Tan sólo un año y medio ha durado el dirigente vecinal Ángel Lamelas como asesor de participación ciudadana de Javier Maroto. Hace nueve días, anunciaba su dimisión ante la imposibilidad de trabajar en lo que él pensaba que era el objetivo de su puesto: mejorar la relación entre el Ayuntamiento vitoriano y las asociaciones de la ciudad. En lugar de afrontar esa labor, enseguida se vio absorbido por la gestión de la Cita con el alcalde. Él dice que porque el programa fue más exitoso de lo previsto, decidido a convencer al mundo de que la suya ha sido una ruptura amistosa y no forzada. Pero nadie cree tal cosa dentro del movimiento vecinal. Tanto la aplastante mayoría que criticó la creación de este puesto como los poquísimos que creyeron que podía servir para algo están convencidos de que el PP sólo quería hacer creer que deseaba potenciar la participación ciudadana, con un burdo golpe de efecto que ha quedado en muy poco tiempo en evidencia.
El perjudicado, al final, ha sido el propio movimiento ciudadano. Una máxima en la que coinciden todos los portavoces vecinales consultados por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. Por un lado, porque creen que en este tiempo no se ha avanzado nada en el ámbito de la participación. Por otro, porque está demostrado que la incursión en política de quienes dicen trabajar desinteresadamente por el bien de Vitoria acaba restando credibilidad a los demás. Bien lo saben los más veteranos del tejido asociativo de Gasteiz, como Ana Osaba, Paquita San Bartolomé o Rafa Ruiz de Zárate, siempre ajenos a las siglas y a las guerrillas que tanto se llevan ahora entre algunos representantes de barrio.
"Cuando Maroto creó esa figura de asesor, no entendimos a santo de qué venía", apostilla Osaba, "y la verdad es que hemos seguido utilizando los cauces tradicionales de comunicación entre las asociaciones y el Ayuntamiento". La líder vecinal de Ariznabarra-Prado tampoco llega a comprender por qué Lamelas entró al Ayuntamiento gasteiztarra como supuesto dinamizador del tejido asociativo de la ciudad "sin renunciar a la presidencia de Ipar-Arriaga ni a su puesto en la junta directiva de la FAVA". Es un reproche que lanzan todas las asociaciones que trabajan al margen de esta federación en la ciudad, porque "no se puede estar en misa y repicando". "Y aunque algunos seamos más serios que otros, al final la sensación que se da es de mucho personalismo, de demasiado protagonismo y de poca formalidad", considera esta curtida portavoz.
Paquita San Bartolomé estuvo del lado de Lamelas cuando, durante la pasada legislatura socialista, el ya exasesor del alcalde trató de agrupar al movimiento vecinal en contra de proyectos polémicos como la estación de autobuses o el palacio de congresos de Euskaltzaindia. Esa cercanía le permite asegurar que "este chico ha demostrado buena voluntad y ha hecho más de lo que ha podido". No obstante, al conocer su nombramiento ya dijo que "no tenía sentido que alguien que cobra de un partido político vaya a defender a las asociaciones vecinales" y, un año y medio después, está convencida de que el tiempo le ha dado la razón. "Su puesto no ha dado resultado alguno porque no le han dejado hacer y, aunque él defendiera que iba a ser independiente, eso es imposible. No se puede nadar y guardar la ropa", afirma.
Desde que ella llegó a Abetxuko, al principio con hábitos de monja y luego como tendera, tuvo claro que si se dedicaba a defender las necesidades del barrio y de Vitoria lo haría "al servicio del pueblo, nunca de la política, por mucho que cada uno tenga su ideología". Esa máxima empujó a Uribe-Nogales a salir de la FAVA, una federación de asociaciones que agrupa ya a menos de la mitad de los colectivos vecinales de la ciudad. De igual forma lo hizo Ariznabarra-Prado. "Se perdían en otros intereses y no nos sentíamos representados", resume Ana. Por eso, ni la una ni la otra se han preocupado en pensar si la plataforma empezará a ser especialmente beligerante con el PP ahora que Lamelas, su expresidente y todavía miembro de la junta, no le va a deber nada. "Nosotros a lo nuestro", dice Osaba, "a seguir trabajando con planteamientos serios y aplicando el sentido común".
Otra activa asociación que "no ha tenido relación" en este año y medio con Lamelas es Barrenkale. Su octogenario presidente, Rafa Ruiz de Zárate, cuenta que sólo contactó con él "una vez de casualidad" porque se equivocó de oficina. Por eso, el anuncio de la dimisión no le ha producido ni frío ni calor. "No dudo de que él pudiera ir con buenas intenciones, pero estaba claro que sólo iba a ser un subalterno y que el PP no le iba a dejar hacer". Lo dice desde la seguridad que da haber sido líder obrero en la dictadura y luchador desde la vanguardia del movimiento vecinal, de haber estado siempre al otro lado de la trinchera. "Si aceptas la invitación de un partido político"-alerta- "te estás poniendo a su servicio y, para colmo, estás perjudicando a todo el movimiento asociativo".
Ruiz de Zárate tiene claro que el equipo de gobierno del PP orquestó "una estrategia" con la contratación de Lamelas para aplacar a parte de los colectivos vecinales. Y no le extraña, porque tiene la convicción de que el Ayuntamiento gasteiztarra "no sólo no cree en la participación ciudadana, sino que se opone a ella". Más allá del "inoperante" funcionamiento de los consejos sectoriales y territoriales, lamenta cómo los procesos administrativos para solicitar las ayudas económicas destinadas a las asociaciones se llenan de trabas. "Ahora, para justificar los gastos de oficina hay que confeccionar un dossier, cuando saben que no tenemos los conocimientos ni la capacidad para hacerlo", critica.
Dentro de la casa de Lamelas, tampoco hay quien se crea que ese flamente puesto de asesor iba encaminado a fomentar la participación ciudadana. El presidente de la FAVA, Antonio Estébanez, tiene claro que su predecesor "ha sido honrado y se ha ido porque no le han dejado hacer". Es algo que él imaginaba desde el principio, por lo que no le pilló de sorpresa el anuncio de dimisión. "Basta con conocer las actuaciones de Maroto, que basa gran parte de su Presupuesto municipal en vender imagen. Es un pequeño dictador, pero no sólo con el movimiento vecinal, también con los grupos de la oposición", censura el líder de la federación, convencido de que "no hay voluntad en el Ayuntamiento para que mejore" la participación ciudadana.
Como buen defensor de Lamelas, Estébanez sostiene que si el alcalde se hubiera dejado aconsejar la relación con las asociaciones habría mejorado. "Como todos los políticos" -dice- "ha perdido el contacto con la realidad". También cree que el hecho de que su compañero haya trabajado a cuenta del PP no afectará a la FAVA. Desde que asumió el liderazgo de la federación, su obsesión ha sido "conseguir un movimiento limpio, sin politizaciones". Y está convencido de que lo está consiguiendo, a pesar de que todas las asociaciones que están fuera de esta red continúan mirándola con el mismo recelo de siempre. O incluso con más.
Que Lamelas y no otro fuera el elegido por Maroto ha alimentado aún más la polémica, ya que el exasesor tiene tanta facilidad para hacer buenas migas como para ganarse detractores. En este segundo bando está Ioseba Martínez de Guereñu, perteneciente a la última hornada de portavoces vecinales de Vitoria. Tampoco a él le sorprendió que se acabara la etapa de Lamelas en el Ayuntamiento, porque "sabíamos que se estaba remodelando el Servicio de Participación Ciudadana y querían prescindir de él, aunque no esperábamos que él diera el paso". Tras conocer que dimitía, la reacción del presidente de Burdinbide fue de satisfacción. "Una persona no puede ser al mismo tiempo juez y parte en el movimiento vecinal, ni tratar de vender independencia cuando se debe a quien le paga", sostiene.
Martínez de Guereñu advierte, además, de que Lamelas "no es de fiar" porque "la información que le llegaba al principio de las asociaciones la utilizaba en su beneficio". Por eso cree que el equipo de gobierno le fue "desplazando" en sus funciones, a sabiendas de que ningún colectivo iba a querer usarle como correa de transmisión. No obstante, ahora que Lamelas está fuera, el portavoz de Burdinbide cree que el PP va a dejar de tener una legislatura tranquila. "La FAVA ha estado bastante callada todo este tiempo, pero ya corren rumores de que van a empezar a sacarse trapos sucios", asegura. ¿Por qué si no -se pregunta- la carta que envió Lamelas a las asociaciones para informar de su dimisión empieza por un Los papeles no siempre se los lleva el viento? Suena a aviso a navegantes, porque a veces es después de la falsa calma cuando llega la tormenta.