SEVILLA. Los primeros en quedar libres fueron los sindicalistas Salvador Mera, secretario general de UGT en Cádiz, y Roberto Carmona, exsecretario de Desarrollo Industrial de CCOO en Andalucía, quienes fueron aclamados por varias decenas de sindicalistas y sus dirigentes regionales que permanecían concentrados a la puerta de los juzgados desde primera hora de la mañana.

Las declaraciones ante la juez se prolongaron hasta las 03.30 horas de la madrugada y ni la Fiscalía Anticorrupción ni las acusaciones particulares pidieron prisión para los imputados sino fianzas de responsabilidad civil, que ascendió a tres millones de euros pedidos por la Junta de Andalucía para Manuel Enrique Rodríguez Contreras, exgerente del Instituto de Fomento de Andalucía (IFA) en Sevilla y exdirector de Empleo de la Diputación de Sevilla hasta su detención.

En esta nueva fase de la 'Operación Heracles' contra el cobro de sobrecomisiones en los ERE y la supuesta financiación irregular de los sindicatos fueron detenidas diez personas, de las que siete pasaron a disposición judicial.

También quedaron libres con obligación de personarse cada 15 días en el Juzgado Francisco Casado, exsindicalista de CCOO en Córdoba; Gerardo de la Cruz, exdirector de una oficina de Caja San Fernando en Cazalla de la Sierra, supuestamente usada por los imputados, Ángel Quesada del Valle, apoderado de la empresa que gestiona el hotel Rey don Pedro de Torremolinos (Málaga) y el empresario sevillano José Joaquín Barneto.

La juez imputó a los detenidos presuntos delitos de tráfico de influencias, malversación de fondos públicos, falsedad y delito fiscal, y hoy tiene previsto continuar la toma de declaración a acusados por los ERE con Ramón Díaz Alcaraz, exdiputado andaluz del PSOE y exasesor del director general de Trabajo, imputado de varios intrusos en la empresa Saldauto.

Varias decenas de sindicalistas que portaban en su mayoría pegatinas de CCOO acogieron con gritos de "libertad, libertad" la entrada de los detenidos al Juzgado y les recibieron con vítores al quedar libres, mientras que a la juez le gritaron "fea, hortera y pepera".