MADRID. Cuñado de Felipe IV y yerno del rey Juan Carlos, Urdangarin dejó de pertenecer a la Familia Real, junto a su esposa, la infanta Cristina y su hermana Elena, cuando el actual monarca accedió al trono en junio de 2014.
Sin embargo, el parentesco que aún mantiene con don Felipe por su matrimonio con Cristina ha hecho que sea el primer pariente político directo del rey sobre el que pesa la amenaza de entrar en la cárcel, una vez conocida la condena del tribunal, que ha absuelto a la infanta, a la que se ha limitado a imponer una multa.
La resolución judicial supone un hito, puesto que hasta la irrupción del caso Nóos, ningún miembro de la familia real se había tenido que sentar en el banquillo al verse envuelto en un proceso judicial alguno.
Nadie podía imaginar algo así cuando Urdangarin, por entonces uno de los jugadores más destacados de balonmano en España, contrajo matrimonio con la infanta Elena el 4 de octubre de 1997 en Barcelona.
Nacido en Zumarraga el 15 de enero de 1968, Urdangarin saltó a la fama en su faceta de deportista en el Barcelona y, en mayor medida, cuando ganó con España la medalla de oro en los Juegos Olímpicos celebrados en 1992 en la capital catalana.
Penúltimo de siete hijos de Juan María Urdangarin, fallecido en mayo de 2012, y Clara Liebaert, pasó su infancia y juventud en Barcelona, adonde su padre fue trasladado por su cargo de ingeniero industrial.
Tras un paréntesis de dos años en Gasteiz, regresó a la capital catalana a los 18 años para estudiar Empresariales y compatibilizar su actividad con el balonmano.
En 2000, tres años después de casarse con Cristina, puso fin a su carrera deportiva y preparar su paso al mundo laboral tras hacer un máster en administración de empresas por Esade.
Al año siguiente, empezó a trabajar como director del Área de Planificación y Desarrollo de Octagon Esedos, una empresa de "márketing deportivo", y en 2003 pasó a ocupar el mismo cargo en la matriz, el grupo Motorpress Ibérica.
Entre medias, Urdangarin aprovechó su reputación para convertirse en miembro del Comité Olímpico Español, en donde llegó a ser vicepresidente primero entre febrero de 2004 y 2005.
Por esas fechas, fue cuando su vida empezó a emprender un giro que marcaría su futuro personal y también el de la Familia Real.
Junto a Diego Torres, también condenado a prisión, Urdangarin fundó en 2004 el Instituto Nóos y de paso, la estructura societaria que les permitió obtener de manera irregular varios millones de euros de diversas administraciones públicas.
Urdangarin ocultó buena parte del dinero a través de la empresa Aizoon, de la que era titular al 50 por ciento con la infanta Cristina.
El yerno del rey Juan Carlos presidió el Instituto Nóos hasta marzo de 2006, un mes después de que el PSOE balear levantara la primera voz de sospecha de los negocios turbios con el Gobierno autonómico.
En junio de 2006, Urdangarin fue nombrado consejero de Telefónica Internacional, filial del Grupo Telefónica, lo que sirvió de argumento, tres años después, para justificar su mudanza a Washington junto con la infanta y sus cuatro hijos Juan, Pablo, Miguel e Irene.
Fue durante su estancia en Estados Unidos cuando el juez José Castro empezó a investigar los negocios de Nóos, lo que llevó a la Fiscalía Anticorrupción de Baleares a registrar la sede del instituto en noviembre de 2011.
Pocas semanas después, la Casa del rey apartó a Urdangarin de las actividades oficiales de la Familia Real al considerar que su conducta no había sido ejemplar y, unos días más tarde, el juez Castro le citó como imputado.
Fue entonces cuando comenzaría el calvario judicial y social para los todavía duques de Palma, que se intensificó a raíz de la primera comparecencia de Urdangarin ante el juez, en febrero de 2012.
Apartado de todo acto público de los reyes, la única excepción fue la visita que hizo al hospital junto con la infanta Cristina en noviembre de 2012 para ver a don Juan Carlos, que se recuperaba de una operación de cadera, pero sin coincidir con el príncipe Felipe.
El posterior traslado del matrimonio a Ginebra, tras un breve paso por Barcelona una vez que se desvinculó de Telefónica, no aplacó la presión sobre Urdangarin, puesto que todos los indicios de la investigación apuntaban a que no podría eludir ni el juicio, ni la condena.
En junio de 2015, Felipe VI, ya en el trono, soltó una nueva amarra con su hermana al revocar el título de duquesa de Palma que ostentaba desde 1997 junto con su marido.
Fue el último gesto de rechazo del rey por las consecuencias de la mancha causada por un caso que puede acabar con Urdangarin en prisión, a expensas de cómo se resuelvan los posibles recursos a la condena de la Audiencia de Palma.