nuria ferragutcasas
El primer presidente afroamericano de los Estados Unidos, Barack Obama, volvió hacer historia al obtener su reelección en tiempos de grandes dificultades económicas y de gran polarización del país. Todo el mundo esperaba una larga noche electoral pero al final el estado clave de Ohio dio su veredicto y Obama pudo cantar victoria antes de la medianoche en Washington. La euforia se desbordó entre sus seguidores de Chicago, sede de la fiesta demócrata, pero también en muchos rincones del país. El mandatario reelegido agradeció el apoyo de los votantes a través de su cuenta de Twitter y agregó una foto abrazando a su mujer con el mensaje: "Cuatro años más".
"Somos una familia americana y nos levantamos y nos caemos como una nación y un único pueblo", señaló Obama a una multitud entusiasmada y añadió: "Sabemos en el fondo de nuestros corazones que para los Estados Unidos, lo mejor aún está por llegar". La victoria del mandatario demócrata tuvo un sabor más amargo que el de 2008, aunque fue más holgada de lo que los analistas y las encuestas habían previsto. En su discurso, Obama intentó recuperar el espíritu de esperanza que generó hace cuatro años, aunque también admitió la división del país.
Por ello, aseguró a todos los estadounidenses que les había escuchado: "Tanto si he tenido vuestro voto como si no, os he escuchado y me inspira más que nunca el futuro que el trabajo hecho hasta ahora". Al contrario que la mayoría de líderes europeos que perdieron las elecciones por la crisis económica, el presidente estadounidenses ha logrado la reválida gracias a su capacidad de reeditar su coalición de mujeres, latinos y jóvenes. Sin embargo, ahora se enfrenta a un crecimiento débil, un paro que sigue estancado al 7,9% y una deuda pública de más de 16 billones de dólares.
Gobierno difícil El presidente demócrata tendrá una difícil labor en los próximos cuatro años. La campaña electoral más cara y negativa de la historia de Estados Unidos y un voto popular reñido -con un 50% para Obama y un 48% por Romney- han evidenciado la gran división de los votantes entre dos partidos y dos visiones diferentes sobre el rol del gobierno. El presidente Obama tiene una vez más el reto de reconciliar el país y deberá encontrar la manera de negociar con un Congreso fragmentado si quiere conseguir sacar adelante sus políticas para mejorar una situación económica que continúa débil.
Los votantes revalidaron, también el martes, la mayoría republicana en la Cámara de Representantes y el control demócrata en el Senado. Obama deberá ponerse a trabajar enseguida. Por delante tiene una agenda económica muy poco halagüeña: evitar el denominado 'precipicio fiscal' antes de final de año. Sino los legislativos no revisan su pacto fiscal, que incluye drásticos recortes sociales y el aumento de los impuestos, la mayoría de los economistas creen que los EE.UU. podrían entrar otra vez en recesión.
El rescate de Detroit Obama consiguió un gran triunfo gracias a una estrategia de campaña que funcionó a la perfección. Su apuesta era desde el principio los estados del Medio Oeste, entre ellos, Ohio, Iowa y Michigan. Su rescate de las tres grandes automovilísticas del país -que ayudó a salvar cientos de miles de puestos de trabajo en las ciudades del norte de Ohio- era su gran baza. Su rival, en cambio, se opuso y hasta pidió la quiebra de las empresas de Detroit en un artículo en The New York Times. Esta opinión le generó muchos problemas durante la campaña y la pérdida del apoyo de una gran parte de los trabajadores blancos.
Mitt Romney tardó más de una hora en reconocer su derrota a la espera de lo que ocurría en Ohio y Florida. Desde Boston, el ex gobernador de Massachussetts dio las gracias a su familia, sus asesores y sus votantes. "La nación ha elegido otro líder y os pido que oréis por él y por este país", dijo ante unos seguidores entristecidos.
Obama no solo ganó Ohio, también lo hizo en cinco estados clave más: Virginia, Colorado, Nevada, Iowa y New Hampshire. El candidato republicano solo conseguía una victoria en Carolina del Norte. Así, Obama obtenía 303 votos electorales, 100 más que Romney.
El voto latino fue la otra gran clave del triunfo del presidente. Obama logró el apoyo del 67% de los latinos y, según los últimos sondeos, este margen se habría ampliado hasta el 73%. Gracias este abrumador apoyo, el presidente logró cómodas victorias en Colorado, Nevada y Nuevo México. Romney, en cambio, sólo habría obtenido un 21%, un porcentaje que supone una advertencia para los republicanos, ya que el electorado latino ha crecido un 26% en esta elección con 12 millones de votantes.
Algunos republicanos, como el carismático senador latino Marco Rubio, aseguraron que el partido deberá reflexionar en los próximos días y meses sobre los resultados y su débil apoyo entre este electorado. Por su parte, Obama quiere conseguir en su segundo mandato una reforma migratoria para el país. Hace un mes, en una conversación privada con periodistas, explicó que esperaba que los republicanos accedieran a negociar la nueva legislación ante su pérdida de apoyo entre la comunidad latina.
Las encuestas a pie de urna revelaban que el presidente logró un 73% del apoyo de los votantes latinos y un 94% del voto afroamericano. Así, estos datos mostraban que la sociedad americana está dividida no solo políticamente sino también racialmente.