- La falta de apoyo, implicación y voluntad del Gobierno español hace que Euskadi siga teniendo cerrada la vía de acceso a un programa Peace, una iniciativa europea de apoyo político y económico a la convivencia similar a la que desde mediados de los años noventa está al servicio de Irlanda del Norte para promover y consolidar la paz. La comisaria de política regional, Corinna Cretu, lo decía más claro que nadie en un debate parlamentario hace un mes. “Es un programa único dentro de la familia de fondos estructurales. La Comisión Europea ha actuado en Irlanda a petición de los gobiernos de Reino Unido e Irlanda, cosa que no es el caso en el País Vasco. La Comisión ha contribuido a modernizar la economía vasca pero para tener una task force en esa región habría que hacer petición oficial al consejo”, recordaba.

Un obstáculo hoy por hoy insalvable que no impide, sin embargo, a autoridades vascas y asociaciones de todo tipo intentar aprender y cooperar directamente con Irlanda del Norte, tomando nota de sus errores y aciertos y de sus políticas de convivencia. Lo llevan haciendo desde hace varios años a través de la red Peace y, según ponían de manifiesto recientemente Gobierno Vasco y el Seupb, el organismo que gestiona los fondos del programa Peace, lo seguirán haciendo de forma más directa intentando incluir a Euskadi en ese plan, aunque no vaya a tener acceso a fondos económicos. Y es que, si bien la UE seguirá al margen del caso vasco, su compromiso con la pacificación de Irlanda del Norte, casi veinte años después de los acuerdos de paz de Viernes Santo, sigue siendo inequívoco. “Siempre hemos reconocido que este programa no pretende ser una solución rápida. Es un programa estratégico a largo plazo” y “hay evidencias que sugieren que estos programas han contribuido a modificar la actitud de las personas y a construir una nueva sociedad entre todos”, opina Cretu.

A punto de cumplirse dos décadas del lanzamiento del primer Peace, el balance de Bruselas sobre los resultados cosechados por esta iniciativa no puede ser más positivo. “La evaluación ha mostrado un impacto positivo tanto en Irlanda del Norte como en los condados fronterizos. Ha repercutido en más de un millón de personas y ha reunido a comunidades divididas, ayudándolas a reconstruir la confianza”, sostiene la encargada de gestionar la política regional europea. La misma sensación tienen quienes trabajan sobre el terreno, a pie de calle, en alguno de los miles de pequeños o grandes proyectos que desde hace casi dos décadas tratan de aportar su granito de arena a un proceso que aún hoy se enfrenta a grandes obstáculos.

“La verdad es que sin el programa Peace hubiera sido imposible. La financiación europea nos ha permitido abrir una docena de oficinas desde las que impulsar un proceso de diálogo, de reconciliación”, cuenta a DNA Michael Cullbert, director en Belfast de Coiste Na N-Larchimi, una red que lleva recibiendo cofinanciación europea desde 1998 y que da apoyo a miles de expresos republicanos. Según su experiencia, el apoyo político y económico de Bruselas ha sido crucial para favorecer la reunión de presos y víctimas del conflicto norirlandés, desde ciudadanos de a pie hasta soldados británicos y policías. “No ha sido algo que hayamos conseguido de la noche a la mañana. Han sido años de trabajo”, destaca. “No se puede olvidar el pasado pero hay que romper barreras y estereotipos, hay que romper el círculo de la violencia con diálogo”, dice.

Una violencia que ha dejado tras de sí miles de víctimas. De uno y otro bando. “Cuando tenía ocho años, mi padre fue asesinado. Le dispararon 13 veces y terminaron con su vida. Nunca nadie me dijo: ¡Han disparado y matado a tu padre! Recuerdo que alguien me dijo que le había ocurrido algo en Belfast y que sabía qué era. Pasé, de repente, de ser un niño feliz a un adulto con muchas responsabilidades. No me sentí enfadado al principio, me sentí confundido”, cuenta Paddy Gallagher en un relato recogido por el Instituto internacional para la investigación de conflictos de la Universidad del Ulster. “Es bueno mirar hacia el pasado para aprender y crecer, pero sin quedarse ahí”, dice. Su historia forma parte de las miles recogidas en un archivo digital destinado a preservar la memoria de Irlanda del Norte y que ha visto la luz muy recientemente gracias a la aportación del programa Peace III. Lo mismo que otras decenas de iniciativas del pasado relacionadas con la necesidad de preservar la memoria. Mark Kelly, por ejemplo, perdió las dos piernas cuando tenía 18 años en un atentado con bomba cometido por el grupo paralimitar lealista UVF del que no hubo previo aviso. “No voy a minimizar el proceso de rehabilitación y recuperación, ni mi gratitud hacia las fuerzas de seguridad que me sacaron del edificio, pero quiero hacer especial hincapié en la esperanza que todos debemos tener hacia el futuro. Un futuro en el que todos debemos, si queremos que sea realidad, hacer frente al sectarismo endémico que todavía persiste en nuestra sociedad. Es importante que el dinero que nos ha dado la UE se aproveche bien”, relataba en el documental Voces ignoradas, producido hace unos años por el Wave Trauma Center y cofinanciado con ayudas del Peace.

Alumbrado a mediados de la década de los noventa, ad hoc para Irlanda del Norte y gracias al impulso político de los ejecutivos de Londres y Dublín, la iniciativa ha permitido canalizar en torno a 2.000 millones de euros desde entonces. El primero de los programas, destinado a Irlanda del Norte y a los condados fronterizos de Cavan, Donegal, Sligo, Leitrim, Monagham y Louth, estuvo en marcha entre 1995 y 1999 y permitió destinar 500 millones de euros a la reconciliación entre las dos comunidades, al desarrollo económico, al empleo y a la regeneración urbana de una Irlanda del Norte muy empobrecida.

Objetivos En marzo de 1999, en la cumbre de Berlín, los líderes europeos decidieron dar continuidad al programa con el foco puesto en dos objetivos: el desarrollo económico y social y proyectos destinados a abordar el legado del conflicto. Inicialmente fue aprobado para el período 2000-2004 con una asignación de más de 500 millones de euros pero fue extendido hasta 2006 tras la petición del primer minist’ro británico y el Taoiseach irlandés. Un apoyo que ha continuado hasta hoy sin problemas. En el período 2007-2013, la UE volvió a incluir el programa Peace III entre sus objetivos con una dotación de 225 millones de euros que ha servido para financiar iniciativas destinadas a promover la reconciliación de comunidades con proyectos centrados en las relaciones a nivel local, la creación de espacios públicos o la memoria. Y, según los planes de la Comisión Europea, Irlanda del Norte volverá a contar con financiación europea entre 2014 y 2020. El nuevo programa Peace IV recibirá 230 millones de euros de las arcas comunitarias, a los que se sumarán otros 40 millones de contribución nacional.