MADRID. Fidel Castro ha muerto y ha dejado tras de sí una Cuba que ha moldeado a su gusto durante casi 60 años. Su figura es el pilar fundamental del Estado cubano en su diseño actual y, como tal, a su desaparición física sigue un periodo de incertidumbre cuyo desenlace nadie alcanza a vislumbrar.
La Cuba que abandona el histórico 'barbudo'; ni siquiera es ya la Cuba que legó a su hermano Raúl en 2008, cuando la enfermedad le obligó a entregar la vara de mando y a observar el devenir de los tiempos desde su finca en un apartado barrio de La Habana.
La reforma económica que el Partido Comunista Cubano (PCC) aprobó en su congreso general de 2011 y ratificó la pasada primavera deja entrever los signos del cambio en la incipiente iniciativa privada que ha llenado de casas particulares y 'paladares' cada rincón de la geografía cubana.
Lejos queda la dura fase que siguió al desmoronamiento de la Unión Soviética, y que se cobró un tercio de la masa corporal de los cubanos en hambre y trabajo.
Ahora, la embrionaria clase media puede permitirse unas vacaciones familiares en los resort; más desgatados de Varadero.
El dinero ha empezado a entrar en la perla del Caribe, de manos de inversores extranjeros, ya no solo desde Venezuela -- el mayor benefactor del Gobierno cubano y los turistas, que en los últimos años se han multiplicado con la expectativa de recibir hasta cuatro millones en 2017.
Pero este panorama alentador es solo eso, una promesa de lo que puede llegar a ser y no eclosiona.
De lo anunciado en el cónclave del PCC hace cinco años solo se ha cumplido el 21 por ciento, una lenta progresión que encima se ha frenado por el desplome del precio del crudo, lo que, según ha reconocido Raúl Castro, obligará al país a "apretarse el cinturón"; por la falta de 'petrodólares' venezolanos.
La reconstrucción de las relaciones con Estados Unidos generó grandes expectativas en momentos de crisis pero, si bien notables, los avances han sido mínimos por la negativa del Congreso -- dominado por los republicanos-- a acompañar a Barack Obama hacia el fin del bloqueo.
"SÍMBOLO ARCAICO"
Fidel ha dejado una Cuba en plena reconversión que ya buscaba una brújula para improvisar un modelo propio sin traicionar los principios socialistas y, tras su marcha, queda todavía más desorientada por la pérdida de su ancla más fuerte al pasado.
La muerte del primer líder de un régimen de partido único siempre tiene un impacto fuerte pero en este caso la muerte de Fidel Castro viene a ser como si muriesen de golpe Lenín y Gorbachov en la Unión Soviética;, explica a Europa Press el líder opositor José Daniel Ferrer, de la UNPACU.
Ferrer admite que "hay un impacto psicológico en el sentir de muchos cubanos porque estas aureolas de invencibilidad son más difíciles de enfrentar". "Fidel era un símbolo, arcaico, pero un símbolo", apostilla Juanjo Bernal, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN).
Para Rosa María Payá, hija del prominente opositor Oswaldo Payá, que falleció hace cuatro años en un supuesto accidente de tráfico, el peso de Fidel en el universo cubano también hace que su muerte "ponga en jaque a las estructuras de poder". "Implica una crisis para los totalitarios", subraya.
Esto abre una brecha en la losa comunista que "podría dar pie a una nueva etapa" en Cuba, señala Payá.
La líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, apunta que "quienes han sido víctimas del dictador -y han sido muchos-- " podrían aprovechar la breve debilidad del Gobierno para tomar las calles y forzar la transición. Pero dudan de que vaya a ser así.
"En estos momentos, a una parte de los cubanos no les importa nada porque sus problemas diarios son demasiado duros, otros están expectantes y otros atemorizados", cuenta Ferrer.
A corto plazo, la oposición teme que la represión se dispare para contener cualquier protesta. De hecho -denuncia Payá- "ya hay más presencia policial en las calles", se ha estrechado la vigilancia a los disidentes destacados e incluso se han producido las primeras "retenciones".
EL FACTOR TRUMP
A medio plazo, "las cosas se estabilizarán y todo volverá a ser como antes", pronostica Ferrer, a no ser que la comunidad internacional, liderada por Estados Unidos y acompañada por los vientos de cambio en América Latina, aumente la presión sobre el 'castrismo'. Aquí, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca será clave.
Pese al escepticismo global en torno al magnate neoyorquino, su perfil duro -y la amenaza de volver al 'statu quo'_podría obligar a Raúl Castro, "que hasta ahora ha mordido la mano de Obama", a hacer gestos al nuevo presidente estadounidense para lograr que Washington siga soltando cuerda, estima el dirigente de la UNPACU.
"Yo lo que le pediría a Trump es que condicione la continuidad del diálogo a la liberación de presos políticos y a la celebración de elecciones democráticas. Solo si Castro cumple entramos en una transición. De lo contrario aquí no hay nada", reclama la dama de blanco.
Además, "está por ver lo que quiera o pueda hacer Trump". "En materia de política y diplomacia no todo es como se ve. Recordemos que cuando Castro y Obama hicieron el anuncio del diálogo el 17 de diciembre de 2014 ya llevaban año y medio hablando", recalca Bernal. "Esto es impredecible".
"UN TERCER HOMBRE"
Por otro lado, "se acerca el momento de un tercer hombre", dado que Raúl ha anticipado que en 2018 dejará la Presidencia. "Y no siendo de la vieja guardia comunista, va a tener que ceder ante las demandas populares para conseguir mayores espacios políticos", augura Ferrer.
En ese ínterin, Castro incluso podría preparar el relevo llevando a cabo la agenda reformista para la que Fidel era un "obstáculo". "Sería una salida para Raúl, para que pueda hacer una simple apertura, aunque todavía sea cosmética", considera el representante de la CCDHRN.
Las Damas de Blanco descartan también esta hipótesis. "La muerte del dictador no es el fin. Tenemos a Raúl y toda su camarilla. Son hermanos, harina del mismo costal. Hay que verlo para creerlo", espeta Soler.
En la misma línea, Payá advierte de que "el régimen va a intentar por todos los medios a su alcance permanecer en el poder". Miguel Díaz-Canel, primer vicepresidente, es el candidato con más posibilidades de tomar el relevo a los Castro. "No es un novato", como subrayó Raúl.
Ha fraguado su carrera política al calor de los hermanos pero desligado de la herencia soviética y en una fase de obligada apertura al mundo. Significaría desde luego una ruptura generacional.
De 55 años y habituado a los 'jeans', encarna a las nuevas generaciones del PCC a las que Raúl quiere abrir paso. Sin embargo, más allá de eso, el rumbo que adoptará es una incógnita porque se ha cuidado mucho de desviarse del discurso oficial para no frustrar su ascenso al poder.
A LA ESPERA
Entretanto, "los cubanos siguen con la rutinita diaria". "La nación está apacible", las calles en silencio, cuenta Bernal. Nada parecer haber cambiado, excepto por los preparativos para un apoteósico funeral que terminará con Fidel en el cementerio santiaguero de Santa Ifigenia, mausoleo de independentistas y revolucionarios.
Los días en que Cuba será "una nación democrática" aún tardarán en llegar, coinciden todos. Pero, con certeza, será sin los Castro, afirman. "Qué linda la madrugada de ayer en Miami, con los cubanos del exilio festejando la muerte de un dictador, porque allí hay libertad y democracia", anhela la dama de blanco.