Johnstown - El candidato presidencial republicano, Donald Trump, presume de su capacidad para llenar estadios, se ha proclamado el “salvador” de los olvidados de Estados Unidos y sus partidarios lo consideran más un vecino revolucionario que un político convencional.
Como si fuera un ritual, en todos sus mítines, Trump se gira hacia los simpatizantes a su espalda, les aplaude, les felicita por ser “gente fantástica”, les invita a agitar pancartas con su nombre y alardea de las “grandes multitudes” que “superan con mucho” las que convoca su rival, la demócrata Hillary Clinton.
“Vais a recordar este mitin toda vuestra vida. Este es un movimiento que nuestro país nunca había visto antes”, proclamó Trump. Lo hizo el viernes en la ciudad de Johnstown, en una zona del estado de Pensilvania dedicada al acero y al carbón y que ha perdido gran cantidad de fábricas y puestos de trabajo en los últimos años.
“Vuestro acero va a volver, vuestra energía será protegida. Habrá una situación completamente diferente, ya no seremos considerados gente tonta, seremos los genios, créanme”, prometió Trump, entre ovaciones.
Las palabras de este multimillonario de Nueva York resuenan con fuerza en los sueños de los habitantes de Johnstown, una ciudad perdida en medio de los montes Apalaches y en donde mineros como Anthony Sherron se sienten traicionados por el presidente, Barack Obama, y sus políticas de energía limpia.
“He aceptado que (Obama) es idiota, él no nos respeta. Todo el mundo piensa que somos gente estúpida, pero no lo somos, tenemos nuestras propias ideas. Donald Trump es la única persona que habla como yo, directamente desde el corazón”, dijo. - Efe