Es fácil seguir el rastro que deja Olentzero. Y no es por el carbón, ni el humo de su pipa, ni siquiera el olor de los múltiples animales que, como cada año, acompañaron anteayer su paso por Vitoria y buena parte del territorio alavés. Las huellas son los papeles multicolores y los juguetes que escondían que, sólo un día después, se dejaron ver en la capital alavesa. Eran regalos con sonrisa. Para niños y padres.

El tiempo no acompañó demasiado. Pero, mientras las nubes aguantaron, los niños y niñas gasteitztarras quisieron salir a la calle para disfrutar de sus presentes, esas peticiones que el carbonero volvió a hacer realidad. Y este año ha sido más difícil que en anteriores ocasiones. La crisis también aprieta los deseos. Ya en noviembre, los jugueteros españoles (AEFJ) auguraron una caída en las ventas de estos productos de en torno al 10%. Cabe recordar que, por ejemplo, una encuesta realizada por la revista Eroski Consumer el año pasado situó el gasto medio por niño entre 71 euros (en España) y 84 (en Euskadi).

Las dudas más habituales son cómo escoger entre los presentes educativos y videojuegos. Olentzero debe compartir esa sensación, porque pocos de esos productos se dejaron ver ayer en Vitoria. Bicicletas, triciclos y algún look a lo Monster High sí fueron más habituales. La calle fue suya.

Y hoy, día de resaca festiva, se vivirá en las tiendas el trasiego de las devoluciones. Las asociaciones de consumidores coinciden en varias claves para guiar a los usuarios en este proceso: llevar el ticket de compra, no quitar las etiquetas -salvo casos justificados- y estar atentos a los plazos en los que los comercios permiten hacer esas operaciones. De lo contrario, sólo quedará esperar a que los Reyes Magos, para aquellos contados casos en que hay doble visita de presentes, sí acierten.