madrid - Un nuevo paso hacia la celebración de elecciones anticipadas. El no rotundo del PSOE a facilitar la investidura de Mariano Rajoy, a la que se opondrá, y el bloqueo en el que se encuentra el PP acercan cada día más la posibilidad de una nueva cita con las urnas en los próximos meses. El líder de los socialistas, Pedro Sánchez, se lo dijo ayer en persona al presidente en funciones del Gobierno español en la primera reunión que mantuvieron tras el 20-D para analizar la posibilidad de acuerdos de cara a la investidura del popular en el Congreso más fragmentado de la historia.
El fracaso de este primer encuentro solo es el prólogo de lo que ocurrirá previsiblemente el lunes que viene cuando Rajoy se reúna con los líderes de Podemos, Pablo Iglesias, y Ciudadanos, Albert Rivera, a los que ha citado dentro de su ronda de contactos. Todo apunta a que, salvo sorpresa o giro copernicano de alguna fuerza, el resultado de estas reuniones no pueda salvar la cuestión numérica, que mantiene contra las cuerdas al PP.
Con los resultados de las elecciones del domingo, los populares no logran la mayoría absoluta ni pactando con Ciudadanos. Con el voto contrario a la investidura del PSOE, Podemos e IU, Rajoy necesitaría la abstención de los partidos nacionalistas, catalanes y vascos, para conseguir repetir como presidente, una hipótesis que se antoja extremadamente lejana.
La alternativa, un gobierno liderado por el PSOE con el apoyo de las izquierdas, es igualmente difícil de concebir tal y como están ahora las cosas. Pedro Sánchez precisa del respaldo de Podemos y de los grupos minoritarios de la cámara. El gran problema de los socialistas es el alto listón que ha impuesto desde el minuto uno el partido morado. La condición del ideario de Pablo Iglesias, el respaldo a cinco reformas constitucionales, incluido el derecho a decidir y la celebración de un referéndum en Catalunya, es también la línea roja por la que no pasará un PSOE instalado en la defensa de la unidad de España y en la negación del derecho a decidir a todo lo que no sea el conjunto de los españoles.
Ni siquiera los socialistas ven factible llegar a un acuerdo con Podemos. Consideran que el listón que ha puesto Iglesias para empezar a hablar denota que el verdadero deseo de los morados es la celebración de unas nuevas elecciones que podrían beneficiar al partido de los círculos, ahora que están en la cresta de la ola.
Aguantar la presión Así las cosas, Sánchez salió ayer de su reunión en La Moncloa con un mensaje ya sabido pero dicho de manera solemne. “Las posibilidades de acuerdo con el PP sobre la investidura de Rajoy son nulas. El no a Rajoy es el sí al cambio político que necesita España y al mandato de los españoles que han pedido un cambio progresista presidido por el diálogo”, zanjó. “Lo puedo decir más alto, pero no más claro”, señaló el líder socialista en una posterior rueda de prensa en la sede socialista de Ferraz para remarcar que no variará su posición pese a las presiones que pueda recibir. No obstante, Sánchez puntualizó que respetará que sea el PP el que intente formar gobierno, si bien le recordó que es “responsabilidad” de Rajoy si lo logra o fracasa.
De darse el escenario de que el PP naufrague en su intento de gobernar, Sánchez tiró de manual para prometer que el PSOE intentará “hacer lo posible” para que no haya nuevas elecciones, posibilidad con la que “algunos estarían encantados”, en alusión a Podemos, al considerar que esta tiene que ser “la última de las opciones”. Así pues, confirmó, como ya dejó entrever en la noche electoral, que el PSOE explorará “las opciones de cambio para que haya un gobierno que dé estabilidad al país”. “El voto de los españoles nos vale. Entendemos el mensaje que nos han trasladado y quieren que las distintas fuerzas nos entendamos, hablemos y garanticemos el cambio”, sostuvo.
Sánchez no dejó ahí la cosa. Desautorizó a la presidenta andaluza y dirigente de su partido, Susana Díaz, que no quiere ni oír hablar de pactar con Podemos y que pidió al PSOE que pase directamente a la oposición antes de encabezar una operación de “aventurerismo y oportunismo” con la formación morada. A preguntas de los periodistas, el líder de los socialistas aseguró que la secretaria general del PSOE andaluz “tiene cultura de partido” y sabe que es la dirección que él preside “la que marca y propone la línea política federal”.
Sobre Podemos, rechazó las “líneas rojas” que ha planteado esta formación, en concreto el celebrar un referéndum en Catalunya. “Frente a las líneas rojas, tenderemos puentes de diálogo y acuerdo, que es lo que quieren los españoles”. Y remarcó la posición socialista acerca de que “el derecho a decidir es el de todos los españoles”. “El PSOE no va a aceptar que se trocee la soberanía nacional”, advirtió Pedro Sánchez, quien incidió en que la solución a Catalunya pasa por la reforma constitucional. Sánchez también pidió que sea un socialista el que presida el Congreso, demanda que consideró “razonable” porque sintonizaría con la nueva etapa que se tiene que abrir marcada por “el cambio, el progreso y el diálogo”.
Reunión gélida Situada la falta de negociación es estos términos, desde fuentes próximas a Rajoy se explicó que el presidente en funciones no realizó ninguna oferta a Sánchez ante el no rotundo que el socialista le expresó al comienzo de la reunión, que solo duró 45 minutos y tuvo lugar en un ambiente muy frío. Según fuentes periodísticas, el presidente tenía la intención de tentar al líder del PSOE con “cesiones” como abrir la reforma de la Constitución o ceder la presidencia del Congreso. Tras el encuentro, Rajoy expresó en su cuenta de Twitter su apuesta por “el diálogo para formar un Gobierno estable que dé certidumbre a los españoles”.
Quien sí habló fue el vicesecretario de Organización de los populares, Fernando Martínez Maíllo, que aseguró que el no del PSOE es un mal comienzo para hablar, aunque garantizó que el jefe del Gobierno español mantendrá el diálogo. “Sánchez venía con el no por delante y esa es una actitud inicial no muy positiva pero estamos dispuestos a seguir hablando y dialogando”, explicó.