Vitoria- La relación entre el lehendakari y Mariano Rajoy es inexistente. Desde el encuentro que mantuvieron el 15 de septiembre del pasado año, no han tenido ningún otro tipo de comunicación, ni por teléfono, ni en persona ni a través de correo electrónico. El presidente español no ha respondido a ninguna de las reivindicaciones que le trasladó Urkullu en materia de traspasos competenciales, autogobierno y paz, y el lehendakari optó por no insistirle más viendo que la legislatura estatal va tocando a su fin, ya que las elecciones generales podrían tener lugar en noviembre. En estos nueve meses se han visto las caras una vez más, a finales de marzo con motivo de la visita de Rajoy a Euskadi para poner la primera piedra del Centro Memorial de Víctimas, aunque ni siquiera se tiene en cuenta ese episodio porque no fueron más allá del saludo de cortesía.
En ese contexto, en las últimas jornadas sí se ha registrado un mensaje entrante en el buzón de Lehendakaritza. La comunicación no tuvo como destinatario al lehendakari, sino al secretario de Presidencia Txus Peña, y tampoco lo envió Rajoy, sino su jefe de gabinete Jorge Moragas. Pero lo más revelador fue su contenido, que da una medida del estado de las relaciones: la única comunicación de Moncloa con Lehendakaritza en nueve meses se limitó a pedir que el PNV no desalojara al popular Javier Maroto de la Alcaldía de Gasteiz.
Según ha podido saber este diario, el tono del mensaje de Moragas fue muy institucional, se pedía respetar la lista más votada, y no fijaba condiciones. Es decir, no ofrecía un acercamiento a las demandas del lehendakari como premio si se facilitaba la investidura de Maroto, y tampoco amenazaba con represalias si se desbancaba al candidato. Pero Lakua ni entró en el debate. Peña contestó que el lehendakari poco tenía que decir en gestiones que corresponde acometer al PNV a nivel de partido. No ha habido más comunicaciones desde entonces y se ha consumado el desalojo de Maroto, que ha irritado en extremo al PP porque la Alcaldía era la única plaza relevante que le quedaba en suelo vasco. Solo gestiona tres ayuntamientos y, además, Maroto era una de las figuras con mayor proyección en el partido. Ayer mismo, Rajoy le buscó acomodo en una vicesecretaría del partido a nivel estatal. Nadie duda de que el desalojo contruibuirá a enrarecer aún más las relaciones, ya tocadas. Fuentes de Lakua explican que los consejeros vascos sí mantienen contactos con los ministerios a nivel técnico para encauzar leyes sectoriales, pero entre Urkullu y Rajoy no ha habido contacto.
Moncloa tampoco se puso en contacto con el lehendakari para valorar su reciente encuentro con víctimas del terrorismo de todo el Estado, a las que pidió perdón por la desatención institucional. La cita transmitió buenas vibraciones a la presidenta de la AVT, Ángeles Pedraza, y fue interpretada incluso desde los sectores más inflexibles como un paso acertado del Gobierno Vasco. Rajoy no hizo llegar a Urkullu sus impresiones. Cabe recordar que, cuando se cruzaron en el Centro Memorial, el lehendakari pidió una nueva política de Estado a favor de la convivencia, mientras Rajoy le respondió que, si hay una política de Estado, es el recuerdo a las víctimas.
Algunas fuentes apuntan que la vicepresidenta española, Soraya Sáenz de Santamaría, escribió también al líder jeltzale Andoni Ortuzar para impedir el desalojo de Maroto, aunque desde el PNV no confirman ese extremo. En cualquier caso, el partido no atendió las demandas de Moncloa. Presentó a su candidato Gorka Urtaran, que resultó investido con el apoyo de la izquierda abertzale, Irabazi y la plancha avalada por Podemos. Desde entonces, el PP ha amagado a nivel vasco con tomar medidas. En las últimas horas, ha dejado caer al PNV en el Parlamento sumándose sorpresivamente a los partidarios de prohibir el fracking , y también pedirá informes jurídicos para evitar que el diputado general de Bizkaia en funciones, José Luis Bilbao, entre en el Tribunal Vasco de Cuentas.
Última reunión. Rajoy y Urkullu se citaron por última vez el 15 de septiembre. Desde entonces, el presidente español no ha respondido a sus demandas sobre paz y autogobierno y no se han cruzado mensajes.
Centro Memorial. Volvieron a cruzarse en marzo en el acto de colocación de la primera piedra del memorial de víctimas, pero solo se saludaron. Moncloa rompió el silencio con un mensaje para evitar el desalojo de Maroto.