VITORIA - Las infecciones, las cirugías y los problemas con medicamentos son las complicaciones más habituales durante una hospitalización. Pero Osakidetza ha logrado hacer descender estos incidentes que afectan a la seguridad el paciente, “unos eventos adversos que son frecuentes y en una alta proporción, evitables”, según señaló ayer Jon Darpón en la comisión de Salud, donde se detalló la batería de medidas implantadas para minimizar riesgos. La estrategia 2013-2016 garantiza que “las personas sean cuidadas de la mejor manera, y más segura posible”, indicó.
Enrique Peiró, responsable del programa de Seguridad del Paciente, enumeró las líneas estratégicas que hacen posible afrontar el incremento de la actividad asistencial y la complejidad de los procedimientos. Uno de los puntos negros de la asistencia sanitaria son las infecciones nosocomiales, las contraídas tras un ingreso. “Disponemos de un sistema de vigilancia específico, de un protocolo concreto de higiene de manos, y de programas concretos en las unidades de críticos, donde están los pacientes más vulnerables”, adelantó. Según los datos aportados por el responsable de Salud Pública, en 2015 un 4,5% de los vascos hospitalizados presentó una infección relacionada con los cuidados sanitarios. “Se aprecia una curva descendente en estas infecciones gracias al esfuerzo de los profesionales y están un punto por debajo al resto del Estado”. “En las cirugías que se monitorizan, la de colon, prótesis de cadera y prótesis de rodilla, hay también una tendencia descendente”, subrayó. Otra de las infecciones típicas, las del tracto urinario asociadas al uso del catéter, han caído gracias a que se han evitado sondajes innecesarios o que duren más de la cuenta. Asimismo se ha producido un descenso notable en la posibilidad de que se produzca una neumonía asociada a la ventilación mecánica ya que ahora es del 3,4%, “la tercera parte de lo que teníamos en 2006, y la mitad de la media estatal”, indicó Peiró.
En las unidades de pacientes críticos, estas infecciones son más frecuentes, más graves e incrementan la mortalidad. “Con los resultados en la mano, se comprueba que por cada mil días de utilización de un catéter venoso central hay en la actualidad una tasa de 1,9% de infecciones en la CAV, y partíamos del doble”, se felicitó Peiró.
La sensibilización del personal sanitario en tareas tan perentorias, pero fundamentales, como la higiene de manos, es clave. De hecho, más de 10.000 profesionales han tomado parte en cursos de formación. Los sanitarios se han sumado además a la notificación de incidencias, un aspecto relevante para promover la seguridad. Del 2012 al 2015 han comunicado más de 8.000 incidentes sin daño -ya que este sistema tiene como objetivo el aprendizaje- y en más de un tercio han propuesto acciones de mejora.
Cirugía segura La cirugía es otra fuente clásica de conflictos. Según la OMS hay 234 millones de intervenciones cada día en el mundo, y en más de un millón de ellas se producen fallecimientos por complicaciones. “Dentro de la práctica de cirugía segura tenemos un listado de verificación que se aplica previamente a la anestesia, antes de la incisión y al término de la operación. Un check-list diferente para la cirugía mayor, menor y la oftalmológica”, explicó Peiró. “En este campo el progreso es destacable, pasando de hacer un uso del listado del 1,7% hace tres años, al 18% actual”.
El quinto pilar de la estrategia se refiere a la optimización de la prescripción de pruebas diagnósticas que utilizan la radiación ionizante. Para demostrar que no es inocua se expuso el dato de que un TAC abdominal representa 500 placas de tórax, o cuatro años y medio de radiación natural. “Queremos racionalizar estas pruebas y para eso la historia clínica electrónica ya recoge un acumulado de pruebas recibidas”, expuso Peiró.
Igualmente se vigila con ahínco la administración de medicamentos ya que una utilización incorrecta de fármacos supone entre el 37% y el 47% de eventos adversos según los estudios. La insulina, los anticoagulantes, el potasio intravenoso y los citostáticos (aquellos que tratan el cáncer) son los que representan un mayor riesgo. Asimismo se analiza la conciliación de medicinas para obtener una lista precisa de los fármacos que toma cada paciente con el fin de detectar discrepancias, omisiones, duplicidades o interacciones de boticas.
Para llevar a buen puerto esta estrategia son necesarias unas buenas prácticas en cuidados de enfermería que se centran en las úlceras por presión y las caídas ya que empeoran el estado de pacientes frágiles y aumentan la hospitalización. Más de 300 profesionales se han implicado en los grupos de trabajo de esta estrategia. “Lo más importante es la sensibilización porque las mejoras no se pueden hacer sin la colaboración de la gente a pie de obra”, subrayó Peiró.
La implicación del paciente es otra de las misiones clave. “En la medida que se responsabilice, adopte un papel activo y se implique en sus cuidados dando, por ejemplo a conocer una alergia que no ha comunicado, se evitan problemas”. Asimismo desde Osakidetza se ha trabajado en implantar un brazalete corporativo a todos los pacientes para no cometer errores de identificación.