L A historia de Ismael es tan real como estrambótica, básicamente por su desmedida relación con las redes sociales, un extremo que sin quererlo convirtió a este joven madrileño en un adicto. Tan exagerada llegó a ser su dependencia de Twitter que incluso una popular multinacional de refrescos utilizó su historia como reclamo para una campaña de marketing donde su mujer, real, y su grupo de amigos, también reales, trataban de desintoxicar a este informático de su aguda dependencia. La historia de @elbicharraco, que así es como acostumbra a navegar por Twitter y que al cierre de este reportaje sumaba casi 71.000 seguidores, no era ni es muy diferente de la que padecen miles de internautas como él. Personas absolutamente enganchadas al rigor de los 140 caracteres, siempre en estado de alerta y necesitadas de que todo en su vida, incluso un simple microondas, gire en torno a esta red social "para que cuando se está calentando el vaso de leche me dé tiempo a escribir un par de tuits", reconoce este protagonista con la misma ansiedad con la que activa sus dos pulgares para redactar sus mensajes. Tal es su dependencia. 24 horas al día. Un "enganche" que incrementa exponencialmente conforme aumenta su número de seguidores. Una diabólica espiral para la que, de momento, parece no haber cura.

En realidad, la historia de Ismael es la suya y la de su smartphone. Un inseparable apéndice que todos los días se activa a las 8.30 horas, cuando toca diana. Ahí comienza la rutina. De lunes a domingo, sin excepción. Primer chequeo al TL (time line) de la noche anterior, rastreo de nuevos seguidores, envío, tal vez, de algún MD (mensaje directo) y, sobre todo, primer tuit del día. En su caso, alguna "tontería" que con el tiempo ha comenzado a tornarse en cosa seria. Cuando su cuenta alcanzó los 500 followers (seguidores), Ismael tomó consciencia del poder de esta herramienta. "Es increíble que tanta gente lea todas las tonterías que escribo", reconoce el joven en un momento del documental, que inserta a continuación una secuencia de imágenes donde se aprecia su dependencia de esta red social. Al salir de la ducha, en el ascensor, mientras camina por la calle, en el autobús, en la máquina de café del trabajo, en el servicio... Ismael escribe unos 50 tuits al día pero reconoce que le gustaría poder escribir muchos más, "tuitear en todo momento". Si no lo hace, advierte, es porque debe atender antes a su trabajo. Su familia, que aguanta como puede, hace ya tiempo que asumió un papel secundario en esta relación a tres.

¿es adicto y no lo sabe? Aunque exagerada, historias como la de Ismael se cuentan por miles. Tal vez usted, lector de estas líneas, sea también un adicto a la red del pajarito azul aunque no lo sepa. Pueda que sea uno de los 5,5 millones de usuarios que Twitter ha logrado captar en España -200 millones en todo el mundo- desde que se lanzara hace hoy siete años. Conductas como las arriba descritas o las que se detallan en el cuadro que acompaña este artículo pueden darle una idea de su presunta adicción, pero de lo que no cabe duda es de que el fenómeno Twitter se ha convertido en una herramienta indispensable de información para un público objetivo "enorme", coinciden los expertos. ¿Por qué? "Porque sirve para todo y además en tiempo real, generando una interacción infernal a la que resulta difícil resistirse", reconoce en un vídeo de Youtube uno de los cientos de adictos que alardean periódicamente de su dependencia de esta red.

Demasiados mitos Pero, ¿qué tiene esta red social para enganchar tanto y a tantos? DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha reunido a cuatro usuarios habituales de la red de redes (con el permiso de Facebook) para tratar de encontrar respuestas. Todos conocen de sobra el universo Twitter porque dependen, en mayor o menor medida, de él para desarrollar sus trabajos. Así que el debate celebrado en la redacción de este diario enseguida pone coto a los mitos y falsedades que rodean a este red social. Estereotipos relacionados con el perfil de quienes están detrás de este tipo de herramientas. "Ni somos freakes, ni bichos raros ni nada parecido. Simplemente personas con ganas de relacionarnos con otros personas desde un plano personal y profesional", sostiene Juanjo Brizuela -@juanjobrizuela-, profesional vinculado al sector del marketing y la comunicación.

Coincide su apreciación con la que @yoriento, uno de los perfiles más activos en Euskadi, encendió la red hace unas semanas. "No somos adictos a Twitter, somos adictos a las personas", sostuvo Alfonso Alcántara entonces. En el fondo, detrás de ambos mensajes no existe sino una reivindicación para defender un nuevo modelo de comunicación, una forma absolutamente revolucionaria de comunicación que integra en una única plataforma lo que antes ocupaba una radio, un vídeo, una cámara de fotos o una grabadora. "Las redes sociales como Twitter o Facebook han venido para quedarse, así que cuanto antes asumamos su verdadero potencial, que es inmenso, será mucho mejor para todos", advierte por su parte Iruri Knörr -@iruri-, de Ideateca, una aceleradora de proyectos alavesa con sede en Bilbao y San Francisco que desarrolla aplicaciones de juegos para móviles.

Adicción y Twitter son dos conceptos que no casan muy bien. O al menos no en el ideario profesional de estos cuatro alaveses, que insisten en la necesidad social de dejar de hablar de adicción y sí, en cambio, de comunicación, de un "nuevo medio", advierte por ejemplo Cristina Juesas, @maripuchi en la red y cofundadora, entre otros, del blog Una docena de... Cree esta profesional que resulta necesario "mayores dosis de formación y pedagogía" en todos los estratos sociales para evitar los estereotipos y, de paso, aprender a moverse por este tipo de herramientas en lugar de demonizarlas, "que es lo fácil y lo que siempre se tiende a hacer cuando uno se enfrenta a lo desconocido", matiza Knörr.

Esta falta de "educación social" que sostiene Brizuela tal vez explicaría la aversión que redes como ésta despierta entre quienes no la utilizan o defienden. Un rechazo sin fundamento, cree Alberto Cabello -@pixelillo en la red-, que entra en contradicción con sólo echar la vista atrás un par de décadas, en pleno boom de los videojuegos. "Entonces éstos eran vistos como algo tabú, nocivos y altamente adictivos; hoy resulta que gran parte de las aplicaciones derivadas de aquella tecnología se utilizan para facilitar el emprendizaje".

La defensa de este grupo de adictos (en el buen sentido de la palabra) a Twitter se debe a dos cuestiones fundamentales: su extraordinaria inmediatez y su integración como plataforma única de comunicación, dos aceleradores que cada día generan un tráfico mundial de 65 millones de tuits. Los masculinos se centran en asuntos relacionados con el trabajo, mientras que las mujeres prefieren tuitear para mantenerse en contacto con amigos o conocidos. "Lo dicho, Twitter te ayuda a estar mucho más integrado si cabe en tu entorno profesional y personal", apunta Juanjo Brizuela.

Cambio cultural Son realidades y datos para un fenómeno que no tiene pinta de querer marcharse. Y que lejos de enganchar o ser adictivo supone una oportunidad profesional y personal histórica. "Lo que hace falta de verdad son ganas y voluntad de conocer las redes sociales", insiste la responsable de marketing de Ideateca. Un cambio cultural tan necesario como urgente donde la actitud y el conocimiento ayuden a socializar una herramienta de este calibre. Porque, al fin y al cabo, lo que este patio de vecinos del siglo XXI que representa Twitter no difiere mucho de lo que el ser humano, desde su origen, siempre ha practicado: la exhibición y el cotilleo. Sobre estos dos fundamentos precisamente se fraguó el éxito de Facebook.