Manila. La asistencia a las víctimas del Haiyan en Filipinas se reforzó ayer con la llegada de militares y especialistas de varios países, que empiezan a llevar la ayuda humanitaria a las zonas más castigas hace una semana por el tifón. Las necesidades son colosales, con cadáveres aún por recoger y en estado de descomposición en las calles y decenas de miles de víctimas que carecen de alimentos y agua en la región central del archipiélago.

Los esfuerzos para ayudar a los supervivientes se intensifican, pese a que el gobierno filipino admitió que el flujo es aún lento, una semana después del paso de Haiyan que dejó miles de muertos y a cientos de miles de personas sin hogar. El ministro del Interior, Mar Roxas, contó a los periodistas que camiones con suministro llegaron a 30 de las 40 ciudades de la provincia de Leyte, la más afectada por el tifón. "Cada día es mejor que el anterior. Pero no se avanza lo suficientemente rápido en una situación como ésta, porque son tantos los afectados y tantas las infraestructuras dañadas", dijo Roxas a la prensa desde Tacloban, la capital de la provincia.

Más camiones, suministros de ayuda y trabajadores han sido enviados a Tacloban, centro de las operaciones de rescate, y hacia otras áreas afectadas que se han quejado de una ayuda que llega demasiado lenta. "Todos presionan para que todo sea más rápido, más rápido, más rápido", dijo la portavoz del gobierno, Abigail Valte, en Manila.

"Tenemos que proporcionar apoyo a 1,357 millones de personas y eso supone 140.000 paquetes de comida al día", dijo al tiempo que pidió más voluntarios para empaquetar las entregas en Manila y otras áreas como la vecina provincia de Ceú. Soldados estadounidense ayudan a distribuir la ayuda a los supervivientes desesperados por la falta de comida y agua. Largas colas se formaron a las afueras del ayuntamiento de Tacloban y de los pueblos cercanos para recibir los paquetes de arroz, alimentos envasados y agua.

"Si quieren irse, les ayudaremos" Ante la situación en las provincias de Leyte y Samar, miles de supervivientes huyeron a Manila o las provincias cercanas. El gobierno prometió a la gente salir de las regiones afectadas. "Si quieren irse, les ayudaremos", dijo Valte. "Si quieren volver en algún momento, también. Estamos preparados para ayudarlos donde sea que vayan".

Entre los escombros, que en algunas áreas de Tacoblan alcanza los dos metros de altura, Ernesto Recto, que trabajaba de camarero en un restaurante de hamburguesas, trata de reconstruir su hogar con la poca fuerza que le queda después de haber perdido a seis miembros de su familia. "Perdí a mi mujer, a mi hijo de 4 meses y a otros cuatro familiares. Todos ellos han desaparecido, no sé dónde están", explica este superviviente. "Pero gracias a Dios encontramos vivo a mi hijo de 11 años, que estaba a dos kilómetros del restaurante en el que trabajo, donde acudimos a refugiarnos", dice aliviado.

Ernesto se queja de que sólo ven a las autoridades "pasar por delante de su casa muchas veces, pero nunca se paran a preguntar por nuestro estado" y asegura que la ayuda que distribuyen es mínima e insuficiente. "Nos dieron un poco de arroz, unas cuantas latas y un litro de agua; y eso es para una familia de 10 miembros. Eso es lo único que han hecho", se queja Ernesto.

En esta provincia, se encuentra desde ayer el portaaviones estadounidense George Washington, que amarró frente a Tacloban con toneladas de ayuda humanitaria y 5.000 marines para auxiliar en las tareas de reparto de suministros y seguridad en la región.

El navío de guerra llegó escoltado por los destructores USS Lassen y USS Mustin y cuenta con 80 aeronaves para distribuir alimentos, agua y medicinas en las áreas más remotas donde apenas ha llegado la ayuda internacional. Previo al amarre, el personal de la marina estadounidense descargó en la zona miles de sacos de arroz y otros alimentos desde varios helicópteros que viajan en el portaaviones.

saqueos La seguridad ante los saqueos y la precariedad de los servicios médicos, por la destrucción de gran parte de los centros sanitarios, son algunos de los problemas más acuciantes.

Naciones Unidas afirmó que al menos 4.400 personas han muerto al paso de Haiyan por las provincias centrales del archipiélago, mientras que los damnificados ascienden a unos 8 millones. Horas después de que la ONU hiciera público su cifra de fallecidos las autoridades elevaron a 3.621 el número de muertos.

El jefe del Consejo Nacional de Gestión de Reducción de Riesgo de Desastres, Eduardo del Rosario, manifestó que los heridos ascienden a 12.165 y otros 1.140 se encuentran desaparecidos, informaron los medios locales. Del Rosario reconoció los problemas logísticos que han ralentizado el recuento de víctimas mortales. Haiyan, que ya se ha convertido en el tercer peor desastre natural de la historia de Filipinas, arrasó varias provincias.

"El tifón Haiyan y el huracán Katrina (que en 2005 golpeó la costa este de los Estados Unidos) tenían la misma intensidad. Si Estados Unidos tardó en dar respuesta al desastre meteorológico, cómo no va a tardar un país en vías de desarrollo", comentaba ayer desde Tacloban, Daniel Burgui, cooperante de Acción contra el Hambre.