GASTEIZ - ¿Qué debe esperar la sociedad vasca en 2015 en lo referente a la pacificación?

-Nos gustaría que fuera el año del fin de la dispersión de los presos políticos vascos, que es la materia más urgente en torno a las consecuencias del conflicto. Sería interesante que la Ponencia del Parlamento de Gasteiz se pusiera en marcha y se rehabilitara el Parlamento como un instrumento válido también para esta materia.

¿Cuál debe ser el plan de desarme?

-A día de hoy, un plan de desarme que no cuente con una mínima participación y garantía de los estados que han intervenido en el conflicto, el español y el francés, es inviable. Entre otras cosas, porque ese proceso seguramente tendría que efectuarse en su territorio, por lo que la participación directa o indirecta es inexcusable.

Vistos los gobiernos, ¿es factible?

-Lo veo complicado y creo que hay que avanzar en ese terreno, pero más como maniobra de presión hacia esos gobiernos para que participen.

¿Por qué no les vale el plan de desarme propuesto por el lehendakari?

-Más que no ser válido, consideramos muy inoportuna y desacertada la forma de plantear este plan si realmente se quiere que tenga cierta viabilidad. El lehendakari lo presentó media hora después de que la Comisión Internacional de Verificación hiciera saber que ETA estaba avanzando en el sellado de arsenales. Fue más una respuesta a esa iniciativa que una iniciativa propia, que debería tener un mínimo contraste con las partes: los gobiernos y la propia ETA.

¿Es más un problema de formas que de fondo?

-La forma evidencia que no había voluntad real de que se lleve a cabo, sino que su objetivo fundamental era torpedear otra iniciativa; y por otro lado, si no hay ese mínimo contraste y beneplácito por cualquiera de las dos partes, es imposible llevarlo a cabo y se queda en propaganda.

Piden pasos a Lakua, que presentó el programa de reinserción Hitzeman, pero lo calificaron de “brindis al sol” por no tener competencias. ¿No es contradictorio?

-La acción fundamental del Gobierno Vasco tiene que ser, por un lado, el fin de la dispersión, y por otro lado, la reivindicación de las competencias que le corresponden y que hoy no se le han transferido, que son las de política penitenciaria. A partir de ahí, un plan como Hitzeman u otro podría tener viabilidad, pero hasta que eso no se dé, no. Es un brindis al sol que carece de sentido.

¿La marcha del sábado en Bilbao concitará más apoyo que la de 2014?

-Espero que sí. Con el tema de la dispersión y los derechos humanos de los presos y presas vascas se han derribado muchos muros que había y creo que el 10 de enero la multitud que se junte en Bilbo seguramente será mayor que en años anteriores.

Tras la marcha darán a conocer su propuesta de reformulación del ‘suelo ético’. ¿Qué se debe esperar?

-Lo que hemos dicho hasta ahora: una muestra de voluntad política de EH Bildu, que se niega a permanecer parado en la construcción de la paz y la convivencia democrática en el ámbito del Parlamento de Gasteiz. Pretendemos que esa Ponencia se ponga en marcha. Como quienes no aceptan la parálisis son los primeros que deben moverse, nos movemos con un lenguaje que no es el nuestro para que las otras partes adviertan esa voluntad política para reactivarla. Veremos la de las otras partes.

¿Qué significa que locales como el del PP de Barakaldo o el batzoki de Oñati amanezcan pintados o sean atacados de vez en cuando?

-No creo que tenga ningún tipo de significación especial que de vez en cuando pinten alguna sede de algún partido político.

En el Pleno de Política General dijo: “Hicimos muchas cosas que no debimos hacer y no hicimos otras que sí teníamos que hacer”. ¿A qué se refirió?

-Hace dos años hicimos en el Kursaal una declaración autocrítica en torno a cosas y actitudes que habíamos tenido con respecto a las víctimas de ETA. Dijimos que nuestra actitud en esas ocasiones seguramente no contribuyó a aliviar el dolor de esas personas sino que incluso lo agravó. Es ahí donde hacemos la autocrítica y manifestamos que sentimos hacer aquello.

¿Cómo interpreta que la sociedad no incluya estos temas anteriores entre sus principales preocupaciones, según el último Sociómetro?

-La tensión política que existía hace no tanto tiempo en el seno de la sociedad vasca ha dejado de existir, por lo que no se percibe este tema con esa gravedad en general. Hay una distorsión bastante grande entre cómo lo vive la sociedad vasca y cómo se vive este debate hoy no solo en los platós de televisión sino en las cámaras parlamentarias, como si la situación política no hubiera cambiado o que ETA no hubiera cesado su actividad armada para siempre. Es significativo, porque muchas formaciones de este país van muy por detrás de la sociedad vasca y de su propio electorado.

Estas cuestiones son temas centrales de su agenda.

-Claro, porque consideramos que partes de ese conflicto no están resueltas.

¿Teme que haya votantes que se alejen de Sortu al entender que no son temas prioritarios?

-Al margen de que podamos tener estos temas en nuestra agenda, tenemos otra agenda compatible, la del modelo socioeconómico. Por poner un pequeño ejemplo, en nuestra actividad parlamentaria en Gasteiz el 85% de los temas que tratamos son de contenido social y económico. EH Bildu tiene un perfil social y económico muy marcado, con un modelo que confronta con el que nos ha traído a esta situación de crisis salvaje. Por otro lado, por mucho que las corrientes que vienen del Estado u otras partes influyan, Euskal Herria, también a nivel político, tiene sus características.

¿Cómo se toma el Euskobarómetro?

-Dejando de lado la cocina de Paco Llera y lo mejor o peor que pueda tratar a EH Bildu, consideramos que es una llamada de atención para toda formación política. Evidencia un alejamiento cada vez mayor del electorado respecto a las formaciones que intuye que hacen política convencional. Esa llamada de atención también tiene que servir a EH Bildu para hacer un análisis autocrítico de si su forma de hacer política está resultando convencional o si está siendo la forma nueva de hacer y entender la política que pregonamos cuando nacimos.

Que el 60% de los votantes jóvenes responda que votaría a Podemos, ¿les sitúa en la política tradicional?

-Si eso fuera así, en la pregunta va la respuesta. Creemos que la gente joven, que vaya a votar por primera vez, no conoce lo que hace EH Bildu y, por lo tanto, es problema de EH Bildu hacerles llegar su oferta política y que perciban como algo cercano y que afecta a sus condiciones de vida.

¿La desafección hacia los políticos pasa factura a Sortu?

-La nuestra es una cultura política diferente y me gustaría que lo siguiera siendo, militantes que un día estamos aquí, otro día allá. Así tiene que seguir siendo y así lo tiene que ver la gente porque así lo demostramos. Tenemos que vivir no solo de hacer política sino vivir como pensamos, porque puede que acabemos pensando como vivimos.

El día 24 detallan en Ficoba su ‘vía Vasca’. ¿Qué debemos esperar?

-Una oferta política que hacemos al conjunto de la sociedad y, sobre todo, a los sectores sociales, culturales y políticos que se sienten dentro de un proceso de liberación para hacer un camino juntos dentro de un proceso constituyente que tiene que hacer al conjunto de la ciudadanía vasca dueña de su futuro político. Planteamos el camino para construir un Estado vasco en la Europa del siglo XXI.

En septiembre habló de tres ritmos según el territorio. ¿Cómo ve el soberanismo en ellos?

-En Iparralde se ha avanzado mucho en los últimos años, con un cambio sustancial desde que estamos en la nueva fase tras Aiete. Fruto de esto han surgido acuerdos increíbles hace no mucho. Todas las fuerzas manifiestan que hay una realidad que es distinta a la del resto del Estado francés. Hay que afianzar esa autoafirmación de Euskal Herria dentro del Estado francés para seguir dando pasos y conseguir el derecho a decidir para Lapurdi, Behe Nafarroa y Zuberoa.

¿Nafarroa?

-El cambio político en marcha a consecuencia del desgaste del régimen sustentado por UPN y casi siempre con la colaboración inestimable del PSN. Está a punto de caer, le falta el último empujón y las próximas elecciones son la ocasión para ello.

¿Y la CAV?

-Paradójicamente, la parte que más parada está. El PNV no está demasiado interesado en avanzar hacia un nuevo estatus político para esta parte del país. Llevamos dos años de legislatura y el balance es cero patatero. Este interés se ha visto ayudado por el PSE, que no tiene ninguna intención de que avance. Esa confluencia de intereses ha hecho que esto siga parado. Se abre una nueva situación tanto porque el Gobierno de Lakua ha roto relaciones con el de Rajoy, como por el resto de circunstancias que nos rodean deberían llevarnos a dar pasos dentro de esa vía Vasca.

¿Cuándo cree factible una consulta sobre la independencia?

-¿En todo Euskal Herria? Con base en que hay tres relaciones jurídico-administrativas, tendrá que haber tres procesos constituyentes con sus puntos de partida, sus velocidades y seguramente sus propios procedimientos. Tendremos que hablar de consultas, no de consulta.

¿Contempla que el primer territorio independiente sea la CAV y, llegado el caso, se sumen los demás?

-Creemos que los pasos que haya que dar los tendrá que decidir la ciudadanía vasca de cada parte del territorio. En cualquier caso, siempre será mejor que, antes de llegar al momento de la independencia, seamos capaces de decidir qué relaciones queremos entre los propios territorios vascos.

En esta misma sala de la sede de Sortu en Donostia se reunieron hace año y medio con el PNV. ¿Cuál es el estado de las relaciones?

-Bueno, buf, ¿el estado de las relaciones? Continúan, lo cual es positivo, pero seguramente, quisiera equivocarme, estemos más lejos de acuerdos que en otro momento. El PNV no está interesado siquiera en acuerdos tácticos y mientras tenga el bastón del PSE-PSN, estará por la labor de apoyarse en ese bastón que por acuerdos con EH Bildu. Para el PNV es mucho más sencillo proponerle al PSE un acuerdo, decirle: ‘Esta es la materia de acuerdo. ¿Cuánto vale tu apoyo?’; y comprarle su apoyo al acuerdo que tratar de hacer un acuerdo de verdad con EH Bildu, lo cual sería más difícil y más costoso, pero también más productivo para este país.

En dos semanas se reúnen con el PNV. ¿Qué temas abordarán?

-En materia socioeconómica, cada parte representa un modelo económico y social muy diferente. Entendemos que tiene que haber una confrontación, pero si queremos que nuestro país deje de ser un país reivindicado para ser una realidad como tal, deberíamos llegar a acuerdos. Por nuestra parte tenemos disposición y compromiso, y así se lo hemos hecho saber, de compartir las tareas en lo social, en lo político y en lo institucional, en lo referente al gobierno...

¿Les han trasladado escenarios postelectorales ya?

-Estamos a cinco meses de unas elecciones forales y municipales. Deberíamos intentar que la mayor parte de las instituciones jueguen el papel de palanca en favor del derecho a decidir. Hemos hablado de los gobiernos que pueden surgir e incluso del propio Lakua. EH Bildu estaría dispuesta a comprometerse para que, en la necesidad de facilitar esa vía Vasca a favor del derecho a decidir, esas instituciones sirvan de palanca y para ello llegar a acuerdos con el PNV.

¿El foco de atención será Nafarroa?

-El cambio político en Euskal Herria viene desde Nafarroa. Desde las luchas sociales, donde se ha desgastado el régimen de UPN, la mayor parte de la ciudadanía de Nafarroa ha asumido que quiere decidir su propio futuro. Ahí está el motor del cambio. El resto de vascos y vascas miramos de reojo a Nafarroa.

¿Podemos puede capitalizar parte de ese descontento?

-Seguramente lo haga si decide participar en las elecciones.

¿Les puede ayudar su presencia si es más sencillo alcanzar acuerdos frente al arco parlamentario actual?

-Como factor nuevo que es, es una incógnita. Sabemos lo que es Podemos como fenómeno mediático, pero no como organización política aún. Cuando hablemos con sus interlocutores sabremos más sobre sus intenciones. De principio, cualquier fuerza nueva participa en una contienda electoral es un adversario, pero después se puede convertir en aliado.

¿Apela a la autocrítica como ha hecho Xabier Olano a la hora de evaluar al Gobierno foral?

-La verdad es que siempre hay que ser autocríticos para no relajarnos y caer en la autocomplacencia, pero creo que en Gipuzkoa hemos hecho una muy buena legislatura con todas las dificultades que tenía el arrancar como arrancamos, teniendo en cuenta cómo se conformó el Gobierno foral. La semilla del cambio político no solo está plantada sino que ha empezado a germinar.

¿Relevar a Martin Garitano es resultado de la autocrítica?

-Es sabido que las anteriores listas se tuvieron que confeccionar en unas condiciones muy concretas y que las nuevas las podemos hacer, por suerte, de otra manera. EH Bildu ha querido hacer una apuesta clara por la capacidad de gestión. Lo hemos querido llevar a todos los campos.

¿Eso no es algo que podría hacerlo quien ya es diputado general?

-Pensamos que en este ciclo es mejor candidato Xabier Olano.

¿Qué escenario postelectoral dibuja para el 25 de mayo?

-Vivimos tiempos de cambios y muchas veces, los cambios sociales van más rápido que lo que muchas formaciones consideran. Quisiera pensar que las urnas van a dar masivamente un escenario a favor del derecho a decidir, que capaciten para un cambio social en Euskal Herria. La sociedad empuja en esa dirección y la mayor parte de la sociedad quiere decidir más cosas, no solo votando cada cuatro años. Quiere tomar decisiones, porque si no, ve el mundo de la política muy distanciado. Es una corriente de fondo que hay en la ciudadanía a favor del derecho a decidir entendido como algo que afecta a todos los campos.