vitoria

Todo va a cambiar en la que un día fue la gran despensa de la ciudad. En un año, no habrá vitoriano que reconozca la vieja Plaza de Abastos. Para entonces habrá finalizado una reforma como pocas en Europa, la reconstrucción de un mercado tradicional, con nueva fachada, otra distribución interior y más contenidos. De aquel rincón vibrante en la Gasteiz de los sesenta que luego caería en el pozo de la crisis sólo va a quedar el motor que le da vida, sus pequeños comerciantes. Los que durante casi medio siglo han disfrutado, sufrido, cortado y congelado. Ahora, agrupados a consecuencia de las obras en la primera planta del edificio, aguantan sin protestas "los ruidos, que no son muchos" y aguardan con esperanza al cambio. Un proyecto clave por sus filosofía que gana fuerza en los detalles. Una terraza verde, un ático para la degustación de vinos, un gastrobar... El gerente del lugar, Eloy López de Foronda, los descubre para DNA en una excursión abierta por obras.

A pie de calle ya son visibles los dos meses de reforma. Una valla cerca casi la mitad del mercado por el lado de Jesús Guridi y esa parte de la plaza. Esas paredes de la planta baja han sido derruidas y nada queda dentro de la superficie que ocupaba el supermercado BM, que tras la reforma se ubicará en el sótano, en obras también tras el traslado temporal de las pescaderías al primer piso junto al resto de comercios. Donde antes había estanterías, productos y cajeros ahora trabajan los obreros, para preparar el espacio a todos los puestos minoristas. López de Foronda camina desde la actual fachada hasta el punto donde la loseta se convierte en tarima. Son cuatro metros, la superficie que ganará Abastos hacia adelante en sus vertientes sur y norte. "Y de aquí y hacia adelante habrá un gran porche de otros cuatro metros", explica. Desde fuera se verá la actividad del mercado y desde dentro se vislumbrará el trajín de la ciudad, porque el edificio entero vestirá un armazón de cristal y acero. Los vendedores se confiesan satisfechos por la futura mudanza a ras de suelo. "Vamos a estar juntos y eso va a ser beneficioso, porque desde que en mayo subieron las pescaderías al primer piso hay mucho más ambiente y han crecido las ventas", asegura Raúl Ruiz de Azúa, trabajador de Pollería Elena. "Sí, los clientes están mucho más contentos", sostiene Victoria Jorge. Orlando Acebo confirma la evolución desde su carnicería y aplaude también el traslado previsto por la mejora de accesibilidad que supondrá. "Para muchas personas, tanta escalera y rampa suponía un hándicap", confiesa. "Lo que la gente quiere es comodidad", apostilla Joaquín Izaguirre, "y también hacen falta alicientes para que venga gente nueva, sobre todo jóvenes, que son los que pueden gastar".

Uno de esos incentivos será el gastrobar, que se ubicará en un lateral de la planta baja y abrirá de lunes a domingo hasta las doce de la noche. Lo formarán cuatro pequeños puestos de producto salado y otros cuatro de dulce, donde los clientes podrán saborear la mercancía que se vende en el mercado ya cocinada. "Incluso vamos a ofrecer novedades como el sushi", adelanta López de Foronda. El primer piso, donde ahora están los comerciantes, será ocupado por El Corte Inglés, con 2.000 metros cuadrados de moda y complementos. Y el segundo nivel cambiará como de la noche al día. Una parte será derribada para hacer más alto el techo de El Corte Inglés, la otra albergará el aula de cocina y la sala de catas, y la balconada sur donde ahora se cultivan lechugas y otros vegetales se acristalará por completo para ubicar siete puntos de venta de productos ecológicos, dos de degustación de txakoli y otros dos de vino de Rioja Alavesa. Este singular espacio incluirá una terraza verde, aprovechando los ocho metros que ganará el edificio, "para celebrar eventos cuando el tiempo lo permita". El acceso será posible desde dentro por la sala de catas y desde fuera con un ascensor.

La primera fase de las obras finalizará en noviembre con la construcción del supermercado en el sótano. La reforma continuará con la adaptación de la planta baja a los puestos minoristas, lista en abril de 2014. "Los comercios cerrarán una semana o quince días, como máximo, para efectuar la mudanza", aclara el gerente. Desde entonces, sólo habrá que esperar cinco meses más para la finalización de los trabajos en los pisos primero y segundo. Será entonces, en septiembre, cuando podrá brindarse por el inicio de una nueva historia. "¡Es ilusionante!", afirma Orlando. "Había que adaptarse a los nuevos tiempos para recuperar el magnífico ambiente que había al principio", apuntilla Joaquín. "Estamos confiados", admite Victoria. Si algo llena ahora la despensa de Abastos es la esperanza.