Donostia. Javier Elzo es catedrático emérito de Sociología por la Universidad de Deusto. Oficialmente está jubilado, pero sigue muy activo, participa en investigaciones de distinto tipo y prepara libros y conferencias. Prácticamente dos años desde que ETA anunciase el final de su actividad violenta, y con una crisis que lo inunda todo, el sociólogo guipuzcoano entiende el hartazgo de la ciudadanía sobre este tema.
Parece que la mayoría ya no le presta atención a esta cuestión.
La gente está muy harta, ya estábamos muy hartos cuando ETA mataba. Hubo un punto de inflexión importante, que fue la ruptura de la tregua de 2006 cuando puso la bomba en la T-4 de Barajas. Dentro de la sociedad vasca se impuso una sensación de decir "hasta aquí hemos llegado". Todo está dicho sobre este tema. Ese es el fondo del asunto. Yo veo difícil darle la vuelta a ese tema en el conjunto de los ciudadanos.
¿Es normal que la gente pase?
Si me preguntas si eso es bueno o malo, te diré que eso no es bueno, pero tampoco es bueno que sigamos veinte años más hablando de lo mismo. Tenemos que dar una serie de pasos y hay que darlos pronto. Creo que hay que intentar cerrar el tema de la violencia de ETA y de las otras violencias con cierta premura.
¿Cómo hay que abordar el final de ETA?
Lo que he leído del Plan de Paz del Gobierno Vasco me gusta. Pero no me agrada que hayan decidido eliminar la posibilidad de reconciliación. En lugar de reconciliación se han inventado la palabra reencuentro. Entiendo que la reconciliación no se puede imponer, pero tiene que ser una utopía, no una quimera, a la cual no se puede renunciar.
¿Qué condiciones se necesitan para una reconciliación?
Creo que la reconciliación exige la búsqueda de la verdad, no puede suponer un enmascaramiento de la verdad de la violencia, de la violencia generada en torno a ETA. Se puede discutir si hay que hablar también de la violencia no resuelta de la Guerra Civil y sobre todo de la posguerra. Hay que buscar la verdad sobre lo que ha sucedido. El Instituto de la Memoria deber recoger todos los testimonios que ha habido de violaciones de derechos humanos. Creo que hace falta un reconocimiento y una reparación de las víctimas, de todas las víctimas.
¿Todas las víctimas son iguales?
Sí y no. No todas las violencias son simétricas. No es lo mismo la violencia que ha ejercido ETA durante décadas y la que legítimamente han ejercido las fuerzas de seguridad, cosa muy diferente a las torturas. No podemos olvidar las torturas. Ni siquiera admito la simetría con los GAL porque aquello fue muy puntual y no tuvo la repercusión social ni el peso ni el daño de ETA para la sociedad vasca. Lo que han hecho los GAL, el Batallón Vasco Español o las torturas policiales no está en el mismo plano de la violencia de ETA, que durante cuarenta años se ha considerado representante del pueblo vasco sin serlo, y por eso ha matado, secuestrado y extorsionado.
El Estado también ha vulnerado derechos humanos.
Es verdad en algunos casos, y me preocupan los diferentes tratamientos que la justicia ha hecho de los diferentes victimarios. Aquí yo veo otra asimetría en el tratamiento judicial a los miembros de ETA, que roza lo vengativo, mientras que es absolutamente blanda y laxa cuando el victimario es un miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado. El ejemplo más claro, notorio y público es el general Galindo, que fue condenado a 77 años de cárcel y solo ha permanecido cuatro, mientras que otros que no han matado a nadie llevan una docena de años en prisión por su pertenencia a ETA. La justicia no ha condenado con la misma contundencia las violencias de ETA y las violencias cometidas por las Fuerzas de Seguridad del Estado.
¿Los presos de ETA tienen que arrepentirse?
El concepto de arrepentimiento es difícil de manejar, porque se mueve en la esfera de lo íntimo. Me gustaría que se arrepintieran, pero arrepentirse de qué. Si hablamos de arrepentimiento por el daño causado, no habrá ningún problema, de hecho ya lo han dicho alguna vez y lo dirán. Si se dice que pidan perdón por el daño causado, lo acabarán pidiendo. Creo que también Sortu acabará pidiendo perdón al pueblo vasco.
¿La izquierda abertzale ha tenido alguna responsabilidad en la pervivencia de ETA durante tantas décadas?
Sin ninguna duda, en realidad se han alimentado mutuamente. Sin izquierda abertzale ETA no hubiera aguantado tanto tiempo. En el movimiento del MLNV hay una serie de círculos concéntricos, cuyo núcleo principal es ETA, la vanguardia del movimiento, que no se sabe cuántos eran ni cuántos quedan ahora. En torno a la banda hay un primer círculo que son los que han propiciado que puedan cometer sus atentados; son los colaboradores, los que les han dado información, logística, cobertura... habrán sido unas tres o cuatro mil personas. Luego viene el siguiente círculo, esa parte de la población vasca que entiende que las acciones de ETA no solo son justas sino que estima que, además, son buenas para Euskadi y que gracias a ella se ha podido mantener vivo el fuego del nacionalismo vasco, un nacionalismo socialista a la cubana. Ese es el núcleo más importante y está formado por unas cien mil personas. Lo dicen en pasado pero hace cinco años lo decían en presente. Sin duda, ha sido la izquierda abertzale la que ha mantenido la existencia de ETA todo este tiempo.
¿Qué poso ha dejado ETA en la sociedad vasca?
ETA ha sido derrotada militarmente pero ha conseguido un éxito monumental creando un movimiento dentro de la sociedad vasca, una sociedad paralela al resto de la sociedad. Ese movimiento, incluso ahora que ETA está a punto de desaparecer, existe y con fuerza. Así como ETA fue la última organización terrorista de Europa, en Europa no hay ningún movimiento igual que Sortu.
¿El Sinn Féin, quizás?
No es lo mismo. No lo conozco bien, pero Sortu tiene una estructuración ideológica muy fuerte. Además, Sortu mantiene en sus estatutos su pretensión de ser el representante del pueblo vasco, se arrogan la capacidad de interpretar los deseos de la ciudadanía vasca. Esto es una pretensión totalitarista porque dicen que son ellos los que responden a los deseos de la ciudadanía vasca. Esto no es así, solo responden a los deseos de la gente que les vota y nada más.
¿Ese es el siguiente Rubicón que tiene que cruzar?
Sortu y la izquierda abertzale tienen que darse cuenta de que no representan más que a una parte de la sociedad vasca, que es la que les vota. Pero sí creo que darán el paso de reconocer el daño causado, de comprometerse a no utilizar nunca más las vías violentas para conseguir sus objetivos -cosa que ya han hecho-, y pedir públicamente perdón por justificar las actividades de ETA. Esto no lo harán hasta que logren algún tipo de arreglo al tema de los presos.
¿Ese arreglo vendrá desde su propio mundo o desde fuera?
El PP de Madrid, que no es lo mismo que el PP de Euskadi, se ha enrocado en el inmovilismo y en su cerrazón de no hablar con ETA. En todos los países con problemas de esta naturaleza se ha terminado hablando. Siempre se ha llegado a algún tipo de arreglo. Hay otra solución como la que se dio a la banda Meinhof, meterlos en la cárcel y que se pudran allí. No me parece la vía. Eso lo hicieron los alemanes porque esta banda no tenía una Herri Batasuna detrás, ni tampoco los Grapo. La solución de las Brigadas Rojas en Italia me pareció mucho más razonable y no se puede decir que no cumplieran sus condenas.