son algo similar al gran hermano de las enfermedades, los máximos responsables de que estén perfectamente controladas y vigiladas para evitar problemas de salud pública. Virus, bacterias, microbacterias o parásitos ponen el nombre a su preocupación, esos agentes capaces de alterar el normal día a día de los ciudadanos e incluso provocar situaciones de alerta sanitaria en casos muy especiales. El listado es tan largo que casi podría acaparar todas las líneas de este reportaje: Gripe, varicela, paperas, tuberculosis... Este ojo que todo lo ve se constituyó en Álava en el año 1996, fruto de un decreto aprobado por el Gobierno Vasco, aunque los profesionales que lo integran llevan mucho más tiempo trabajando en el territorio en esta materia, ejerciendo de muro de contención contra estas y otras muchas patologías.
Se trata del Servicio de Vigilancia Epidemiológica, un organismo que depende del Departamento vasco de Salud y que se encarga, entre otras misiones, del control de las enfermedades transmisibles y no transmisibles, de los brotes epidémicos que puedan generarse, así como de mantener un conocimiento actualizado sobre estos agentes perniciosos y establecer las bases para investigar frente a otros nuevos. Un trabajo metódico que Olatz Mokoroa, epidemióloga en la Subdirección de Salud Pública de Álava, conoce muy bien y algunos de cuyos secretos ha mostrado a este periódico.
No existe una época del año tranquila para Mokoroa, porque salvo la gripe, la patología de la que se notifican más casos a lo largo del año, no existen otras enfermedades estacionales, propias de una etapa concreta, que permiten intensificar las labores de control y prevención. En este caso, antes de que llegue el invierno. La gran mayoría, por contra, aparece sin previo aviso. "Nuestro trabajo habitual, el de todo el año, consiste en controlar las enfermedades de declaración obligatoria, un listado de patologías de las que nos advierten los médicos de cabecera y que, si hay que investigar, investigamos", advierte la epidemióloga. Se trata, en efecto, de una cadena donde todos los eslabones tienen un protagonismo esencial.
Cuando una de estas enfermedades consideradas de especial importancia para la salud pública entra en la consulta del facultativo, aunque sólo exista una sospecha de contagio, éste está obligado a notificarla al Servicio de Vigilancia. En función de las características y peligrosidad de la patología, la declaración puede ser meramente numérica -no incluye los datos nominales del afectado-, como sucede con la propia gripe, la infección gonocócica, la sífilis y la varicela; individual, cuando sí se elabora una ficha personalizada del paciente para identificar factores de riesgo y establecer medidas a tomar en función de cada protocolo -parotiditis, hepatitis, tuberculosis y otro amplio grupo-; o urgente, cuando la enfermedad detectada requiere de una intervención rápida para cortar la transmisión. En este grupo se encuadran el sarampión, la rubéola, el botulismo, la triquinosis y la infección meningocócica.
Aparte, existe un grupo de patologías objeto de reglamentación y vigilancia para la Organización Mundial de la Salud, también de declaración urgente, cuya presencia en Álava apenas tiene precedentes. Mokoroa, a lo largo de su carrera, de hecho no se ha encontrado con ningún caso en el territorio: Son, en concreto, la cólera, la fiebre amarilla, la peste, la difteria, la poliomelitis, la rabia y el tifus exantemático, patologías importadas de países en vías de desarrollo.
las más comunes Junto a la gripe, de la que se detectaron 3.076 casos en Álava a lo largo del pasado 2012, las patologías de declaración obligatoria más comunes en el territorio también están provocadas por virus: Son, en concreto, la varicela -1.400 casos el año pasado, casi todos en niños- y la parotiditis, las conocidas paperas, con 202 casos el año pasado. El caso de la varicela es "normal", según Mokoroa, por el hecho de que las autoridades sanitarias no se plantean su erradicación. Sin embargo, el de las paperas sí es especial, dado que suele presentarse en Álava de forma cíclica, en picos epidémicos, "cada cuatro o cinco años", según explica Mokoroa. En 2007, por ejemplo, se notificaron 311 casos en el territorio, pero en los años sucesivos éstos descendieron de forma acusada. 46 en 2008, 11 en 2009 y sólo siete en 2010. Al año siguiente volvió a producirse un brote, con 204 casos.
Existen varias teorías al respecto. La primera es que, a pesar de que los niños son vacunados en dos dosis con la triple vírica -contra la rubéola, el sarampión y las paperas-, está demostrado que la eficacia del componente parotiditis en la inmunización es más bajo que en el caso de las otras dos patologías. Dicho de otra forma, que la vacuna protege mucho mejor contra el sarampión y la rubéola, de las que ya apenas se dan casos autóctonos.
Se han publicado, además, varios trabajos que describen la progresiva pérdida de la efectividad vacunal de este componente a partir de los diez años de inmunización, al margen de que aún existe un grupo importante de personas que en su día no se vacunaron contra las paperas al tratarse de una elección personal. La circulación de capas de virus más virulentas explica también la proliferación puntual de casos. No se trata, sin embargo, de una enfermedad especialmente grave.
La cuarta patología de declaración obligatoria dentro de este ranking es la tuberculosis, que "siempre ha estado ahí" a pesar de esa etiqueta que le acompaña de enfermedad antigua y casi desaparecida. En 2012 se detectaron 37 casos en Álava y sólo un año antes, 59. El año pasado la tos ferina se subió a este top cinco con nada menos que 15 casos en la provincia, el mayor registro de los últimos seis años. "La efectividad de su vacuna cae todos los años", admite la epidemióloga.
En lo que respecta a otra patología causada por virus, el sarampión, a pesar de darse casi por erradicada recientemente ha regresado con cierta fuerza a la provincia. No se veían casos desde 1997, pero en 2011 se detectaron tres, dos de ellos importados desde África y el tercero contagiado aquí por contacto con esos dos primeros. La rápida transmisibilidad de esta patología disparó las alarmas en el servicio.
Otro de los campos fundamentales de actuación de este organismo es el control de los brotes causados por toxiinfecciones alimentarias, que obligan a buscar con rapidez el origen del problema para tomar las medidas correctoras pertinentes. En ocasiones, se dan casos de alerta sanitaria, como con los brotes de salmonela, a pesar de que han bajado de forma considerable durante los últimos años por la intensificación de los controles sanitarios. El año pasado, por ejemplo, se notificó el primer brote de anisakis en Álava, un parásito que se encuentra en las vísceras y el intestino de los pescados que puede producir lesiones en el tubo digestivo. Más grave puede ser el botulismo, presente en conservas en mal estado, del que no se han notificado casos en los últimos seis años. O la triquinosis, otra patología causada por un parásito que se origina por el consumo de carne cruda o mal cocida, frecuentemente de jabalí. En 2008 se produjo un brote muy importante de triquinosis en Álava, que dejó 39 afectados. Desde entonces, la enfermedad no ha vuelto a hacer acto de presencia.
Mokoroa no recuerda alertas sanitarias especialmente graves durante los últimos años, aunque reconoce que "ahora, a toro pasado, todo se ve con más tranquilidad". Una de ellas fue la provocada por esa gripe A que finalmente no fue tan fiera. Otra, la que causó un importante brote de meningitis en 1997, cuando todavía no existía una vacuna para paliarla. Bastante antes, en 1991, una intoxicación alimentaria afectó a decenas de personas que participaban en un certamen de canto internacional celebrado en Gasteiz, llamado Europa Canta.