CON la aprobación del proyecto en el Consejo de Gobierno del pasado martes y su registro en el Parlamento el jueves ha quedado lanzado el trámite presupuestario, un debate que lleva sobre la mesa desde que en mayo de 2012 Antonio Basagoiti rompiera su acuerdo con el gabinete de Patxi López. Esta referencia político-temporal no es baladí porque explica en buena medida, al margen del contexto de gravísima crisis económica, el complejo escenario al que se enfrenta ahora el Ejecutivo de Iñigo Urkullu para lograr que el Pleno del 10 de mayo apruebe sus presupuestos, un auténtico ejercicio de equilibrios constreñido por el estrechísimo margen que, advierte el Gobierno, permiten las Cuentas para negociar.

En el tablero hay cuatro actores, aunque el Gobierno parece haber elegido de salida a un compañero de partida, descartada de inicio la opción de EH Bildu y teniendo en cuenta que la vía del PP no es suficiente por sí sola, aunque los populares expresan abiertamente su disposición a un acuerdo, allanado a priori por los acuerdos en Araba y Bizkaia y el reciente consenso en torno al canon de capitalidad.

Aun logrando esos 10 votos serían necesarias más alianzas. La opción considerada a priori menos probable en Lehendakaritza es fraguar el apoyo de PP y UpyD, que también barrunta su enmienda de totalidad. Esta fórmula sumaría mayoría absoluta, pero tiene la dificultad de unir dos partidos que mantienen su propia y particular pugna. La abstención del PP podría ser suficiente si se une a la abstención del PSE.

deshielo, pero menos Así que el PSE ha sido el objetivo implícito de todos los mensajes del Ejecutivo, modesto guiño incluido en la presentación de las Cuentas -insuficiente para el PSE- con la traída y llevada auditoría a las cifras del anterior gabinete, que protagonizó en gran parte la campaña electoral jeltzale, para confirmar que no detecta desviación en los datos. Arrancar el apoyo de los socialistas (16 votos) valdría al PNV para conjurar una prórroga presupuestaria que, como el propio Urkullu ha advertido, "no es posible" por el abismo que separa el contexto financiero de las Cuentas de 2012 respecto a las previsiones de este año: para empezar, 1.132 millones de euros menos de gasto.

Pese al deshielo -fruto del cual se han cerrado nombramientos como el de la dirección general de EITB-, las relaciones entre ambos distan mucho de permitir atisbar en este momento un acuerdo que apuntara al menos a una abstención. Por un lado, decía el consejero de Economía que este proyecto habría sufrido el mismo recorte "hubiera gobernado quien hubiera gobernado", entre otras cosas porque fue el Consejo Vasco de Finanzas inmediatamente posterior a las autonómicas de octubre el que fijó la previsión de ingresos para este año.

Y precisamente ahí radica uno de los factores que condicona la posición de los socialistas: el PNV rechazó con firmeza desde la oposición durante la anterior legislatura una reforma fiscal que permitiera incrementar los ingresos de las haciendas, un problema que ahora ha heredado en gran parte el gabinete Urkullu. Ahí podría entrar en juego la vía de conversaciones iniciadas entre jeltzales y socialistas en torno a política fiscal.

Con este punto de partida, los socialistas vienen armando en los últimos tiempos su discurso para apuntalar su oposición a las Cuentas. Patxi López fue tajante hace unos días: no lograr sacar adelante los Presupuestos será "un fracaso" para el Gobierno Vasco.

La enmienda de totalidad es la opción más probable en estos prolegómenos de la negociación, ha advertido un PSE que en el último tramo de la anterior legislatura ya hizo leit motiv de su oposición a los recortes llegados desde el Gobierno Rajoy. En este sentido, el tijeretazo de 711 millones de euros en gasto social supone un serio obstáculo o un perfecto asidero, según se mire, para no apoyar las Cuentas.

"buscar la Luz en 2014" Con esos mimbres, las referencias de la distancia que ha separado a las bancadas jeltzale y socialista en los plenos monográficos dedicados a política fiscal y empleo y recuperación económica evidencian las dificultades de acercar posturas en unos Presupuestos que, como ha reconocido el lehendakari, sacrifican inversión destinada a la reactivación -Urkullu habló de "buscar la luz en 2014"- en favor del mantenimiento del gasto social.

Todo esto hace prever, incluso así se espera en Lehendakaritza, que la negociación presupuestaria será ardua y maratoniana, que probablemente el Gobierno Vasco tendrá que lidiar con varias enmiendas de totalidad y que tendrá que trabajarse la aprobación hasta el último momento. El Pleno de las enmiendas de totalidad está previsto para el 26 de abril.

El Ejecutivo, sin embargo, mantiene la confianza en poder conjurar la prórroga, precisamente haciendo ese ejercicio de realismo al que apela a la oposición. "No vale decir, como argumenta el PNV, que ellos fueron responsables en la oposición absteniéndose -ha sentenciado Pastor-. Sabe que su voto no era decisivo porque Patxi López se había trabajado los acuerdos suficientes". Y es que la prórroga, más allá de sus innegables y graves efectos económicos, tendría una importante lectura política: el fracaso en el primer gran reto de la legislatura de la decisión de gobernar en solitario, fiando la gobernabilidad a la famosa geometría variable. Sobre la mesa, la hipótesis a medio plazo de un pacto de estabilidad. Basagoiti lanzó el guante públicamente hace unas semanas, los socialistas no cerraron la puerta antes de la investidura.