washington - La primera ronda de elecciones primarias acostumbra a ser decisiva para entender hacia donde se orientan los dos partidos norteamericanos, pero después de largas horas de espera y de una participación muy elevada, ni demócratas ni republicanos lo tienen más claro que antes.
Hillary Clinton logró evitar el desastre al que el estado de Iowa le llevó ocho años atrás, cuando un senador novato de Illinois empezó a ganar y arrastró al país a elegir por primera vez a un presidente negro. Pero su ventaja de menos del 1% no le augura una victoria fácil. Ni siquiera una victoria, a pesar de enfrentarse a un candidato que ni ella ni casi nadie en el país había tomado en serio cuando empezó la campaña: Bernie Sanders, un septuagenario independiente que ni siquera está afiliado al Partido Demócrata, arrasó entre los jóvenes y va camino de situarse por delante de Clinton en las primarias de New Hampshire, donde es popular por ser un vecino del Estado próximo de Vermont.
dudas a trump, adiós a bush Entre los republicanos, la confusión es todavía mayor, al menos por lo que respecta a los ganadores: nadie sabe si es el principio del fin para el millonario neoyorquino Donald Trump, si la victoria del senador tejano Ted Cruz es de poca importancia porque se debe exclusivamente a su atractivo muy particular para Iowa, donde hay muchos fundamentalistas, o si el tercer puesto del senador de Florida, Marco Rubio, significa que les va pisando los talones y va camino de repartirse el botín de la disputa entre Trump y Cruz.
Lo único claro es quienes son los perdedores: las ambiciones de Jeb Bush probablemente acabaron ayer, igual que para el resto de los republicanos, así como el tercer candidato democrata, el gobernador de Maryland, O’Malley.
Lo que sí es cierto es que los resultados ponen de relieve un sentimiento popular nuevo y muestran las fronteras ideológias de las naciones americanas. Porque este país de dimensiones continentales no es homogéneo sino una amalgama de doce naciones culturales, que se refleja en sus afinidades políticas. Por una parte, hay un paralelismo evidente en los perfiles de Trump y Sanders, porque si el agresivo millonario neoyorquino milita en las filas republicanas, su historial no sigue la ortodoxia ni las preferencias habituales del partido: ha prestado apoyo a causas y politicos demócratas a lo largo de los años, tiene una agenda proteccionista internacional y favorece el aborto y la medicina socializada. De todos sus eslóganes, el único próximo a los conservadores es el deseo de expulsar a los indocumentados.
fenómeno sanders En cuanto a Sanders, representa un fenómeno todavía más sorprendente: el aspirante a la candidatura demócrata, jamás ha militado en el partido y ha sido siempre “independiente”. A sus 74 años, es el candidato preferido de los jóvenes y se define como “socialista demócrata” en un país donde cualquier afinidad con el socialismo es anatema.
Ni Clinton ni nadie lo veían como amenaza, de forma que la ex primera dama no le enfiló los cañones hasta el ultimo momento, confiada en que era su turno de hacer historia como primera mujer presidente. Se le hizo demasiado tarde para frenar el despegue de Sanders, especialmente porque ahora está debilitada por el creciente problema de su descuido a la hora de proteger informaciones ultra secretas cuando era secretaria de Estado. Hay quienes piensan que Hillary podría verse procesada antes de las elecciones, pero su problema no parece ser ahora la justicia, sino su escasa habilidad política.
rubio, un bronce que sabe a oro En cuanto a Marco Rubio, el tercer lugar no parece malo: las encuestas indican que los votos favorables aumentaron rápidamente en los últimos días gracias a su personalidad y ahora puede concentrarse en las próximas contiendas: no necesita ganar en New Hampshire, donde sus inclinaciones conservadoras generan pocas simpatías, todos le dan a Sanders la ventaja de jugar en casa pero con unos resultados respetables podría arrollar en Carolina del Sur
En realidad, lo que se está viendo en los resultados es el reflejo de las naciones norteamericanas: si Iowa podría estar en el campo de naciones fundamentalistas y de ascendencia germánica, que simpatiza con Cruz y hasta con Trump, New Hampshire es la Nueva Inglaterra progresista favorable a Sanders. Carolina del Sur, una nación sureña es todavía un enigma: no está claro si hay bastantes fundamentalistas para Cruz, cuyo mensaje moralista puede resonar también allí, pero a medida que entra en lugares con más población hispana que Iowa va perdiendo atractivo a pesar de su nombre (ni siquiera chapurrea el castellano). Tampoco favorece a Trump, demasiado liberal y vulgar para los conservadores tradicionalistas, pero podría ser el despegue de un candidato carismático como Rubio, totalmente bicultural y con un enorme talento político.
La gran incógnita está ahora en el campo demócrata: si Clinton se hunde, los demócratas saben que la popularidad de Sanders en Nueva Inglaterra es probablemente irrepetible en el sur y el centro del país. Seguramente echarán mano del candidato de reserva, el vicepresidente Biden, que tendría este año la mejor posibilidad de su vida de llegar a la Casa Blanca: los republicanos, a pesar de la ventaja natural del momento (es excepcional que un partido se prolongue por más de 8 años en la Casa Blanca), tienen todavía grandes riesgos, como sería una disputa excesivamente larga entre sus principales candidatos, o incluso una candidatura independiente de Trump.