bilbao - El PNV retomará esta semana sus conversaciones con los socialistas y la izquierda abertzale para buscar acuerdos que den estabilidad al gobierno de Urkullu. Los jeltzales fijarán un calendario de reuniones y una agenda de temas, y de momento no han querido inclinarse por ninguno de sus dos posibles socios con el argumento de que no tienen preferencias, aunque de las declaraciones de unos y otros comienza a perfilarse ya un juego de alianzas que apunta al PSE como socio para la legislatura. Las incógnitas podrían despejarse en cuestión de cinco días, en la medida en que EH Bildu ha marcado ya el hito de su asamblea del próximo sábado, en la que decidirá si hay margen para seguir hablando con los partidos o si presenta a su propia candidata a lehendakari. Formalmente, la coalición acude a la cita con todas las opciones abiertas, aunque el margen de acuerdo con el PNV se ha ido reduciendo por el choque de posiciones entre los dos partidos. Si EH Bildu presentara candidata (todo apunta a Maddalen Iriarte o Miren Larrion), el margen de los jeltzales para forjar un acuerdo de legislatura se estrecharía sobre una única opción: la de los socialistas.

En cuanto al PSE, el PNV ha reconocido en sus intervenciones públicas que los socialistas son viejos conocidos del partido y que ahora mismo gobiernan en coalición en las tres diputaciones y varios ayuntamientos, lo que desbroza el camino para llegar a un acuerdo. Durante el anterior mandato de Urkullu, también suscribieron un acuerdo que permitió la aprobación de los tres últimos Presupuestos a cambio de planes de empleo. Por lo tanto, la dinámica de los acuerdos no les resulta ajena y ya han trabajado en los últimos años para acordar en el terreno económico y social, que es precisamente el más relevante para el PSE y donde, a tenor de la experiencia pasada, no cabe augurar grandes roces. En el pasado, durante la época del lehendakari Ardanza, también compartieron gobierno.

El mayor escollo ahora es la posición de cada cual sobre el nuevo estatus de autogobierno. Idoia Mendia ha fijado con claridad la línea roja del derecho a decidir y ha avisado de que no tiene intención de negociar una Ley de Claridad al estilo de la canadiense. El PNV, por su parte, sí aspira a institucionalizar de alguna manera ese derecho a decidir o el respeto al principio democrático. Hasta ahora se había especulado con que los jeltzales amarraran un acuerdo para la gobernabilidad y la gestión del día a día, fundamentalmente para los Presupuestos y las cuestiones económicas, de manera que el ámbito de los acuerdos de país sobre paz y autogobierno quedaría más abierto y podría incluir a varias formaciones de la oposición. Sin embargo, los socialistas aspiran a acordarlo todo porque no se imaginan un escenario en el que aprueben un día una medida económica con el PNV, y al día siguiente lo vean emparejarse con la izquierda abertzale para abrazar el soberanismo en votaciones sobre el nuevo estatus. También es habitual que en las conversaciones se pacten las discrepancias, de manera que se reserve cierto ámbito para las diferencias, aunque el PSE apunta por el momento a un acuerdo global.

El presidente de la ejecutiva guipuzcoana del PNV, Joseba Egibar, coincidía el sábado en Radio Euskadi en que la situación “no sería muy constructiva” si su formación logra un acuerdo de estabilidad en materia económica con un partido y “al día siguiente” están en posiciones “radicalmente enfrentadas” en paz y convivencia o autogobierno. Los socialistas, por su parte, han tratado de señalar alguna coincidencia en los últimos días recordando que están dispuestos a reconocer Euskadi como nación, aunque todo apunta a una noción folclórica y cultural, y no a reconocerle su condición de sujeto político y el derecho a decidir. A nadie escapa que esa acepción tiene poco que ver con lo que plantea el PNV.

El tono del presidente jeltzale, Andoni Ortuzar, también ha sido conciliador para referirse a la izquierda abertzale, en la que ha detectado una voluntad de situarse en la centralidad y los acuerdos. Durante la pasada legislatura, EH Bildu votó en contra de los Presupuestos de Urkullu e intentó alguna maniobra para rehacer las Cuentas desde una óptica de izquierdas apelando a los socialistas, pero al margen de las cuestiones económicas pudieron forjar un acuerdo relevante sobre la Ley Municipal, probablemente la norma de mayor alcance aprobada durante la pasada legislatura.

En ese sentido, los jeltzales detectaban en el Parlamento que tenían sintonía con el socialismo en algunos puntos, pero también con la izquierda abertzale en otros que el PSE no iba a apoyar ni remotamente. En ese sentido, a la hora de articular internamente el país y abordar debates como las duplicidades, la coincidencia es mucho mayor entre PNV y EH Bildu, que no hace bandera de ese debate como sí lo hacen los socialistas con el argumento del ahorro y con la idea de que el Parlamento regule la fiscalidad. En ese contexto, los jeltzales no se han decantado aún por ninguno de los dos posibles socios, y han asegurado incluso que los tres pueden confluir en varias cuestiones.

todas las vías abiertas Los jeltzales no sueltan prenda y defienden de puertas afuera que los contactos pueden acabar anunciando un acuerdo clásico de estabilidad con un solo partido, o plantear distintas mayorías en función de los temas. Todo está abierto, desde el gobierno de coalición hasta la geometría variable.

Sin embargo, a la hora de forjar un acuerdo de legislatura con EH Bildu, los jeltzales han señalado el obstáculo que supone para establecer una relación normalizada su lectura sobre el pasado y la violencia ejercida por ETA. EH Bildu no ha recogido el guante porque entiende que ya tiene los deberes hechos en materia de autocrítica y que el PNV solo busca un pretexto para no pactar. En paralelo, ha iniciado una ronda de contactos con las fuerzas de izquierda para condicionar al gobierno de Urkullu que pone en relieve su preferencia, cuando menos, por una fórmula a tres que incluya a Elkarrekin Podemos. Esa vía no tendrá recorrido porque el partido morado ya la ha rechazado.

Son dos factores que complican el acuerdo, aunque los jeltzales siguen perfilando en sus declaraciones públicas una vía en la que puedan unirse los votos tanto del PSE como de EH Bildu y el PNV. En el planteamiento resulta clave el hecho de que PNV y PSE no suman mayoría absoluta y que, si hubiera acuerdo entre ambos, deberían sumar un tercero. Los jeltzales han quitado hierro a ese punto matizando que tampoco aspiran a la estabilidad absoluta, y que es mucho suponer que el resto de la oposición se confabule en su contra.

Esta semana. El PNV quiere pactar un calendario de reuniones y una agenda de temas que abordar con los socialistas y la izquierda abertzale, los únicos que se han prestado a explorar un acuerdo que proporcione estabilidad a toda la legislatura. Con Elkarrekin Podemos y el PP seguirán las conversaciones para explorar otro tipo de acuerdos y, sobre todo, para conformar los órganos parlamentarios. La incógnita de la Mesa ya está despejada y quedará conformada por dos miembros del PNV (incluida la presidenta Bakartxo Tejeria), mientras que EH Bildu, Elkarrekin Podemos y el PSE se repartirían los otros tres puestos. El PP quedaría fuera del órgano, como en la pasada legislatura lo hiciera UPyD.

Coincidencias y discrepancias con el PSE. Los socialistas y el PNV son viejos conocidos y ya compartieron gobierno durante la época del lehendakari Ardanza. Durante la pasada legislatura, tuvieron un acuerdo que permitió la aprobación de los tres últimos Presupuestos de Urkullu. Ahora gobiernan en coalición en las tres diputaciones y buena parte de los ayuntamientos. La relación en materia económica, social y de gestión del día a día está engrasada, y es precisamente a la que mayor relevancia confieren PNV y PSE. En el capítulo de los desacuerdos cabe destacar el planteamiento del nuevo estatus de autogobierno y, en especial, el derecho a decidir. Puede provocar dificultades en las negociaciones por la intención de los socialistas de forjar un acuerdo global que no deje cabos sueltos.

Coincidencias y discrepancias con EH Bildu. La relación entre la coalición abertzale y el PNV ha mejorado en la última legislatura y pudieron llegar a acuerdos de calado como la Ley Municipal. El obstáculo fundamental para un acuerdo de legislatura es la negativa de la izquierda abertzale a suscribir la condición previa del PNV: un diagnóstico común sobre lo que ha supuesto la violencia de ETA, es decir, un ejercicio de autocrítica.

El PP se siente desplazado. El presidente del PP de Bizkaia, Antón Damborenea, salió ayer al paso de todos estos movimientos para opinar en la cadena Ser que el PNV “no cuenta” con ellos y, por contra, quiere tener a PSE y EH Bildu como socios “preferentes”. También se hizo eco de su muy posible salida de la Mesa del Parlamento para considerar que “no responderá ni a la pluralidad ni a la realidad del pleno”.