MOSCÚ. "Ayer la Fiscalía General me citó a declarar en el caso de unos diplomas educativos. Anuncio mi dimisión. No soy un político, soy un gestor. No quiero participar en juegos políticos y que mi educación se convierta en un asunto de escala nacional", dijo Gaburici a medios locales.

El escándalo estalló a mediados de abril, cuando un diario local denunció que el primer ministro no tiene estudios superiores y había falsificado su diploma.

Poco después, diputados del Partido Liberal, al que dejaron fuera del Gobierno europeísta que dirige Gaburici, exigieron una investigación al Ministerio de Interior.

Tras las correspondientes diligencias, el ministro de Interior, Oleg Balan, puso en duda la autenticidad del diploma de educación secundaria del actual jefe del Ejecutivo y denunció que "el sello y la firma del director" del centro que figuran en el documento "pueden ser falsos".

"Todos los ciudadanos son iguales ante la ley y es necesario colaborar con la instrucción", dijo Gaburici

A su vez, vinculó directamente la investigación contra su persona con su reciente declaración en la que exigía la dimisión de varios altos funcionarios por obstruir la lucha contra la corrupción y de privar a su Gobierno de instrumentos para combatirla.

Entre otros, demandó la renuncia de funcionarios de la Fiscalía General, el Banco Nacional y la Comisión Nacional del Mercado de Valores, a los que acusa de corrupción.

"El país está corroído por la corrupción, el sistema financiero se desangra, mientras que el precio lo pagan los ciudadanos en lugar de los culpables", dijo recientemente durante su intervención ante el Parlamento al presentar un informe sobre sus primeros cien días de Gobierno.

Gaburici, de 38 años, fue designado al frente de un gobierno europeísta el pasado 18 de febrero, con el apoyo del Partido Liberal-Demócrata (PLD), el Partido Demócrata y el Partido Comunista, que suman 60 de los 101 escaños del fragmentado Legislativo moldavo.

Encabezó durante cuatro años una empresa de telefonía móvil, lo que valió el respaldo de los comunistas, que habían advertido que únicamente apoyarían la candidatura a primer ministro de un hombre de negocios que estuviera al margen de la política.

Por su parte, el líder socialista, Ígor Dodón, estrecho aliado del Kremlin y que aboga por el ingreso de Moldavia en la Unión Eurasiática encabezada por Rusia, pronosticó entonces que el nuevo gobierno no dudaría "más de tres o cuatro meses".