Investidura. Dos meses después de las elecciones de octubre de 2012, Urkullu fue investido como lehendakari en diciembre y lo hizo en minoría, con 27 escaños de un total de 75.

Prórroga presupuestaria. Poco después de echar a andar su gobierno, se enfrentó a la tramitación de los Presupuestos y se topó con el veto de la oposición. En abril de 2013, tuvo que retirar las Cuentas por falta de apoyos y se enfrentó a la primera y única prórroga de su mandato.

Mesa de acuerdos. Urkullu logró enderezar el rumbo tras ese varapalo convocando dos mesas. Una de ellas, de carácter institucional, tenía como fin poner en marcha planes de reactivación con las diputaciones y los ayuntamientos, ofreciéndose a compartir la relajación del límite de déficit impuesto por Europa. En aquel momento, cada diputación estaba gobernada por un partido (PNV en Bizkaia, Bildu en Gipuzkoa y PP en Araba). La otra mesa, de partidos, buscaba acordar sobre fiscalidad, planes de empleo, políticas públicas y arquitectura institucional. La gestión de la mesa en el apartado fiscal quedó en manos del PNV y fue ahí donde nació el pacto con los socialistas, que le ha permitido aprobar en lo sucesivo sus Presupuestos.

Autogobierno. El principal reto ha sido capear con la crisis económica e intentar mantener las prestaciones sociales. Le ha llevado a oponerse a los recortes de Madrid y a defender sus competencias. Los conflictos superan la veintena y se han referido a la paga extra de los funcionarios, el horario lectivo de los profesores, el currículum educativo vasco, la tasa de reposición de plazas en la Ertzaintza o el copago farmacéutico.

Paz. El lehendakari dio un voto de confianza al limitado gesto de desarme de ETA en febrero de 2014, paso auspiciado por una comisión internacional de verificadores del alto el fuego en la que vio voluntad de implicarse y ayudar de buena fe. Incluso escenificó su apoyo personal al equipo de Ram Manikkalingam cuando fue citado por la justicia española. Sin embargo, desde entonces no ha habido más gestos de continuidad en el desarme y Urkullu ha rechazado prestarse a otras escenificaciones sin contenido, aunque se mantiene en contacto con todos los agentes internacionales.

Leyes. Urkullu contabiliza 34 leyes aprobadas, entre las que destacan la Ley Municipal, que se ha resistido a los anteriores lehendakaris; la de abusos policiales o la de adicciones.

GAsteiz - El lehendakari no ha esperado más y ha decidido convocar cuanto antes las elecciones vascas tras haber llegado a la conclusión de que el bloqueo español puede ir para largo e interferir en la campaña autonómica. Urkullu ha optado por colocar las urnas el 25 de septiembre, tan pronto como le permite la ley, puesto que los comicios deben convocarse con 54 días de antelación. La ceremonia de la confusión protagonizada por Mariano Rajoy tras la ronda del rey y la mera sospecha de que pueden convocarse unas terceras elecciones generales han sido determinantes en su decisión y precipitaron su comparecencia de ayer tras varios días rumiando las distintas alternativas. El lehendakari tomó su decisión con la tranquilidad de que no trastoca nada, puesto que la legislatura vasca ha quedado zanjada con la aprobación de las últimas leyes, y los partidos trabajan desde hace semanas en clave preelectoral designando a los candidatos. Es más, cree que la fecha de septiembre puede contribuir a la estabilidad porque favorecerá que los Presupuestos se presenten en tiempo y forma para su aprobación en diciembre.

En realidad es un cambio mínimo, de un mes con respecto a la previsión inicial, pero puede ser clave. Urkullu cree que una de las hipótesis posibles pasa por que Rajoy aplace la investidura hasta la tercera semana de agosto y la votación se salde con una derrota, y en ese momento se activaría la cuenta atrás de dos meses para llegar a un acuerdo o, de lo contrario, convocar otras elecciones. Si Rajoy fracasara en su empeño, el decreto de convocatoria de las generales se firmaría a finales de octubre, en plena campaña de las elecciones vascas previstas inicialmente para octubre. La campaña quedaría eclipsada por la debacle estatal que supondría el anuncio de una tercera edición de las elecciones generales, un hito sin precedentes que podría provocar una auténtica sacudida en el panorama político.

El lehendakari cree que la campaña vasca, más pegada a los problemas locales sobre la sanidad o el empleo, pasaría sin pena ni gloria, incapaz de competir con la excitación que provocarían unas terceras generales y sus imprevisibles consecuencias. Además, acercar la convocatoria facilita la aprobación de los Presupuestos para el próximo año a la altura de diciembre, en lugar de tener que decretar una prórroga. Como dato orientativo, Urkullu tardó algo menos de dos meses en ser investido tras las elecciones de 2012, lo que permite elucubrar ahora con una investidura en torno a noviembre, aunque la fragmentación política será mayor. En el otro lado de la balanza, la fecha obligará al PNV a postergar la celebración del Alderdi Eguna, ya que coincide con la fecha de los comicios. En el PNV interpretan que es la prueba irrefutable de que el lehendakari no se ha guiado por intereses partidistas en la toma de su decisión.

La decisión la tomó ayer tras contrastarla con su equipo en un Consejo de Gobierno extraordinario. El decreto de disolución del Parlamento y convocatoria de los comicios se publicará el martes. Urkullu intenta “que este entorno de inestabilidad e incertidumbre afecte lo mínimo posible a la situación en Euskadi”. Consideró “inasumible” especular con unas terceras elecciones, y contrapuso el desgobierno a una Euskadi que ha sabido “mantener el diálogo y el acuerdo”. “El contrapunto es el entorno político y de inestabilidad que se ha impuesto en España, que atraviesa una de las crisis políticas e institucionales más importantes de su historia reciente”, alertó.

En un primer momento, había calculado que las vascas deberían tener lugar a finales de octubre, justo cuatro años después de la anterior cita con las urnas, pero ha decidido recortar cuatro semanas la convocatoria. Técnicamente no se trata de un adelanto, porque se mueve en los márgenes habituales, y porque la actividad parlamentaria había finalizado ya de todas maneras. El impacto en el funcionamiento institucional es nulo. Tampoco supone un contratiempo para la oposición, que llevaba meses designando a sus candidatos. Podemos, de hecho, acabará el proceso este lunes. Solo queda el PP, pendiente de una decisión del propio Rajoy, que está taponando sus planes al no aclarar si Alfonso Alonso será candidato a lehendakari o formará parte del Gobierno español. El PSE y EH Bildu están preparados, con Idoia Mendia y Arnaldo Otegi como cabezas de cartel. El propio PNV finalizó hace meses su proceso, y Urkullu obtuvo el respaldo de las bases para la reelección.

la visión de urkullu El lehendakari aseguró en su comparecencia que ha optado por septiembre porque ya ha cumplido el programa de gobierno con la remisión de 29 proyectos al Parlamento, la Cámara también ha culminado su actividad aprobando esta semana las últimas leyes de reparación de abusos policiales y turismo, y se mantiene la inestabilidad en España. Cabe recordar que, aunque las elecciones se hubieran celebrado en octubre, el Parlamento hubiera quedado cerrado de todos modos por el parón vacacional y su posterior disolución a comienzos de septiembre como es preceptivo dos meses antes de las elecciones. Urkullu fue duro con el Gobierno español, al lamentar que las relaciones con Euskadi se han limitado a cuestiones puntuales “en el mejor de los casos”, y le reprochó su ataque al autogobierno.