los agricultores alaveses llevan ya muchos meses mirando hacia el cielo. En realidad siempre lo están haciendo, su actividad está supeditada a él, pero después de sufrir uno de los inviernos más lluviosos de la historia reciente sólo esperan que la climatología se comporte a partir de ahora de forma más equilibrada. Que no arroje tanta agua ni tan poca, como sucedió el año pasado, marcado por la fuerte sequía. Las pérdidas derivadas de las inundaciones producidas a lo largo del territorio histórico son todavía, a día de hoy, incalculables, aunque de un volumen extraordinario.

Según los datos aportados a este periódico por la Unión Agroganadera de Álava (UAGA), 1.200 hectáreas de cultivo resultaron afectadas por las constantes lluvias de los pasados meses de enero, febrero y marzo, lo que se ha traducido en cosechas de cereal perdidas en su totalidad, en un retraso muy importante en la recogida de la remolacha, otro de los puntales de la agricultura en la provincia, y en un desfase también considerable en la siembra de la patata. Más problemas para el sector primario, que no atraviesa precisamente por una situación boyante desde hace ya unos cuantos años.

Gorka Barredo, agricultor de Lantarón y miembro del comité ejecutivo de UAGA, no duda en calificar de "catastrófico" para la agricultura alavesa este último invierno, sobre todo en algunas zonas del territorio. La Llanada, desde Gasteiz hasta Araia, se ha llevado la palma, donde según Barredo se han dado unas pérdidas "desorbitadas". Especialmente en lo que concierne al cereal, el trigo, la cebada o la avena, entre otros, que es el cultivo con mayor peso específico en el territorio en cuanto al volumen de hectáreas cultivadas. En muchos casos, el campo se encuentra en una situación "garrafal" tras haber estado sumergido bajo las aguas durante semanas.

En sólo tres meses, ha llovido tanto en la Llanada como suele hacerlo durante un año normal. Y en consecuencia, los campos de cereal han sufrido un estrés hídrico muy importante, lo que ha incidido en un mal desarrollo de las plantas y en la aparición de hongos, entre otros males. "Todas las siembras de invierno están muy dañadas. Los trigos de las zonas que se han inundado están muy mal y las cebadas tienen una dosis de enfermedad que no pueden con ella, lo que nos hace tener más gastos a la hora de poder sacar una producción más digna que nos dé beneficios", detalla Barredo.

También en la Llanada, cientos de hectáreas de remolacha se han visto seriamente afectadas por la lluvia, hasta el punto de que la planta no ha podido comenzar a recogerse hasta estos días en muchos casos. Normalmente, la remolacha se arranca a mediados de enero y vuelve a sembrarse a finales de marzo, pero la mala situación del campo ha retrasado todo el proceso. Ni ha podido recogerse la cosecha ni, por supuesto, ha podido volver a sembrarse. "Esto es lo que realmente nos ha roto todos los esquemas", lamenta Barredo.

Aunque el mayor volumen de cultivo perdido haya sido el de cereal, la merma económica quizá sea aún mayor para la remolacha, porque arrancarla ahora, con tanto retraso, trae de la mano una pérdida de calidad en el producto que repercutirá también, a buen seguro, en un menor precio pagado por la industria, que no es demasiado alto precisamente. En menos de diez años se ha reducido a la mitad, de los cerca de 50 euros por tonelada a los 25 actuales. La Azucarera de Miranda de Ebro abrió ayer sus puertas y todavía hay fincas en las que ni siquiera se ha podido entrar a recoger la remolacha al encontrarse "impracticables". Barredo precisamente iba a hacerlo ayer, poco después de hablar con este diario.

La siembra de la patata, que normalmente comienza a finales de marzo, también acumula un retraso muy importante por este mismo motivo. Los campos se encuentran en muy mal estado y, además, aunque hayan mejorado, su preparación requiere de mucho tiempo. La siembra del maíz o del girasol, que comenzarán próximamente, también sufren demoras considerables. "Invertimos el tiempo en cosas que ya tenían que estar hechas y no en las que habría que hacer ahora", sintetiza Barredo.

problemas en valdegovía Otra de las zonas especialmente afectadas por la lluvia ha sido la de Valles Alaveses, especialmente en el entorno de Valdegovía. "Aquí va a haber también una pérdida económica seguramente elevada, porque no se ha podido trabajar bien en la fertilización y se está entrando malamente a luchar contra las malas hierbas. Es un problema grande", lamenta Barredo. En esta zona, muy conocida por su tradición patatera, los cereales también han pasado a ocupar de forma destacada el primer puesto del ranking de cultivos, muy por encima de la remolacha y de la propia patata. Los precios "desorbitadamente bajos" que siguen pagándose a los agricultores por el tubérculo han hecho que muchos de ellos dejen de sembrarla, al no tener garantizado el logro de beneficios. "Un año puedo hacerme rico y al otro arruinarme", resume el agricultor.

El año pasado, sólo se pagaron cinco pírricos céntimos por el kilo de patata, cuando hace ya unos cuantos años que las Juntas Generales establecieron un precio mínimo de 15 céntimos para que los productores lograran rentabilidad. "Mucha gente dejó de sembrar patata en Valdegovía el año pasado por este motivo", advierte Barredo. A todo esto se suma que el cereal, por suerte, sí ofrece rendimientos importantes, lo que ha empujado a numerosos agricultores a volcarse exclusivamente en él.

Sin desmerecer las pérdidas sufridas en otras zonas, Barredo también apunta a Trebiño y a la zona de Murgia como otros dos de los puntos más críticos del territorio como consecuencia de las fuertes lluvias. Y aunque no se atreva a calificar a Rioja Alavesa como la zona menos afectada, el profesional sí reconoce que esta temporada será bastante mejor que la anterior, cuando la sequía provocó que en algunas zonas se produjese una merma de hasta el 80% de recogida de uvas. "Aunque Álava sea pequeña tenemos diferentes climatologías, lo que hace que unos años sean buenos para unos y otros para otros", resume Barredo.

Cuantificar económicamente las pérdidas que se han producido es "difícil", porque habrá que esperar al desarrollo de los cultivos de primavera. Entretanto, los agricultores se afanan en remontar el vuelo, sembrando nuevos cereales, echando nitratos, fertilizando los campos y preparando la ya citada siembra de remolacha.

Al margen de todo ello, el agricultor espera que las instituciones, en especial la Diputación alavesa, ayuden de forma más decidida a un sector que atraviesa una situación tan complicada. "Esperamos que se tenga en cuenta que este año ha sido catastrófico para algunas zonas, porque el apoyo institucional ha faltado totalmente hasta ahora. No sé si tanto económico, de que den dinero, sino de intentar resolver nuestros problemas y apoyar al sector primario para que se le ayude en estos casos", sintetiza Barredo. A su juicio, el departamento foral de Agricultura "no ha estado a la altura de las circunstancias". Cuando se produjeron las primeras lluvias importantes, de hecho, "tardó mucho en reaccionar" y en hacer gestiones para declarar como zona catastrófica las áreas afectadas.