vitoria - El escenario laboral es uno de los principales focos de desigualdad entre hombres y mujeres: brecha salarial, condiciones laborales, acceso a los puestos de responsabilidad. El otro, el más dramático, es el de la violencia de género. Todo el mundo está de acuerdo en que la escuela tiene un papel clave para hacer una sociedad libre de machismo. Porque en clase se transmiten valores, actitudes y conocimientos que condicionan el desarrollo personal y profesional de las personas. A día de hoy la cúpula del sistema educativo está formada por mujeres, tanto en el Departamento de Educación, como en la Universidad. Y quién mejor que la consejera de Educación, Cristina Uriarte, la viceconsejera Maite Alonso, y la rectora de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Nekane Balluerka, para tomar el pulso a la igualdad en las aulas y la ciencia de Euskadi.

Aunque se ha avanzado en este terreno, aún queda mucho camino por delante. Un reciente estudio de Emakunde constata la persistencia de la distribución según género de los modelos mujer-maestra-médico, hombre-ingeniero-técnico. En opinión de la directora de Emakunde, Izaskun Landaida, “es necesario que la educación de las chicas incida en la centralidad del empleo, el cual debe plantearse como un derecho y un deber individual. El empleo es lo que nos posibilita la autonomía económica, que es imprescindible para la autonomía personal”. Asimismo, debe incidir, en el caso de los chicos, en todo lo relacionado con la corresponsabilidad en el ámbito doméstico y familiar: “Es fundamental -afirma Landaida- que los alumnos tomen conciencia de que el trabajo productivo se sostiene sobre el reproductivo, todavía realizado fundamentalmente por las mujeres, y de que, para que éstas participen en igualdad de condiciones en la vida laboral, política, social y cultural, es necesario compartir el trabajo de cuidado de las personas y de mantenimiento del hogar”.