MADRID - "Igualmente, Catalunya votará. ¿O acaso se va a suspender la democracia?" La jornada concluyó como arrancó, entre interrogantes como éste planteado desde el Govern y con el mismo problema, la enquistada voluntad mayoritaria del pueblo catalán, encima de la mesa, tras ejercer el Congreso de muro granítico contra los deseos del Parlament. No hubo resquicio por donde asomara un argumento diferente a los reiteradamente aireados, excepto una alusión cargada de contenido, y que sorprendió a propios y extraños: que el presidente español Mariano Rajoy ofreciera a Artur Mas una salida que siempre ha descartado, la "puerta abierta" a una reforma de la Constitución, que para más inri es la carta a la que se viene aferrando el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba. De hecho, fue éste el camino señalado por el Tribunal Constitucional cuando anuló la declaración soberanista e inquirió a una entente política que permita incluso dar vuelo al derecho a decidir. Por lo demás, el debate sirvió solamente para apuntalar las diferencias, sin saber cuál será el siguiente o definitivo paso en el proceso, después de que 299 diputados, alrededor del 85% de la Cámara rechazara transferir la potestad para la convocatoria de la consulta, tras siete horas de debate parlamentario. La propuesta contó con el apoyo de 47 diputados y la abstención de la representante de Coalición Canaria, Ana Oranas. Tres diputados socialistas faltaron a la votación.

Pese a este resultado el president de la Generalitat, Artur Mas, insistió en que el portazo del Congreso "no es un punto final" y que mantendrá su hoja de ruta soberanista.

Empezó la sesión dándose lectura al escrito que el Gobierno español registró hace un mes subrayando que Catalunya no tiene capacidad para decidir unilateralmente cuestiones que atañen al Estado español en su conjunto, calificando el referendo de "meramente especulativo". Acto seguido, los tres representantes de la Cámara catalana, Jordi Turull (CiU), Marta Rovira (ERC) y Joan Herrera (ICV), esgrimieron su posición respecto a que la diatriba es una cuestión de voluntad política y no legislativa, advirtiendo de que Catalunya ha emprendido "un camino de no retorno pacífico y democrático" hacia la consulta del próximo 9 de noviembre. Conscientes de que su proposición no saldría adelante, se empeñaron en constatar que la parada de ayer no constituye el epílogo del trayecto. Acabada la triple intervención, Rajoy pidió la palabra y salió a escena para, de primeras, replicarles que él mismo cree en Catalunya "más que ustedes", provocando el furibundo aplauso de la bancada del PP, igual que al finalizar su alegato. "Ni la competencia que demandan -a través del artículo 150.2 de la Carta Magna- es transferible, ni el propósito para el que la solicitan es conforme a la ley. Cualquiera de ambas cosas choca abiertamente con la Constitución", avisó el presidente español desterrando la idea de que la solución pasa por el empeño. "Esto no se trata de más o menos flexibilidad, ni de hallar un punto de encuentro, ni de ceder más o menos... No es algo que podamos resolver el señor Mas y yo con un café, aunque hubiera venido hoy -se encargó de afear su ausencia-. Aunque tomáramos 500, seguiría faltándonos lo que no tenemos: la potestad que la Constitución nos niega", argumentó.

A su entender, el hecho de que el debate se celebrara en el Congreso supone el reconocimiento de que es la sede de la soberanía de todos los españoles, matizando que para el objetivo que plantearon los parlamentarios catalanes "hay una puerta abierta, que es iniciar la reforma de la Constitución", lo que no deja de ser un reconocimiento de que la clave reside en la voluntad política. Timorato de que el portazo provoque un crecimiento exponencial del independentismo, Rajoy, que no realizó ninguna propuesta concreta para mejorar la financiación o las competencias de Catalunya, se encargó de apuntar que la negativa de ayer "no significa que se cierren todas las puertas". "No se ha cerrado nada que antes estuviera abierto. Otra cosa es que ustedes reclamen que se abran puertas donde no existen. Hay una puerta abierta de par en par para aquellos que no estén conformes con el actual estado de cosas: iniciar los trámites para una reforma de la Constitución", valoró como escapatoria. Eso sí, con idea de posteriormente rechazarla porque no aprecia consenso ni objetivos claros para ahora remodelarla. No en vano, con la actual mayoría absoluta del PP se trata de una vía muerta. El presidente descartó toda similitud de este proceso con el escocés y definió que el propósito del Parlament es "lo más parecido que se puede imaginar a la isla de Robinson Crusoe". "Lo que pretende ese referendo, independientemente de los eufemismos con que se camufle, es proclamar una soberanía que no existe porque nuestra Constitución no la reconoce", indicó a la representación de la Cámara catalana, a quienes espetó: "Yo amo a Catalunya como al resto de las comunidades. Perdónenme la vanidad, pero yo creo en ella más que ustedes".

en la vía de rubalcaba El PSOE recogió el guante de la reforma constitucional que Rubalcaba siempre abandera, y a ello se refirió el secretario general con un sentido federal. "Admito que los problemas existen. Queremos arreglarlos, queremos hacer una reforma de la Constitución juntos porque queremos vivir juntos", aseguró el líder de los socialistas, quien aludió a que su grupo está formado también por diputados del PSC, todos ellos "socialistas y no nacionalistas", y que defienden un modelo de Estado en el que puedan estar cómodos todos con la identidad que sientan. Tanto Rajoy como Rubalcaba despreciaron el discurso procedente de Catalunya de que "España nos roba". El debate se consumó entre los clichés de rigor de los distintos grupos, con el portavoz de CiU, Duran i Lleida, instando al líder del PP a poner pronto "fecha y hora" para "negociar todo". Así, hasta llegar a una votación sin color. Rechazaron la solicitud PP, PSOE, UPyD, Foro Asturias y UPN; y la respaldaron CiU, PNV, BNG, ERC, Amaiur, Izquierda Plural y buena parte del Grupo Mixto, con la abstención de Coalición Canaria.

El muro españolista hizo de dique de contención al clamor del pueblo catalán. ¿Y ahora qué? El president Mas y la mayoría del Parlament incidirán en su hoja de ruta para que el proceso no descarrile. Pero falta por conocer si cuando se agoten todas las vías legales, la última estación será la de conformarse con mayores cotas de autogobierno, la declaración unilateral de independencia o elecciones plebiscitarias como alternativa a la consulta. Mientras, Catalunya y España amanecieron hoy como ayer, como lo hará mañana, con el problema sin resolver.