eL oficio de político pasa por sus horas más bajas. Cierto es que la meritocracia a menudo brilla por su ausencia en las cúpulas de las formaciones, y que la corrupción, si no ha campado a sus anchas entre la clase política, sí se extendió como una metástasis cuando el dinero fluía alegremente en el sector privado y los contratos públicos se vendían -no siempre, no por parte de todo el mundo- al mejor postor.

No es menos cierto, sin embargo, que a pesar de los sobres, los indultos a la banca, los chantajes a empresarios, las comisiones ilegales, las mentiras, el espionaje, el trasiego de dinero negro o el saqueo de las cajas de ahorro, hay quien ha seguido haciendo política de verdad, aquella actividad que, como le gusta decir al exalcalde vitoriano José Ángel Cuerda, es el arte de procurar el bienestar de los ciudadanos.

No hay que ir muy lejos para encontrar personas que entraron en política por vocación, que no cobran, que pierden sus horas de ocio, y lo peor, sus horas de sueño, por causas muchas veces perdidas. Gente que hasta hace no mucho se ha jugado la vida por sus ideas, gente que ha repetido en el cargo contra la voluntad de su familia, gente que se pelea con el banco no por su dinero, sino por el de su pueblo. No hay que ir muy lejos porque muchos de estos políticos, la mayoría probablemente, se mueven en el ámbito local, alejados de los focos pero cerca de los contadores de la luz, de las zanjas, del centro de salud, del bar, del monte público o de las fincas de sus vecinos.

Fernando Pérez de Onraita, alcalde de Iruraiz-Gauna, es una de esas personas que ha renunciado a muchas horas de tiempo libre para dar servicio a un ayuntamiento compuesto por once pequeños pueblos -Azilu, Alaitza, Arrieta, Erentxun, Ezkerekotxa, Gauna, Gazeo, Gereñu, Jauregi, Langarika y Trokoniz- que apenas suman poco más de medio millar de habitantes.

"Aquí el día a día son los pequeños problemas que tienen las juntas administrativas, ellos no tienen gente preparada para sacar los papeles que necesitan y nosotros hacemos esa función de gestoría para ellos", explica Fernando, que compagina su trabajo de agricultor con la gestión, y hasta hace bien poco de forma gratuita. "Desde esta última legislatura tengo un sueldo de 500 euros mensuales brutos", explica este joven alcalde, que saca el tiempo para gestionar el municipio "de donde se puede, por lo menos un par de horas todos los días", y al que el cargo lo supone bastantes dolores de cabeza, porque "siempre haces las cosas con buena intención, pero nunca salen a gusto de todo el mundo".

De salir adelante como Ley el todavía proyecto de Reforma de la Administración Local que planifica el Gobierno central, los municipios más pequeños, como el de Iruraiz-Gauna, se verán condenados a desaparecer, un cuestión que preocupa a Fernando. "Desapareceremos como municipio, por no hablar de las juntas administrativas, las borran del mapa, y a ver luego quién va a gestionar el tema de caminos, montes, aguas, etcétera", explica.

El alcalde de Iruraiz-Gauna recuerda, y éste por cierto es un argumento recurrente en los concejos alaveses, que "los montes están como están gracias a las juntas administrativas, que son las que los han cuidado hasta ahora". Además, "las aguas también son competencia de las juntas, y no todo el mundo está consorciado, hay quien tiene su propio manantial; y por otro lado los caminos son de titularidad de las juntas aunque se arreglen con fondos de la Diputación. No sé -se pregunta Fernando- quién se encargaría de todo esto, supongo que en las grandes administraciones hay temas más importantes que estos".

un municipio sin deudas Esas tareas tradicionales de las juntas alavesas son las que durante décadas han acometido los políticos anónimos de pueblos que ahora, en muchos casos, viven ahogados por las deudas. No es el caso de Iruraiz-Gauna. "Nosotros somos un municipio bastante humilde, nuestro presupuesto está en 430.000 euros, pero estamos completamente saneados", señala Fernando, quien explica que el dinero del contribuyente se va en este municipio en "sobre todo en nóminas y servicios a las juntas administrativas" entre las que se reparte el superávit cada año.

Los alcaldes de municipios de estas características no responden a las dudas y reclamaciones de sus ciudadanos a través de ruedas de prensa, lo más habituales que atiendan al contribuyente casi desde el tractor. "No sólo me plantean las reclamaciones en la calle, sino que vienen a buscarme a casa o al almacén, o a la finca donde esté trabajando, y como nos conocemos a veces atiendes de buen grado y otras cuesta más", explica el primer edil de Iruraiz-Gauna, quien en todo caso asegura que en general la relación con los vecinos es buena. "Con las juntas también; en otros ayuntamientos no sucede así, pero nosotros entendemos que nos debemos a las juntas, a los concejos".

Fernando cree que el desprestigio en el que ha caído la actividad política "es lógico por todo lo que estamos oyendo, pero aquí afortunadamente no venimos a hacer política, nos juntamos las distintas fuerzas municipales y lo que defendemos son intereses, no ideas", afirma. Además, recuerda, aunque se presenta a las elecciones en nombre de un partido político, no está afiliado y por ello sus decisiones al frente de la alcaldía de este pequeño municipio alavés son absolutamente soberanas.

Joseba Koldo Garitagoitia sí que militó en un partido, pero lo dejó precisamente por las servidumbres ajenas a la pura y dura gestión de un municipio que implica sacarse el carné. Ahora es alcalde de Dulantzi por la Agrupación Independiente de Alegría-Dulantziko Talde Independientea. "Yo llevo ya muchos años en este mundo, empecé en el año 99 como concejal y en principio milité en una agrupación política, pero quedé desencantado de este mundo y decidimos hacer una agrupación independiente sin doctrinas ni nadie que nos mandara, recogiendo el malestar que había entre la población. Legislatura tras legislatura nos hemos presentado y hemos llegado a la alcaldía", recuerda.

Casos como el de Dulantzi los hay por toda la geografía vasca. Las plataformas vecinales surgen en núcleos pequeños donde la ideología y la reparación de las aceras o la gestión del agua parecen casar peor que en las ciudades. Joseba cree que esta situación se da porque "al final los políticos están desprestigiando su oficio y creando este malestar entre la gente, por eso surgen grupos como los nuestros". En el caso de AIA-DTI sobran candidatos para completar las listas, en una localidad de casi 2.500 habitantes, cuyo alcalde, al igual que Fernando Pérez de Onraita, se las arregla como puede para sacarle tiempo al tiempo.

el alcalde autónomo "Tengo una pequeña empresa, llevo muchos años trabajando en lo mío, y ahora mismo estoy liberado, pero entre comillas, porque al final ser socio de una empresa conlleva que no la puedes dejar de atender. Cuando salgo del Ayuntamiento -prosigue- me vengo a trabajar, y cuando tengo algún sábado o domingo libre lo mismo, lo compagino porque al final, en la política no sabes si vas a seguir o te van a decir que te tienes que buscar la vida". En su caso particular es aún más necesario no perder de vista su fuente de ingresos privada. "Los que hemos trabajado de autónomos toda la vida no podemos desatender la empresa", afirma.

Por otro lado, en Dulantzi Joseba lidia con "los problemas de todo el mundo; la situación económica que vivimos es muy dura y cada vez nos cortamos más el grifo por todos lados, la recaudación cada vez es menor y el margen de maniobra que tenemos para hacer inversiones que teníamos en mente durante la legislatura se va haciendo más pequeño, y en muchos casos tienes que ir quitándotelos de la cabeza porque no se puede hacer", lamenta. Principalmente se trata de pavimentación de calles, saneamientos, todo ello "para atender bien al ciudadano", pero hay también "otro tipo de proyectos novedosos, como los huertos ecológicos o el compostaje comunitario, diferentes cosas que nos interesa implantar en Alegría". Sin embargo, el gran problema, la gran causa por la que el municipio pelea desde hace ya muchos años es la construcción de un instituto de ESO que "en su día el Gobierno Vasco dijo que iba a implantar, incluso les cedimos los terrenos". Garitagoitia aprovecha para "recordar al PNV, que era uno de sus mayores defensores", que saque adelante el proyecto ahora que gobierna en Ajuria Enea.

Con la Diputación, Joseba afirma que la relación "no es ni buena ni mala", y subraya que "el hecho de ser un grupo independiente no nos está condicionando sobremanera", lo cual no quiere decir que otros no salgan beneficiados por el hecho de pertenecer a tal o cual sigla. "La política funciona como funciona, muchas veces algunos partidos a cambio de votos sacan tajada para sus pueblos, y ese no es nuestro caso porque por ahora, y digo por ahora, no tenemos representación en ningún órgano superior a los municipios, pero todo llegará".

Según la política de alianzas que se trabe en cada tiempo político "nos quedamos en la cola todos los que no pactamos los presupuestos, eso nos pasa a nosotros, como le pasa a Bildu y al PSE, es lo de siempre, quien pacta con el que está en el poder es el que se lleva parte de la tajada, esa es una de las cosas de la política que nunca he llegado a entender y que nunca me va a entrar en la cabeza", afirma el alcalde de Dulantzi.

Al igual que ocurre en Iruraiz-Gauna, al alcalde de Alegría sus vecinos le asaltan por la calle con sus quejas, pero también con felicitaciones. "Lo habitual es que salgas a la calle, estés tomando un pote, o de juerga, o haciendo lo que sea y alguien se te acerque, pero eso es lo tenemos asumido desde el momento en que nos presentamos y es lo que pasa en todos los pueblos pequeños. Cualquier problema que tenga un vecino te lo comunica directamente, en las grandes ciudades hay equipos técnicos que se encargan de todas las áreas y la carga social no es tán grande", explica Joseba, quien asegura que lo peor del cargo es el dedicar al pueblo horas que corresponden a su familia. "Muchas veces incluso estás de cena o comida, te llaman al teléfono y te tienes que marchar porque se ha ido la luz, o porque está nevando y hay que coger el quitanieves; es lo que peor se lleva, tanta atención para los demás y muchas veces desatiendes a la familia", lamenta.