Kiev - Al menos 54 soldados ucranianos murieron ayer a manos de los rebeldes prorrusos, 49 de ellos tras ser derribado un avión militar, en la jornada más negra para las fuerzas gubernamentales desde el inicio hace dos meses de la operación antiterrorista en el sureste del país. El avión Il-76, que además de sus nueve tripulantes llevaba a 40 militares de elite de la 25ª Brigada Aerotransportada de Dnepropetrovsk, iba a tomar tierra en el aeropuerto de Lugansk cuando fue derribado presumiblemente por al menos dos proyectiles de lanzagranadas lanzados por los insurgentes, que reconocieron la acción.

Otros cinco soldados de la Guardia Fronteriza ucraniana murieron ayer en la ciudad de Mariupol, en el sur de la vecina región de Donetsk, después de que la columna de vehículos militares en la que circulaban fuera alcanzada por fuego de mortero de los rebeldes.

El Servicio de Guardafronteras de Ucrania, muy cuestionado por la opinión pública de su país por dejar en manos de los prorrusos cientos de kilómetros de la frontera ruso-ucraniana, reconoció las bajas que sufrieron sus hombres en la ciudad a orillas del mar de Azov, escenario el viernes de escaramuzas entre los dos bandos enfrentados.

El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, declaró ayer luto nacional para hoy y prometió "una respuesta adecuada a los terroristas" por derribar el avión militar ucraniano. "Todos los implicados en un cínico acto terrorista de esta envergadura serán castigados con toda seguridad. Ucrania necesita la paz, pero los terroristas tendrán una respuesta adecuada", dijo el presidente ucraniano.

Luto oficial por los militares La región de Dnepropetrovsk, donde tiene su base permanente la 25ª Brigada Aerotransportada, declaró luto para hoy y también para mañana lunes. La mayoría de los militares fallecidos en el ataque de los rebeldes, 32 de los 49, procedían de esa región industrial del este rusoparlante de Ucrania.

Varios expertos en defensa e incluso un oficial de la Guardia Nacional de Ucrania, el comandante del batallón Donbass Semion Semenchenko, cargaron con dureza contra los mandos de las Fuerzas Armadas ucranianas por permitir que el avión aterrizara en una zona rodeada por milicianos armados. "La responsabilidad por la muerte de los 49 soldados, además de los ejecutores, recae en los responsables de las Fuerzas Armadas. ¿Dónde estaba nuestra inteligencia militar, si es que la tenemos?", lamentó Semenchenko en su página de Facebook.

Aunque el propio aeropuerto de Lugansk está bajo el control de la Guardia Nacional, sus alrededores están en manos del Ejército del Sureste, brazo armado de la autoproclamada República Popular de Lugansk, que se ha declarado independiente de Ucrania.

Unos 200 manifestantes enfurecidos se concentraron a las puertas de la Embajada rusa en Kiev para exigir "el fin de la injerencia de Rusia en los asuntos internos de Ucrania", como rezaban algunos de los carteles exhibidos por los congregados.

Los más agresivos tiraron huevos y líquidos contra la Embajada y los coches del cuerpo diplomático ruso aparcados frente al edificio, a algunos de los cuales volcaron y pincharon las ruedas. También descolgaron la bandera rusa que ondeaba en el edificio, en medio de la pasividad de las fuerzas antidisturbios que se encontraban en las inmediaciones.

Derriban un caza ucraniano Mientras, los combates entre las fuerzas ucranianas y los prorrusos continuaron toda la jornada tanto en Lugansk como en la vecina Donetsk, donde los insurgentes informaron sobre el derribo de un caza ucraniano y el apresamiento de su piloto.

Instantes antes, el caza Su-25 ucraniano derribado por los rebeldes había bombardeado la comisaría de policía de Górlovka, convertida en cuartel general de los rebeldes en esa ciudad, en un ataque que se saldó con al menos dos muertos y seis heridos graves, según reconocieron las autoridades sanitarias locales.

Las escaramuzas también continuaron en la periferia de la ciudad de Lugansk, bastión de la rebelión prorrusa, con casi medio millón de habitantes, donde las sirenas antiaéreas sonaron varias veces para advertir a la población sobre la posibilidad de un ataque aéreo.

Una veintena de insurgentes prorrusos armados con fusiles de asalto tomaron otra sede del Servicio de Seguridad de Ucrania, en esa ocasión en la localidad de Krasnodon, de 44.000 habitantes y situada en la frontera con Rusia.

Los combates en el sureste de Ucrania se han recrudecido en estos últimos días tras un breve paréntesis a mediados de la semana, motivado aparentemente por los esfuerzos diplomáticos para poner fin al conflicto armado entre las fuerzas gubernamentales y los separatistas prorrusos.