lLEGAN los días en los que más desplazamientos se registran de todo el año. La Semana Santa ya está aquí, y pese al mal tiempo y las apreturas del bolsillo todo el que puede huye raudo de Vitoria en todas direcciones. Para que la fuga masiva de ciudadanos estresados sea posible, miles de personas dan el do de pecho estos días en gasolineras, estaciones, cafeterías de carretera, talleres, trenes y autobuses.

Antonio Maeso, supervisor comercial de Adif en la estación de ferrocarril de Vitoria con treinta años de experiencia, afirma que el tren sigue vivo, que es una opción para marcharse de vacaciones, pero con todo las cosas han cambiado. Estamos en el siglo XXI y la gente prefiere comprar su billete por teléfono o Internet que hacer una cola interminable en el singular edificio del extremo sur de la calle Dato.

"Antes había más personal, se trabajaba por las noches porque había más trenes nocturnos, había colas desde primera hora de la mañana hasta última hora de la noche, ahora ya no", afirma. Así, con las 15 personas que trabajan a turnos en información y billetes en la estación de Vitoria da para atender a los viajeros en estos días de ajetreo, un ajetreo diferente también al de tiempos pretéritos.

"Se nota el aumento en la venta desde el último mes, de cara a las vacaciones, los trenes van más llenos y hay más movimiento en la estación, pero no más venta de billetes, sólo hay lío por anulaciones y cosas de esas", explica Maeso, quien explica que actualmente sólo se forman colas "en momentos muy concretos, por trenes puntuales, normalmente de media distancia y regionales, que funciona menos con venta anticipada".

En la estación de tren se da un fenómeno curioso. El vestíbulo y los andenes están a rebosar y en un minuto aquello se convierte en un páramo. Son las horas punta, cuando llegan los trenes de largo recorrido que viajan hacia Madrid, Barcelona y Galicia. Antonio explica que mucha gente se dirige a la capital de España para tomar trasbordos hacia el sur, y otros van hacia Irun para tomar el TGV, pero en este caso la opción suele ser el tren de media distancia.

En cuanto a los turistas que vienen a Vitoria, Antonio afirma que no son muy visibles en la estación de tren, sobre todo comparado con los propios vecinos de la capital alavesa que llegan de sus vacaciones en el ocaso de la Semana Santa. En cualquier caso, el tren sigue siendo una opción competitiva para desplazarse. "Se usa igual que antes, todo depende de los servicios que haya, si hay capacidad la gente lo utiliza, y de hecho en estos momentos puntuales no damos abasto". Uno de los servicios que más éxito ha tenido en los últimos tiempos es el Alvia a Madrid. Atrás quedaron los tiempos en los que para llegar a Chamartín había que pasarse seis horas mirando los campos de Castilla por la ventana. "La oferta ha ido aumentando, hay más horarios para ir y volver, y eso trae más ocupación y demanda, los viajeros están muy contentos con este servicio" señala Antonio, para el que, después de muchas nocheviejas, nochebuenas, días de Navidad y de Año Nuevo trabajando, lidiar con la Semana Santa es un juego de niños.

Saltamos al asfalto. Iñaki Burgaleta, responsable de la cafetería Cafestore del área de servicio de Lopidana, explica que el establecimiento, ubicado en sentido Irun, registra más movimiento al final del puente. "En dirección Madrid-Burgos esta tarde (por ayer), el jueves y el viernes habrá mucha gente que va a La Rioja, bilbaínos, guipuzcoanos y demás; aquí se notará el regreso el domingo por la tarde y el lunes, y algo el martes también, y además veremos también portugueses que suelen ir a su país en Semana Santa", afirma.

los mismos viajes, menos gasto Iñaki explica que, aunque el público se priva de gastos que antes sí se permitía, sigue saliendo de vacaciones. "Hay incluso momentos de agobio, a la hora del desayuno y así, todos queremos todo a la vez, pero sí hay algo menos trabajo que en años anteriores", señala, principalmente porque aunque la gente viaja igual, consume menos. "Lo típico, desayunan café y bollo, pincho de tortilla a media mañana y bocatas de jamón, no piden cosas raras, refrescos para el camino y salir cuanto antes", afirma.

Además de los vascos que viajan a La Rioja y Burgos, por este tramo de la N-I viaja "mucho cliente de Madrid que sube a esquiar o va a Francia, y mucho portugués que vive en Francia, Luxemburgo o Suiza y que en cuanto tiene cuatro días de fiesta se va a su país", explica Iñaki, quien asegura que los magrebíes no viajan tanto en esta época del año y que, además, cada vez más se decantan por el avión. "De Marruecos y Argelia viene más gente en verano, cuando la operación del Estrecho, pero cada vez van más en avión, por el tema de los vuelos baratos, o cogen el ferry en Italia. Además -señala- las segundas y terceras generaciones bajan menos a sus países de origen". De hecho, se da un fenómeno nuevo. "Igual baja un coche con el equipaje de dos familias y las personas van en avión, les sale más rentable", explica.

Como para preguntarle a un empleado de Repsol si trabaja mucho en Semana Santa hay que pedir permiso con antelación a la dirección de comunicación de la petrolera en Madrid, y además está terminantemente prohibido hacer fotografías de sus gasolineras de Lopidana, DNA sondea a los trabajadores de la estación de servicio Foronda, en la N-622, donde las cosas no son tan complicadas. Diego Fernández responde a este medio mientras atiende a una pequeña pero inagotable cola de clientes. "Aquí se suele notar sobre todo la salida, ya la vuelta no tanto, y los días de fiesta está esto muertito", señala. Lo habitual en esta gasolinera, en Semana Santa, es atender a "gente que va a esquiar y extranjeros", pues desde que se construyó la autopista AP-1 el tráfico ha aumentado bastante. En gran medida porque, como muchos vitorianos saben, "han tapado el cartel de San Sebastián en la autovía para que vengan por aquí" y contribuyan a hacer rentable la Vitoria-Eibar. En estos días, por otro lado, "la gente llena el depósito", aunque en días normales "el que antes llenaba ahora echa treinta euros, o quince o diez".

Junto a esta gasolinera de Avia, Quico Jiménez se lleva uno de los primeros vehículos averiados esta Semana Santa. Quico trabaja en Paleta, empresa que cuenta con once grúas moviéndose continuamente por el territorio alavés, porque a pesar de que la siniestralidad ha caído en picado, las averías siguen a la orden del día, y además ahora son todas electrónicas y por tanto más difíciles de solventar en el momento. "Sale una lucecita y hay que parar, los viejos los apañábamos como podíamos y ya está, ahora no podemos hacer nada", señala Quico, quien insiste en que "la gente está mucho más concienciada y que por ello la carretera da cada vez menos disgustos.

Aunque la mayoría de los desplazamientos importantes se dan en autovías y autopistas, las grúas de Paleta trabajan mucho durante estos días en vías de doble sentido, porque "la gente se mueve mucho de pueblo en pueblo" y eso sí, suele ser bastante paciente cuando el coche dice basta. "Alguna bronca que otra hay, pero le echan paciencia, también porque en Vitoria tardamos poco, en veinte minutos o media hora estás, en las capitales grandes pueden estar esperando dos o tres horas y es muy distinto", señala.

Jon Catediano atiende el punto de información de la estación de autobuses que, un par de horas antes de la hora punta de la operación salida, ya está a rebosar de público. "Desde la semana pasada se ha notado bastante el aumento de viajeros", explica Jon, quien apunta al Levante, Andalucía y la costa catalana como los destinos más demandados por los vitorianos. "Luego Barcelona y Madrid, sobre todo para coger vuelos, y también La Rioja, que está aquí al lado pero está yendo mucha gente".

Por otro lado, Catediano explica que con la venta online "se nota que hay menos gente, aunque luego vienen los problemas de Internet; la gente cree que ha pagado pero no está segura, se les bloquea el ordenador antes de terminar la operación, no saben si hay que imprimir el billete o no... reduce el trabajo pero lo aumenta por otro lado".

Al repasar el perfil de los usuarios del autobús, Jon aprovecha para comentar un fenómeno que ha detectado y para el que no tiene explicación; lo único que sabe es que es real. "En Semana Santa hay es más gente joven, pero no sé por qué, los fines de semana y los días de vacaciones llaman más hombres que mujeres, y de lunes a viernes más mujeres; es raro pero es así".