Las operaciones militares de Turquía contra el PKK han traído consigo el cierre temporal de casi todas las escuelas creadas de facto por los kurdos en los dos últimos años. Las escuela de Silopi y Cizre (Sirnak) y la de Yuksekova (Hakkari), o no pudieron abrirse cuando empezaron el curso escolar y las explosiones, o se han cerrado después, cuando el pueblo abandonaba sus casas huyendo de la muerte. Las llamas de la guerra, además de centenares de cadáveres (también en el ejército y la policía de Turquía), según la asociación Rojava que coordina la ayuda humanitaria a los desplazados, provocan el desplazamiento de medio millón de personas, además de la destrucción de edificios, barrios enteros, en Diyarbakir, Mardin, ?Sirnak, Hakkari y en otras provincias kurdas donde el ejército trata de eliminar al PKK tras el fracaso de las última ronda de negociaciones. Las bajas y los daños que se están causando ni siquiera pueden evaluarse todavía porque las operaciones militares continúan en marcha y no hay acceso permitido a estos lugares.

Una de las pocas escuelas que sobrevive es la Ferzad Kemanger, situada en Cezaevi, un barrio de trabajadores en la periferia de la metrópoli de Diyarbakir (Amed para los kurdos). Ferzad Kemanger era un joven maestro de escuela atrapado y colgado en Irán por defender los derechos del pueblo kurdo, y esta escuela que lleva su nombre es la demostración de que no pueden matarse las ideas, que éstas resurgen de sus cenizas. En palabras del maestro Xelil Yana: “Ellos nos cierran las escuelas, nosotros volvemos a abrirlas. Lo único que queremos es enseñar a nuestros hijos nuestra lengua materna y transmitirles la cultura kurda, es todo; así se lo hemos dicho al gobierno. Saben que la escuela existe, saben que enseñamos en kurdo, pero no tenemos ningún otro contacto con ellos”.

Aunque las leyes turcas ya no prohíben hablar o escribir en kurdo, según los preceptos de la república turca, la educación primaria debe ser gratuita, obligatoria y en turco, única lengua oficial de Turquía. Según cuenta Xelil Yana, el gobierno primero trató de impedir la apertura de la escuela: “Enviaron a sus policías y fuerzas de seguridad, nos rodearon, nos dijeron que no podíamos entrar porque era ilegal y porque en este país no puede hacerse nada ilegal...” Algunos maestros fueron detenidos, y aunque luego fueron liberados, según Yana, fue sólo el principio del castigo que el gobierno turco inflige a esta reencarnación de Ferzad Kemanger. Por estar considerada como una escuela no legal, las familias tienen que pagar 100 dólares al mes al gobierno, cuando los salarios de los trabajadores son de 700 a 800 $. Sin embargo, y tal es la fuerza de esta escuela, sigue en pie dibujando y escribiendo su lucha en kurdo, con 153 niños de preescolar, primero y segundo. El año que viene empezarán el tercer curso y según Yana, esperan contar con 100 niños más .

El curso pasado la escuela acogió a niños y niñas kurdas llegados del sur, del otro lado de la frontera con Siria, de Kobane concretamente. Algunas como Nuda, que permanecen en la escuela, pese a las duras experiencias que han vivido a causa de la guerra y la pobreza, dan muestras de sentirse bien y de estar creciendo feliz y saludablemente en el espacio protegido que propone Ferzad Kemanger. Como no existen materiales escolares escritos en kurdo y con alfabeto latino, los maestros y las asociaciones culturales van preparándolos según surgen las necesidades. Los niños comparten todos los materiales y los dejan en la escuela para que puedan volver a jugar juntos el día siguiente. La maestra Muazzez Fiur resalta que se esfuerzan para que los niños se sientan bien y a salvo de todo peligro. Cuando en su clase pone música tranquila de fondo y les pide que dibujen lo que quieran; no faltan las pistolas, los barrotes negros de la cárcel o incluso los cuerpos sin vida tendidos sobre la piedra, pero luego terminan sus obras, empiezan a jugar y la alegría vuelve a apoderarse de todos .

resistencia en amed Esta y otras escuelas de facto en kurdo reciben apoyo financiero parcial de los gobiernos municipales gestionados por el partido kurdo BPD, partido que sufre en sus propias filas la persecución del gobierno. Amed, la capital de los kurdos del norte, no ha quedado libre de esta guerra contra el terrorismo. Seis de los 16 barrios rodeados por la vieja muralla que forman el municipio de Sur, en el corazón de Amed, han estado sitiados por las fuerzas de seguridad durante cuatro meses. A 5 de ellos ni siquiera dejan entrar todavía. Según el ayuntamiento de Sur, alrededor de 22.000 personas de estos barrios siguen sin poder volver a sus casas, muchas de las cuales se teme que han sido destruidas. Tampoco saben si podrán volver a sus casas porque el estado turco se ha apoderado de facto y legalmente de la propiedad del 84% de Sur. El primer ministro anunció de hecho que quieren construir intramuros del patrimonio de la Humanidad (declarada por la Unesco) “una nueva Toledo” y aunque no conocen detalles del plan ni han sido consultados, los abogados, arquitectos y concejales locales, temen que se trata de un plan para construir mezquitas y destruir el tejido social de ayuda mutua de los 55.000 kurdos y armenios que viven en el laberinto de calles estrechas de esta histórica ciudad.

Los poderes locales temen que el plan trata de golpear el intento de la Metrópoli de reconducir Amed a su vocación milenaria de convertirse, como su nombre indica, en la “salvación” de los cristianos asirios y de los musulmanes kurdos y otros, de todos y cada uno de ellos. Los dos co-alcaldes (hombre y mujer) de Sur fueron encarcelados durante 8 meses tras ser detenidos en agosto del año pasado por apoyar una declaración de los residentes en favor del derecho a decidir. Han sido liberados pero no pueden volver al ayuntamiento y sus procesos legales, por pertenencia a una organización terrorista, no están cerrados.

Pese al sometimiento de las poblaciones locales previsto en la maquinaria política de la república turca, el pueblo kurdo no renuncia a sus derechos y se organiza para preservar su lengua y cultura protegiéndola de la asimilación y la auto-asimilación. Detrás del embrión de la escuela y su modelo de inmersión, hay alrededor de 36 asociaciones culturales kurdas que se vienen creando en los últimos 10 años aprovechando las reformas legales turcas, asociaciones que se dan la tarea de fomentar la literatura kurda, ahora que no está prohibida, y de trabajar en una lengua unificada que sea referencia de los dos dialectos de kurdo hablados en el Norte de Kurdistán según el libro de los kurdos.