vitoria - Arranca la temporada alta de las alergias. Empieza con estornudos, picor de nariz, lagrimeo y congestión nasal, y puede acabar como el rosario de la aurora y con una afección bronquial muy seria. Todo por culpa del polen, el gluten, la lactosa, el sol, los frutos secos, las mascotas... O vaya a saber usted qué. Cada vez se diagnostican más alergias convertidas en un auténtico problema de salud pública en los países desarrollados que afecta a todas las edades. Las enfermedades alérgicas están entre las seis patologías más frecuentes según la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Las enfermedades alérgicas van a ser una de las epidemias de este siglo. Se dice que dentro de pocos años, la mitad de la población será alérgica a algo. Cuando empecé con la especialidad, fundamentalmente había alergias a los ácaros, al polen, lo típico. Ahora están saliendo alérgenos emergentes y cada vez, por ejemplo, hay más alergias a determinados alimentos entre niños y adultos”, corrobora Pedro Gamboa, alergólogo en Cruces e IMQ y presidente de la sección de Alergias de la Academia de Ciencias de Bilbao.
Del mismo modo que se diagnostican más alergias respiratorias también crecen las intolerancias alimentarias. “Está surgiendo la plurialergia alimentaria. Antes el niño era alérgico al huevo, a la leche, pero ahora son alérgicos a eso y a los frutos secos, y al pescado y a las legumbres... Todo en un mismo niño, con lo cual su variedad de alimentación se ve muy restringida. No solo se ven muchas alergias a muchos alimentos sino que se ven niños con alergias muy graves”, explica Gamboa. Según los últimos datos, el 22% de los nacidos en Euskadi en 2015 presentará algún tipo de alergia a lo largo de su vida con un triángulo que combina las multialergias, con asma y dermatitis atópica. Tal y como señala Xabier Munioitz, de ATX Elkartea, “el constante aumento de personas alérgicas nos forzó hace un año y medio a crear una asociación para garantizar la salud y la seguridad de los pacientes multialérgicos. Ya somos 8.000 asociados”.
La ciudad, punto negro Vivir en la ciudad es para ellos un calvario. Incluso hay estudios sobre emigrantes que llegan a Europa que confirman que en 4 ó 5 años se hacen alérgicos. Para los expertos, “en las grandes urbes es donde la alergia es más prevalente por la influencia del efecto invernadero que aumenta la sensibilización a pólenes de invierno que hace dos o tres décadas no se observaban”.
“La contaminación atmosférica se traduce en una mayor prevalencia de enfermedades alérgicas respiratorias. En Japón hay un ejemplo muy típico, la alergia al cedro japonés. Es mucho más elevada en las personas que viven al lado de las autopistas. Cuanta más contaminación hay por gasoil más modifica el polen, modifica la mucosa de las vías respiratorias y hace que sea más fácil desarrollar una alergia y que el cuerpo reaccione más fácilmente a ese polen por el hecho de tener la mucosa inflamada”, señala Gamboa.
Por otro lado, los especialistas fundamentan este fenómeno en que la vacunación y la mayor higiene han contribuido a disminuir la morbilidad y mortalidad de la población, pero ha propiciado que el sistema inmunológico haya dejado de combatir con intensidad las infecciones y haya virado hacia una respuesta alergológica, defendiéndose de sustancias aparentemente inocuas, como los pólenes, ácaros del polvo o los alimentos.
Con la llegada de la primavera, el problema empeora. Para los intolerantes vascos al polen, mayo y junio pueden ser dos meses fatales, pero todo depende del entorno. “Los que viven en el centro, y en el sur del Estado tienen más pólenes a los que ser alérgicos que aquí, en el Cantábrico. Está, por ejemplo, el ciprés que empieza a echar polen desde diciembre hasta enero, febrero o marzo. El polen del platanero, comienza en marzo o abril y luego el polen de las gramíneas, y en otras comunidades afecta mucho el polen de las salsolas, por ejemplo en Aragón o Castilla-La Mancha que poliniza a lo largo del verano. Hay otras comunidades que empiezan con el polen en octubre y noviembre y acaban en septiembre... un continuo para muchos alérgicos”, destaca Gamboa¨.
Las previsiones tampoco son buenas ya que la situación puede empeorar por el cambio climático, que favorecerá las condiciones ambientales y la contaminación para que haya más personas alérgicas, pero también para que sus efectos se prolonguen durante más tiempo.