipes, a los guerras y a los bonos. Lo triste es comprobar que quienes sostienen a los que quieren resucitar al régimen son el PP, UPN, C’s, ¡y el PNV! Dicho esto, yo no creo que por mucho que haya ganado Pedro Sánchez el PSOE sea capaz de reconocer el derecho a decidir, pero lo veremos con el tiempo.
¿Quizás han ido las cosas ya demasiado lejos en Catalunya como para reconducirlas?
-Catalunya es un viaje sin retorno, una gran parte del pueblo catalán ya ha desconectado psicológicamente de España, y hay una clase empresarial, sobre todo la pequeña y mediana empresa, que ha comprobado que el modelo productivo español es ruinoso para ellos. Nada va a ser igual. Amenazan al pueblo con la cárcel, ¿cómo firmas un pacto con este gobierno? ¿Por qué Juncker recibe al lehendakari cuando hace un mes no recibe a Puigdemont? Urkullu va allí porque el Gobierno español quiere transmitir a Europa la idea de que se puede pactar con él, y de que el problema son los catalanes. En este país todavía estamos a tiempo de hacer las cosas de otra manera.