AL plato, no a la basura. A pesar de la crisis, en España sobra comida. Se calcula que nueve millones de toneladas de alimentos al año son directamente arrojadas al contenedor y que cada consumidor desperdicia alrededor de 135 kilos al año, que equivale a cerca de 300 euros depositados íntegramente en el cubo de la basura. "En realidad sobra comida, pero la gente cree que como la ha pagado, puede tirarla", dice Manuel Bruscas, un consultor social muy concienciado con el despilfarro alimentario. La iniciativa de Bimbo de vender productos más baratos a punto de caducar cerca de los colegios ha reavivado esta polémica.
Con el fantasma del hambre recorriendo muchos hogares, el Gobierno del PP estudia ahora un sistema de etiquetado que amplíe la fecha de caducidad de algunos productos como el yogur y evite el desperdicio de alimentos. Con el objetivo de maximizar el rendimiento de la cadena agroalimentaria, el Ministerio de Agricultura y Alimentación prepara nuevas etiquetas. "El consumo preferente es una fecha con un margen de seguridad muy alto. Trabajamos para ver cómo diferenciar entre consumo preferente y caducidad", subraya el ministro Miguel Arias Cañete. "Vamos a buscar un sistema de etiquetado más sofisticado que permita un margen de maniobra mayor donde pueda haber un problema de sabor, pero no de salud", reconoce. En concreto, en el caso del yogur, lo que solicita la industria es prolongarlo casi una semana frente a los 28 días actuales.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) considera, sin embargo, preocupante que la fecha de caducidad de los alimentos se fije por criterios comerciales, tal y como revelan diversos estudios realizados por sus técnicos. Dichos informes, realizados tras analizar productos como jamón york, salmón ahumado o alimentos precocinados, concluyen que a veces las fechas son muy optimistas y otras veces muy conservadoras y no responden a criterios sanitarios. Para Ileana Izverniceanu, portavoz de esta asociación de consumidores, "las fechas no se fijan realmente con un criterio de seguridad y calidad del producto, porque se basan en acuerdos de los fabricantes con los productores". Por ello, la OCU advierte de que lo que se plantea el Ministerio "no es tan fácil como alargar una fecha".
Manuel Bruscas mantiene, no obstante que se puede evitar este despilfarro con tres alternativas. "La primera, la concienciación. Es muy importante que los ciudadanos sepamos que estamos despilfarrando mucha comida. Cuando vamos al súper tenemos que coger todos los tomates, no solo los más bonitos... Segundo, trabajando con la industria para crear un código de buenas prácticas y publicar cifras de lo que están despilfarrando, y tercero, mejorando todo el eje de la redistribución para que la comida se pueda canalizar hacia los que más la necesitan", explica Bruscas.
con lo que se tira
Alimentar a 43.000 familias
"Solo con los productos frescos de los supermercados que son desechados anualmente se podría alimentar a unas 43.000 familias de cuatro miembros durante todo un año", calcula José Manuel Busto, presidente de la Federación española de Bancos de Alimentos, que también solicita al Gobierno que flexibilice la normativa para poder aprovechar la comida fresca que desperdician los supermercados.
El dispendio de alimentos no es, ni mucho menos, culpa solo de los supermercados y grandes superficies. En realidad, de los nueve millones de toneladas de comida que se tiran a la basura al año en España, la mayoría (42%) procede directamente de los hogares. La industria alimentaria desecha otro 40%, los restaurantes el 14% y los supermercados el 5%. Un número que sería incluso muy superior si se incluyeran, los residuos de alimentos de origen agrícola generados en el proceso de producción o los descartes de pescado arrojados al mar.
Aunque en el Estado español hay 54 bancos de alimentos, -el mayor número en todo el mundo-, estos organismos no dan abasto ante el aumento de familias que solicitan su ayuda. Mientras los europeos siguen tirando una media de 180 kilos de comida cada año, casi todo el mundo mira hacia otro lado.
Pocos ciudadanos declaran tirar comida y desde los grandes centros de distribución se aclara que "hay excedentes causados por su packaging o porque la promoción no ha salido bien. Para estos casos tenemos acuerdos con varias oenegés y asociaciones, como Cáritas, a las que repartimos estos alimentos, declaran. Por su parte, Carrefour, una de las compañías bandera, recuerda que colaboran con bancos de los alimentos desde el 2000 y que disponen además de la Fundación Solidaridad Carrefour, a través de la que realizan dos veces al año una campaña de recogida de alimentos.
Aunque desde la distribución comercial se afirma que se está teniendo un comportamiento solidario a través de los bancos de alimentos y "bajando los precios de nuestros productos en un momento de crisis", existe un tipo de artículo que sí acostumbra a terminar en los contenedores. Se trata de los productos frescos. La mayoría de pequeños y medianos súper, al finalizar el día, tiran alimentos como pescados, pan y similares que, por su caducidad, no se pueden donar, lo que provoca que en las grandes ciudades los más necesitados rebusquen en los contenedores. En estos momentos, en España viven nueve millones de personas en situación de pobreza, que para comer dependen, en buena medida, de la solidaridad.
globalización agroalimentaria
El peaje de los alimentos ideales
Sin embargo, demasiadas veces las culpas recaen en los grandes centros de distribución porque requieren de un alto número de productos para tener los estantes siempre llenos, aunque después caduquen y se tengan que tirarlos. En estos centros se producen errores en la confección de pedidos, problemas de envasado y deterioro de los alimentos frescos. "Podrían tener menos productos, pero para parecer que tienen las estanterías llenas y dar una falsa sensación a los consumidores, termian tirando demasiado", critica de nuevo Manuel Bruscas.
Y es que según un informe del Instituto de Ingenieros Mecánicos, institución de gran prestigio en Gran Bretaña, el mal almacenamiento, fechas estrictas sobre vencimiento en el empaquetado y consumidores muy exigentes son las causas del desperdicio. En el caso del Reino Unido, un 30% de los vegetales no se cosechan porque el aspecto que tienen haría más difícil su venta en los mercados. El director de Energía y Medioambiente del instituto, Tim Fox, recalca que "la cantidad de comida desperdiciada en todo el mundo es asombrosa, comida que podría ser utilizada para alimentar a una creciente población mundial". "Además, es un derroche innecesario de tierra, agua y recursos utilizados en la producción, proceso y distribución", añade.
Fox recalca el impacto de la globalización alimentaria al servicio de los intereses de la agroindustria ya que los supermercados exigen "alimentos perfectos de apariencia para poder venderlos". De este modo, si la comida no cumple unos determinados criterios estéticos, no se considera rentable su distribución, se deteriora antes de tiempo y, por supuesto, se desecha.
42%
Casi la mitad de los desperdicios -el 42%- se genera en los hogares
60%
En restaurantes, un 60% de lo que se tira es por la falta de previsión
10%
Corresponde a sobras de los platos
21%
Una de cada cinco personas vive en España en el umbral de la pobreza
9
En el Estado español se tiran cada año nueve millones de toneladas de comida que halla en buen estado
50%
A lo largo de toda la cadena agroalimentaria, del campo al hogar, se pierde hasta el 50% de alimentos perfectamente sanos y comestibles
La teórica caducidad engañosa
Dos de cada tres europeos tiran automáticamente cualquier artículo si ha vencido su fecha de caducidad.
La 'tiranía' del aspecto ideal En el campo, si el producto no cumple con los canones estéticos exigidos, al agricultor le resulta más barato dejar el alimento que recolectarlo.
El 'delirio' de las ofertas
Dejarse llevar por ofertas de última hora y reclamos tipo 2×1 o envases que no se adecúan a nuestras necesidades propician el tirar la comida.
Los problemas del etiquetado
El mal almacenamiento, fechas muy estrictas sobre la caducidad y consumidores muy exigentes son las causas de este ingente derroche.
Consumidores poco 'desarrollados'
El desperdicio per cápita de los consumidores en Europa y Norteamérica es de 115 kilogramos al año, producto de una compra masiva y una mala planificación alimentaria.
La mitad, al cubo de la basura
Un tercio de la residuos sólidos que se genera es comida que ha ido a parar la cubo de la basura. En total, 2.000 millones de toneladas.
Prohibido mirar en el contenedor
En Girona decidieron cerrar los contenedores frente a los súpers con llave para evitar que la gente los revisase. En Madrid, este hábito puede conllevar multas de 750 euros.