madrid - Llegó a bordo de un Seat Alhambra plateado a las puertas de la Audiencia Nacional (AN), donde le aguardaban sus abogados Cristóbal Martell y Albert Carrillo, y respondió en castellano al juez José de la Mata para hacer más ágil el interrogatorio aunque se le ofreció hacerlo en catalán. Tranquilo y lúcido, Jordi Pujol Soley, imputado por blanqueo de capitales, se desmarcó de los negocios de sus hijos y se reafirmó en su versión, ya planteada ante la jueza de Barcelona que llevó el asunto y en la nota que hizo pública en su día, de que la fortuna familiar oculta en Andorra procedía de la herencia de su padre, Florenci. Una tesis que choca con la carta, firmada por el hijo mayor Jordi Pujol Ferrusola, que le atribuye una cuenta de 1,8 millones de euros cerrada en 2010. El magistrado le interpeló sobre esta misiva remitida por la comisión rogatoria andorrana a la justicia española y que, según la investigación, determina que él mismo poseyó fondos en ese país, y sobre un segundo documento, de 2001, rubricado por el exjefe del Govern, donde él mismo confirma que es el titular y que, en caso de fallecer, la cuantía debe pasar a su mujer, Marta Ferrusola, que ayer se negó a prestar declaración. Pujol ratificó la coartada familiar al sostener que las cartas fueron una estrategia empleada por el citado hijo -con la ayuda de los gestores de Andbank, el banco andorrano donde se depositaron los fondos- para engañar a su exesposa, Mercè Gironès y evitar que le reclamara ese dinero, accediendo a hacerle a su vástago ese favor -algo de lo que dijo no se siente orgulloso- pero manteniéndose luego siempre al margen de sus negocios.

El expresident, que declaró durante tres horas y media a todas las preguntas de las partes llevando todo el peso de la comparecencia, quedó libre sin medidas cautelares - dada la avanzada edad del imputado y de que no existen nuevas pruebas contra él-, después de ser cuestionado sobre la cuenta en la Banca Reig de Andorra a nombre de su primogénito y que registró cinco operaciones entre 2000 y 2010, cuando los Pujol retiraron 1,14 millones de euros y quedó con saldo negativo. De la Mata, que asumió el caso en diciembre, pretendía esclarecer si existen delitos fiscales y si, más allá del legado del abuelo, parte de la fortuna es fruto del cobro de comisiones ilegales. En el auto de su citación que emitió el 30 de diciembre de 2015, el magistrado afirmó que el expresident era el “beneficiario real” de esta cuenta en Andorra con dinero de origen desconocido y “no consta” que la cantidad que contenía “se justifique con los ingresos ordinarios que hubiera podido obtener por razón del cargo público que ostentó durante 23 años”. Según el juez, tampoco hay ningún negocio jurídico que pueda justificar los “incrementos patrimoniales” de las cuentas de los Pujol, detectándose “movimientos financieros que ponen de manifiesto operaciones extrañas”. Y es que el magistrado cree que los Pujol han “orquestado durante años una estrategia compartida y coordinada para hacer varios negocios económicos, generar réditos, ocultarlos y distribuirlos entre todos de acuerdo a criterios establecidos”.

Sobre el origen de ese dinero, Pujol insistió en la tesis de la herencia que su padre legó a su nuera Marta y a sus siete nietos -pero no a él por miedo a su “actividad política”-, dinero recibido por los familiares cuando murió en 1980, y gestionado más tarde por Jordi Pujol Ferrusola, que lo hizo crecer. Según fuentes jurídicas, el expresident aseguró que si bien sabía que su mujer tenía cuentas en Andorra, nunca la acompañó a una entidad bancaria en el Principado y añadió que él no tiene ni ha tenido fondos en el extranjero. En este contexto, negó reiteradamente haber recibido comisiones como cobro a adjudicaciones de la Generalitat, e incidió en que decidió hacer público el comunicado en el que confesó que disponía de dinero oculto por “ética”. En cuanto a la cuenta de la Banca Reig, Pujol ratificó que se prestó a fingir que esa cuantía era suya y no de su hijo mayor para evitar que los fondos acabaran en el bolsillo de Gironès.

Esa herencia de su padre era de 140 millones de pesetas y se multiplicó hasta alcanzar los 500 millones, según Pujol, gracias a inversiones financieras que la familia realizó en Andorra, donde estuvo gestionado por una tercera persona, sin que de ello presentara documentación ni extractos bancarios. El supuesto manuscrito de su padre donde le expresaba la voluntad sobre el legado que dejó a la familia del político también salió a colación, y ahondó en que no se lo dio directamente a él “para proteger a su nuera y nietos”. La novedad residió cuando la Fiscalía le preguntó si, en realidad, el capital oculto a Hacienda procede del caso Banca Catalana. El exmandatario lo negó de forma rotunda apuntando que jamás se enriqueció con la venta del banco. Interpelado por una donación a la Fundación Catalana de acciones -valoradas en 200 millones de pesetas- de Banca Catalana, de la que fue máximo accionista y miembro del consejo ejecutivo hasta 1982, Pujol dijo que quiso liberarse de esos títulos tras alcanzar la Generalitat.

su esposa no quiso declarar Marta Ferrusola, su esposa, no respondió a ninguna cuestión. Ella fue uno de los miembros de la familia -junto a tres de los hijos: Pere, Marta y Mireia- que en el verano de 2014, tras airearse la existencia de las cuentas en Andorra, decidió regularizar su situación ante Hacienda. Persona de fuerte carácter, la mujer de Pujol sí declaró en la comisión del Parlament, cuando se dejó llevar por el momento al sostener ante los diputados con ironía que su familia no tiene “ni cinco” y que solo iba a Andorra “a esquiar”.

A modo de anécdota, durante la declaración de ayer, Pujol, de 85 años, correcto, educado y sonriente, repitió varias veces que no escuchaba bien y el juez interrumpió al fiscal apelando a su senilidad, permitiendo dos descansos. Su primogénito declara hoy voluntariamente como imputado en la causa después de que su padre haya aclarado que no tuvo nada que ver con sus negocios millonarios como comisionista, y que tampoco sabe nada del reparto de dinero que el hijo mayor hacía entre sus hermanos.