gasteiz - ¿Y ahora qué? Anoche todo el mundo tuvo que tirar de calculadora otra vez a pesar de que muchos ya habían echado más o menos las cuentas. El sorpasso no llegó, Rajoy venció con rotundidad, Ciudadanos se hundió, y estas elecciones tan cercanas a las de diciembre han resultado ser al final muy diferentes, pero en realidad no ha cambiado nada, si de posibilidades para sacar a las Cortes españolas del bloqueo se trata. Está todo, de hecho, igual. Sólo la suma de PP y PSOE, esa gran coalición por la que los primeros suspiran y que los segundos rechazan, sigue dando la mayoría absoluta de 176 escaños para elegir un presidente sin mayores contratiempos, sólo que esta vez la figura de Rajoy ya no se va a poder poner en cuestión con tanta alegría como se hizo en la pasada y fallida legislatura.

Quizá por eso mismo ahora la situación es todavía más endiablada. Rajoy era un obstáculo para Albert Rivera, cuya eventual unión daría un resultado casi idéntico al de diciembre. Si entonces sumaban 163 escaños, ahora suman 169, lo que da una idea de adónde han ido a parar buena parte de los votos de Ciudadanos y de la capacidad que tiene ahora el político catalán de pedir la cabeza del gallego, que pase lo que pase en su partido y en su país, siempre acaba cayendo de pie.

En cuanto a una posible alianza por la izquierda, una reedición con final feliz del intento de investidura de febrero, si Sánchez es capaz de contener el rencor que ha acumulado en estos meses contra Pablo Iglesias y echa cuentas comprobará que dicha entente cuenta con tres escaños menos que en diciembre. Eso sí, él, Sánchez, al que todos daban por muerto hasta el domingo a las nueve de la noche, sigue teniendo la llave de la gobernabilidad en España.

Puede llamar otra vez a Albert Rivera -o Rivera a él-, pero ha de saber que la opción que más perjudicada sale de este nuevo proceso ha sido precisamente esa. PSOE y Ciudadanos sumaban 130 diputados en diciembre; ahora se quedan con 117.

Así pues, gobiernen Rajoy o Sánchez, si no hay una gran coalición entre ambos que nadie espera, de momento, el inquilino de La Moncloa en esta nueva legislatura se lo va a tener que trabajar todas las semanas en el Parlamento para que le dejen gobernar. O eso, o se repiten las elecciones.

Tendrá que cortejar a los nacionalistas -ayer el diputado electo del PNV Aitor Esteban vaticinaba un escenario interesante, creía que habrá “juego”-, y no habrá, desde luego paseos militares por el Congreso. En eso sí ha cambiado la política, las mayorías absolutas se venden extraordinariamente caras.

Ayer Sánchez no dio muchas pistas, sólo le envió un mensaje a Pablo Iglesias. Por su “intransigencia” e “interés personal”, dijo, se ha llegado al actual escenario, con la derecha reforzada, y por eso le pidió que “reflexione”. El líder de Unidos Podemos, por su parte, le mandó un mensaje a Sánchez para sentarse a hablar porque sigue creyendo que lo “sensato” sería trabajar juntos “porque se supone que compartimos un modelo social diferente a las políticas que ha practicado el PP en nuestro país; es el momento de privilegiar el dialogo entre las fuerzas progresistas”. Rajoy, por su parte, no dio pistas, más allá de que gobernará “para los que nos han votado y para los que no”.