Bilbao/Gasteiz - “La diócesis desde el Secretariado Social está impulsando y dando forma al nuevo proyecto Paz y Reconciliación. En el nuevo escenario la Iglesia quiere seguir ayudando al proceso de paz y yo me alegro y por eso apoyo todas las mediaciones eclesiales e iniciativas compatibles. Nos espera un largo camino en el que no podemos ni desanimarnos ni restarnos sino sumarnos”. El obispo de Gasteiz, Juan Carlos Elizalde, se pronunciaba así en su homilía con motivo de la Misa Crismal unos días después de las críticas de su homólogo guipuzcoano, José Ignacio Munilla, a la presencia del arzobispo de Bolonia, Mateo Zuppi, en el acto de desarme de ETA celebrado en Baiona el sábado pasado. Unas palabras que dejaban entrever una ruptura de la aparente unidad de la jerarquía eclesiástica de la CAV en torno al papel de la Iglesia vasca en el proceso de desarme. Horas después, el propio obispo hacía pública anoche una nota aclaratoria “para salir al paso de interpretaciones equivocadas, que nada tienen que ver con la intención de mis palabras” y asegurar que es “totalmente falso que existan versiones divergentes entre los obispos vascos, navarros y de Baiona en esta materia”. A renglón seguido, reproducía nuevamente el párrafo en el que Elizalde manifiesta su apoyo a “todas las mediaciones eclesiales”.
Con motivo de la eucarístia del Miércoles Santo en la Misa Crismal, Elizalde pronunció una homilía en la que explicó que su diócesis está impulsando el Proyecto Paz y Reconciliación en Euskadi. No hizo referencia expresa a la operación de entrega de armas, ni a la presencia de Zuppi, ni al final de ETA, pero en su plática sí que pareció colar de rondón un mensaje sobre lo sucedido: “En el nuevo escenario la Iglesia quiere seguir ayudando al proceso de paz y yo me alegro y por eso apoyo todas las mediaciones eclesiales e iniciativas compatibles”. Además, afirmó que éste es un objetivo en el que hay que “sumar” y no “restar”, y destacó la “etapa histórica que estamos viviendo” en Euskadi.
En la homilía, recordó que la diócesis de Gasteiz, desde el Secretariado Social, está impulsando y “dando forma” al proyecto Paz y Reconciliación, una iniciativa puesta en marcha con el objetivo de consolidar la convivencia en Euskadi tras el cese definitivo del terrorismo en 2011. En este sentido, añadió que “nos espera un largo camino en el que no podemos ni desanimarnos ni restarnos, sino sumarnos”. El prelado de Bilbao, Mario Iceta, aún no se ha pronunciado al respecto, aunque a mediodía de hoy oficiará la misa crismal que se celebrará en la catedral de Santiago, en la capital vizcaina.
La reflexión de Elizalde llega apenas tres días después de que el obispo de Donostia cuestionara la presencia del arzobispo de Bolonia y miembro destacado de la comunidad de San Egidio, Mateo Zuppi, en el desarme de ETA. Munilla negó que la Iglesia estuviera presente en la entrega de los arsenales y aseguró que el mitrado italiano asistió “por su cuenta y riesgo” a los actos del desarme. Ese mismo día, la Oficina de Prensa del Vaticano manifestó que la presencia de Zuppi fue “a título personal y no en representación de la Santa Sede, ni como arzobispo de Bolonia”.
Munilla llegó incluso a afirmar que Zuppi no tenía “bendición explícita ni implícita de la Santa Sede” para estar en el acto de desarme de ETA en Baiona, sino que “lo hizo por su cuenta y riesgo”. Además, se arrogó la representación de los otros obispos vascos y, de facto, ejerció de portavoz de los mismos al expresar su “sorpresa” y la del resto de los prelados vascos por la presencia de Zuppi en Baiona, acompañado por Harold Good.
El sacerdote metodista norirlandés intervino en su día como mediador en el desarme del IRA junto con Alec Reid, otro religioso irlandés que en la pasada década se implicó en la resolución del problema vasco e, invitado por Elkarri, realizó varias visitas a Euskadi para reunirse con agentes políticos y sociales vascos. Zuppi y Good actuaron como testigos en el Ayuntamiento de la capital labortana de la entrega por parte de Etcheverry al jefe de los verificadores internacionales, Ram Manikkalingam, de la documentación correspondiente a la localización del arsenal de la banda.
Zuppi es uno de los dirigentes más significados de la comunidad de San Egidio, una congregación religiosa con experiencia en otras mediaciones entre ETA y el Gobierno español en los años 90, aunque aquellas se frustraron porque la banda sospechó de que sus reuniones con los religiosos estaban siendo vigiladas.
El sacerdote italiano no se ha pronunciado sobre la polémica y, una vez de regreso a su arzobispado, ha evitado la exposición mediática. Sin embargo, la comunidad de San Egidio sí ha ofrecido explicaciones sobre su presencia en las operaciones de desarme. En un comunicado, el martes defendió la actuación del prelado y señaló que acudió al acto de entrega de las armas de ETA como “testigo moral”. Justificó su presencia por la autoridad y el conocimiento de Zuppi en este tipo de procesos ya que es “conocido por haber participado en varios procesos internacionales de reconciliación”.
Las declaraciones de Munilla causaron extrañeza en las filas del PNV y ampliaron la brecha existente entre este partido y una parte de la jerarquía de la Iglesia de la Comunidad Autónoma Vasca, especialmente con el obispo de Donostia. El presidente de esta formación, Andoni Ortuzar, aseguró el martes sentirse “más cerca de Mateo Zuppi que de los obispos vascos” en su visión del desarme de ETA y se manifestó “perplejo” como creyente y como católico con las afirmaciones del obispo de Donostia.