el panorama de los medios de comunicación en general, y de los audiovisuales en particular, ha cambiado mucho y es muy difícil. Los ingresos por publicidad se han derrumbado y también ha bajado la subvención que reciben los medios públicos. Además, las televisiones se mueven en un entorno muy competitivo desde que la tecnología digital permitió multiplicar el número de canales. E internet ha establecido nuevas pautas de consumo, también en el terreno audiovisual.

A pesar de todo, y en parte por las circunstancias citadas, este es quizás el momento de cambiar el modelo de radio y televisión públicas vascas. "¿Cambiar el modelo?", se preguntarán algunos, a la vez que les viene a la cabeza el consejo ignaciano de no hacer mudanza en tiempo de desolación. Para responder a la pregunta empezaré señalando que la misma existencia de medios públicos de comunicación, por normal que nos parezca o universal que sea, es algo extraño. Nadie se plantea hoy que haya un periódico público, por ejemplo; pero pocos cuestionan que haya radios y televisiones públicas. Y lo cierto es que, de haberla, la única razón que justifica ese carácter es que presten un servicio público. Y esta debería ser, -me parece a mí-, la clave de la redefinición que tendría que abordar el grupo EITB. La condición de servicio público se justifica por las funciones de informar, formar y promover la cultura. Y a esas hay que añadir, también, una oferta de entretenimiento lo más adecuada posible al cumplimiento de las funciones dichas.

Creo que otras consideraciones deben tener una entidad inferior. Me refiero, específicamente a las audiencias, porque la obtención de altos niveles de audiencia no tendría por qué ser el objetivo principal ni siquiera de los más importantes. Es muy difícil que la televisión pública (el panorama radiofónico es algo diferente) de un pequeño país pueda aspirar a competir en audiencias con las grandes empresas del sector, máxime en los productos cuya realización o adquisición requiere mucho dinero. Pero hay ámbitos en los que puede prestar un buen servicio.

En el terreno del entretenimiento y tratando, al menos en cierto grado, de cumplir las funciones antes dichas, hay margen para realizar una oferta digna. En este aspecto hay dos elementos que no se deben olvidar; uno es el entorno sociocultural de EITB, porque los medios públicos no le deben dar la espalda en ese terreno. Y el otro es el sector audiovisual vasco. En ese sector hay empresas y profesionales que han demostrado capacidad para innovar haciendo productos de calidad, y es bueno apostar por ellos.

El apartado informativo es también muy importante. Los medios del grupo EITB deben ser la principal referencia informativa vasca. Han de ser lo más imparciales posible y, por supuesto, deben estar lo más a salvo posible de los intereses coyunturales de los gobiernos. Es muy fuerte la tentación de los agentes políticos de intentar incidir en la orientación de los contenidos de los medios públicos, sobre todo en los espacios informativos; ha habido y hay buenos ejemplos al respecto. Pero los medios públicos no deben ser del color del cristal de las gafas gubernamentales ni, por las mismas razones, tampoco del color de las gafas ideológicas de quienes conforman las redacciones. A estas alturas está claro, además, que los medios de comunicación ni cambian gobiernos ni pueden impedir que cambien, y Euskadi es un notable ejemplo de que puede haber gran distancia entre la orientación ideológica de los medios de comunicación y la de sus consumidores. Así pues, no solo no se debe tratar de incidir en los medios desde la esfera política, sino que, además, actuando de esa forma tampoco se obtienen los resultados que se buscan.

En definitiva, mi respuesta es que sí, que en EITB sí hay que hacer mudanza en tiempo de desolación.