VIENA. Estibaliz Carranza, hija de un mexicano y una alavesa, ha sido condenada hoy a cadena perpetua por el asesinato de su exmarido en 2008 y de un novio en 2010, a los que descuartizó y cuyos restos escondió en el sótano de la heladería que regentaba en Viena.

El veredicto fue anunciado hoy por un jurado en la Audiencia Provincial del Viena tras cuatro días de un juicio que comenzó con la acusada reconociendo la comisión de los dos crímenes.

La pena de cadena perpetúa dictada por la jueza del caso incluye el internamiento en un centro para criminales con desequilibrios mentales, ya que el peritaje sicológico consideró que, aunque es responsable de sus actos, Carranza padece de un grave transtorno de personalidad.

En sus palabras finales antes de que el jurado se retirase a deliberar, Carranza aseguró entre sollozos que lamentaba haber matado a sus víctimas.

Tras escuchar el veredicto sin mostrar emoción aparente, Carranza consultó con sus abogados y anunció la interposición de una apelación y un recurso de nulidad, según informa la agencia austríaca Apa.

La última jornada del juicio estuvo marcada hoy por el testimonio de la experta que ha realizado el peritaje sicológico de Carranza y que asegura que no hay motivos para considerar que la procesada no era responsable de sus actos.

"Siempre tuvo claro lo que era correcto y lo que no", declaró la psiquiatra Adelheid Kastner, quien descartó que los asesinatos puedan ser considerados crímenes pasionales.

Kastner sí advirtió de que la condenada padece de graves transtornos de personalidad y advirtió del riesgo de que vuelva a cometer actos violentos.

La experta explicó que en ambos casos Carranza recurrió a una estrategia de "deshacerse" de parejas que no satisficieron sus expectativas afectivas y su necesidad de reconocimiento y que la condenada no fue capaz de poner fin a esas relaciones de una manera convencional.