Resulta sugerente preguntarse si la factoría Wachowski tendría los arrestos de marcarse una versión Matrix de los últimos seis meses de política española. Sin duda, la mayor incógnita residiría en quién ejerce el papel de Arquitecto, quién es el programador, quién decide cambiar de versión. Porque este 26 de junio no es más que la versión 2.0 del 20 de diciembre... ¿o no?
Tuvo bastante fortuna en los prolegómenos de esta campaña -especialmente entre los propios partidos, lo que puede ser interesante dado que cuentan con sus propios sanedrines y oráculos demoscópicos- una análisis de Iñaki Gabilondo en su blog bajo el título Lo que va a pasar. Resumo: el PP será el partido más votado, Ciudadanos tal vez retrocederá algo pero acabará apoyando un gobierno del PP y el PSOE no llegará a ningún acuerdo con Podemos, “con Sánchez o sin Sánchez” -atentos a las comillas- permitirá el gobierno del PP vía abstención y “se abrirá en canal”.
Ahí queda el pronóstico, ya se verá, pero es que este vaticinio abunda en ese paradigma de cambiarlo todo para que todo siga igual. ¿Ha cambiado algo respecto a diciembre?
Sí parece. Sin ir más lejos, hemos pasado a hablar con toda naturalidad de sorpasso -bendecido por el propio CIS- cuando hace seis meses Podemos coreaba en sus mítines la consigna remontada, aferrado al denominado efecto underdog o, mucho más visual, efecto Rocky Balboa. Hemos pasado de Podemos, ni izquierda ni derecha, a Unidos Podemos, socialdemocracia de la mano de Izquierda Unida y admirador declarado de Rodríguez Zapatero. Hemos pasado de especular con insistencia sobre la operación Menina -¿se acuerdan? ¿aquella teoría que encumbraba a Soraya Sáenz de Santamaría como la tapada que sustituiría a Mariano Rajoy cuando las negociaciones para formar gobierno se complicaran?- a un Rajoy aparentemente más firme en su liderazgo interno... o eso parece. Hemos pasado de la teoría de Albert Rivera de salvar al soldado Sánchez -la supuesta alianza entre Génova y Ferraz para perpetuar el bipartidismo- a la pinza, la supuesta alianza entre PP y Podemos para sacar del tablero al PSOE. Y, sobre todo, hemos pasado de un escenario a cuatro a un escenario que, tras lo visto en esta mínima y fallida legislatura, se presenta polarizado a dos, con el PP en un extremo y Unidos Podemos en el otro.
Y es que el CIS que abrió esta campaña electoral perfiló una fotografía, que las urnas pondrán a prueba, en la que los dos partidos involucrados en el (único) intento por formar gobierno en estos meses -socialistas y Ciudadanos- aparecen como los castigados por los votantes, mientras que populares y morados gozarían de los índices de fidelidad de voto más altos.
Escenario a dos porque, si bien hay cuatro grandes actores sobre él, el fracaso de esta legislatura mínima ha enseñado que en la noche del 26 de junio el foco va a estar en la suma: la suma PP-C’s, la suma Unidos Podemos-PSOE, la suma PSOE-C’s, la suma PP-PSOE... Y ahí es donde entran en juego otros. La marcha de las negociaciones -fundamentalmente los límites que se se autoimpusieron los socialistas y el que acabó por cerrar el cerco con su pacto con Ciudadanos- dejó fuera del tablero a quienes podrían haber desempeñado el papel de llave, los PNV, ERC, CDC, EH Bildu... Las agendas vasca y catalana. Los vascos buscan, como en diciembre, esa llave a codazos en ese escenario en el que el número mágico es sumar 176 escaños.
“Hola, Neo. Soy el Arquitecto. Yo creé Matrix. He estado esperándote”. Pero todo esto ya a partir del 27 de junio.