Vitoria. A buen seguro, la mayoría de las personas habrá pensado en alguna ocasión que el de las funerarias es uno de los negocios más propicios para sortear una crisis tan dura como la actual, un refugio seguro dentro de la tempestad financiera. La muerte siempre llega, aunque nadie la desee, y todas las familias recurren en alguna ocasión a los servicios de estas empresas. No obstante, la persistencia de la coyuntura económica también ha situado a las funerarias en una época complicada. Hasta hace bien poco un cliente medio apenas escatimaba en gastos a la hora de encargar un sepelio, pero la realidad dice que cada vez se compara más y se opta por los servicios más económicos para abaratar el coste final. "Hace unos años, pedir un presupuesto parecía una excentricidad. Pero ahora es lo más normal e incluso se hace para gente que todavía no ha fallecido", asegura el gerente de la funeraria Vitoria-Gasteiz, Eduardo Chasco.
Su empresa, una de las tres del sector que operan en la capital alavesa, intenta sortear la crisis "con imaginación" y consciente de que en la actualidad la gente "escatima muchísimo", muy lejos de "la alegría que había antes para todo". Las familias recortan gastos a la hora de organizar el último adiós de un ser querido en múltiples aspectos. Comenzando por el tamaño de las esquelas que aparecen en la prensa o simplemente prescindiendo de este medio de difusión, optando por ataúdes hechos con materiales de peor calidad, comprando menos flores o acortando las estancias en el tanatorio, entre otros aspectos.
"Si hay algo con menos valor, se elige. Antes se compraban dos coronas de flores y ahora igual sólo es una, también se opta por el féretro más económico... Se están recortando muchos gastos, y un servicio que antes era equis ahora se queda en mucho menos. A partir de 2009, un año después de empezar la crisis, la gente comenzó a mirar bastante el dinero, y este año mucho más", opina Adrián Andrés, trabajador de la funeraria Virgen Blanca, sin entrar en cifras.
Chasco sí ofrece algunas pistas. "La media de un sepelio está en los 3.000 euros con IVA, aunque puedes irte a bastante más o bastante menos. Lo más básico quedaría en los 1.600 ó 1.700 pelados". En este paquete entraría lo imprescindible, el transporte del cadáver al tanatorio y su preparación, la estancia de la familia, la tramitación de los certificados de defunción y la incineración o el enterramiento. "Sin flores, sin esquelas, sin recordatorios... Incluso se podría recortar más", advierte Chasco. Muchas familias optan ya por este modelo low cost, que en otros países europeos ha comenzado a ponerse en práctica incluso con menos extras y, por tanto, un coste más económico.
Quedan ya lejos los tiempos en los que las familias, mayoritariamente, optaban por féretros elaborados con maderas nobles, como el roble, el castaño, la encina o el pino -más barato-, para enterrar a sus difuntos. "Esto ahora es prohibitivo", advierte Andrés. Sólo el 1% de las cajas que las funerarias ponen a disposición de sus clientes es de madera, según sus cálculos. "A día de hoy es invendible", certifica también Chasco.
El modelo más caro disponible en la funeraria Vitoria-Gasteiz es el féretro elaborado con roble americano, con acolchado en seda natural. 6.200 euros. "Igual vendemos uno en todo el año... Es como el partido del martes del Alavés contra el Barça", bromea el gerente.
¿Y cuál es la alternativa? Los ataúdes realizados con materiales de DM o aglomerado, sensiblemente más económicos. "Se utiliza serrín, cola, materiales prensados y después se le da un lavado de cara", explica Chasco. El más barato de los disponibles en su empresa se queda en unos exiguos 448 euros. Hay funerarias en el País Vasco, incluso, que han comenzado a ofertar féretros de cartón-piedra, una opción que todavía no ha llegado a Gasteiz. "Esta opción es bastante lamentable, la de peor calidad. Es un material un poco más duro que el embalaje de una nevera", ejemplifica Andrés.
urnas propias Otras formas de abaratar costes pasan por prescindir de las onerosas coronas de flores, que tienen un coste mínimo de 200 euros más IVA -con el transporte incluido-, para sustituirlas por los centros, que pueden encontrarse a partir de 120. "También hay gente que lleva su propia urna para depositar las cenizas. Y también está el tema de los recordatorios: tienden a desaparecer porque el tema religioso está de capa caída", asegura Chasco.
Lejos de aplicar ofertas en sus servicios, las funerarias sí dan a sus clientes muchas más facilidades a la hora de afrontar el pago de los servicios que ofrecen. "Antes solía pagarse antes de los diez días, pero ahora se ayuda con los plazos", certifica Andrés. La funeraria Vitoria-Gasteiz, por ejemplo, tiene acuerdos con distintas entidades financieras para que sus usuarios, también, puedan fraccionar el importe de las facturas.