Roma - Italia sigue excavando para intentar encontrar a las decenas de personas que aún siguen atrapadas bajo los escombros provocados por el devastador terremoto de 6 grados en la escala Richter que sacudió ayer el centro del país, tragándose pueblos enteros y joyas del patrimonio artístico. La tierra tembló a las 03.36 hora local (01.36 GMT) con epicentro en la población de Accumoli, en la provincia de Rieti, y duró unos 30 segundos. Luego le siguieron más de un centenar de réplicas de menor intensidad. La lista oficial de muertos asciende a 120, el Ministerio de Asuntos Exteriores trata de confirmar si hay una española entre las víctimas. Los heridos se cuentan por centenares. Y miles de supervivientes han perdido sus casas.

La conmoción inicial dio paso a unas complicadas tareas de desescombro en busca del milagro, como el de dos niños de 4 y 7 años que fueron rescatados con vida en el pueblo de Pescara del Tronto tras haberse metido bajo la cama de su abuela. Los pocos segundos de temblor sirvieron para hacer prácticamente desaparecer varias localidades de las provincias de Rieti y de Ascoli Piceno, situadas bajo la cordillera de los Apeninos y a pocos kilómetros de L’Aquila, donde en 2009 se produjo otro terremoto que causó más de 200 muertos.

La mayoría de las víctimas (86) se produjeron entre las localidades de Accumoli y Amatrice en la región de Lacio, y las otras 34 la región de Las Marcas. Entre estas víctimas, más de 64 son de Amatrice, una pequeña localidad muy turística y conocida internacionalmente por haberse inventado allí la salsa amatriciana para la pasta (cachete de cerdo, tomate y queso de oveja). Considerada un punto de peregrinación, Amatrice también era conocida como la ciudad de las cien iglesias, por tanto ayer estaba plagada de turistas. Según su alcalde, Sergio Pirozzi, ahora es un pueblo “que ya no existe”.

Imágenes de la desolación Otro de los pueblos que prácticamente ha desaparecido es Accumoli, a unos pocos kilómetros de Amatrice, y el alcalde Stefano Petrucci aseguró que la localidad había sido devastada y que casi todas las casas se habían derrumbado o estaban muy dañadas. “Necesitamos de todo. Se ha perdido todo, no tenemos nada”, fue el lamento de Petrucci, que informó de que el balance provisional de las víctimas de su localidad ascendía a siete personas.

“No dejaremos a nadie solo, a ninguna familia. Nos tenemos que poner a trabajar”, afirmó el primer ministro italiano, Matteo Renzi en una breve declaración en la que también afirmó que la prioridad era “excavar para sacar vivas a las personas”. El Gobierno italiano ha destinado 234 millones de euros y movilizado a 800 especialistas en labores de rescate y emergencia. Por el momento, Italia ha rechazado la oferta de ayuda recibida desde numerosos países como Alemania, España, Bélgica u Holanda. Las instituciones europeas también han mostrado la disposición de la Unión Europea (UE) a apoyar a Italia, pendiente aún de las réplicas que se han sentido en Roma y Napoles.

Amatrice, uno de los pueblos más bellos de Italia y foco del turismo internacional, fue el epicentro de la tragedia. Coches enterrados bajo los escombros, edificios completamente destrozados, polvo en las calles. Entre tanta desolación los supervivientes se resistían a abandonar sus hogares. Eran personas con la mirada perdida, desesperadas, se consolaban mutuamente y lloraban. Muchos de ellos se sentaban sobre los escombros de sus antiguas casas o sobre ruedas de coches aplastados, incrédulos por el suceso que habían vivido.

Entre ellos un anciano permanecía en su domicilio, sentado en una silla, en silencio, y rodeado de escombros, aunque las autoridades procedieron a desalojarlo tras determinar que el edificio en el que se encontraba corría peligro de derrumbarse. A una monja que trabajaba en una residencia de ancianos el seísmo le pilló en pleno sueño. Contó que se despertó después de que el armario de su habitación cayera al suelo e inmediatamente y decidió esconderse debajo de la cama, porque eso era “lo que había oído que se debe hacer en estos casos”. Otras tres monjas y cuatro ancianas del geriátrico no corrieron la misma suerte y fallecieron. Desde primeras horas de la mañana los esfuerzos de las autoridades se centraban en retirar los escombros y en buscar a los posibles desaparecidos bajo las ruinas. Miembros de Protección Civil, del Ejército, Carabineros y personal sanitario se afanaban en levantar los escombros y en limpiar este pueblo que literalmente ha quedado dividido en dos. Además, la policía peinaba constantemente las distintas calles del pueblo con perros especializados en detectar cuerpos. Al menos dos personas fueron rescatadas con vida. Aun así, se teme que en esta localidad siga creciendo la lista de víctimas mortales.