Bilbao. En el encuentro, organizado para presentar el nuevo centro de investigación en neurociencia Achucarro Basque Center for Neurocience, Vandenbroek, que llegó a Euskadi en 2007 tras aceptar el puesto de investigador en la UPV/EHU, disertó sobre los últimos avances, así como los retos que tiene la investigación en esclerosis múltiple (EM) en nuestros días. Este biólogo molecular dirige desde 2009 el laboratorio Neurogenomiks en el Parque Tecnológico de Bizkaia, una infraestructura de investigación fundamentada en la farmacogenómica de las terapias de EM. De lo que se trata es de avanzar en el camino de una “medicina personalizada”, en la que cada fármaco y sus posibles combinaciones se adapten a la genética particular del paciente concreto.

La esclerosis múltiple es una enfermedad caprichosa y sin cura, sin embargo, ¿los nuevos tratamientos están consiguiendo ralentizar la enfermedad?

Aunque desgraciadamente los tratamientos actuales para esta dolencia, que afecta a jóvenes-adultos (entre los 20-40 años), no logran curarla, sí están consiguiendo retrasar su progresión y aliviar en algunos casos los síntomas clínicos ofreciendo a estos pacientes una mejor calidad de vida.

¿Existen factores genéticos que predisponen a padecer la EM?

Esta enfermedad tiene un importante componente genético. Hoy en día, la opinión generalizada es que la susceptibilidad de padecer esta patología depende de múltiples genes de efectos modestos, sin embargo, se producen también complejas interacciones genético-ambientales. Hasta ahora hemos encontrado por lo menos sesenta genes que pueden portar el riesgo de padecer EM.

¿Cuando hablan de biomarcadores a qué se refieren?

Los biomarcadores son moléculas que están presentes en el cuerpo y son indicadores para saber si un paciente responde bien a una terapia o no; los biomarcadores están dentro del cuerpo y nos pueden ofrecer mucha información, por ejemplo en la EM, sobre los procesos de mielinización. Si pudiéramos identificar el marcador o los marcadores que indiquen si el tratamiento va a ser eficaz o no, lo único que se necesitaría sería extraer una muestra de ADN de un enfermo al que se haya diagnosticado recientemente de EM y determinar si posee ese marcador o no. Después se podría proporcionar el fármaco a los enfermos que tienen posibilidades de responder a él, mientras que los que en principio no respondieron de forma positiva podrían ser derivados a otras terapias.

¿La medicina personalizada es el futuro para la esclerosis múltiple?

El futuro lo dirá. Ahora tenemos que recoger más información sobre cómo funcionan los medicamentos. Cada paciente es distinto. Con los datos que estamos recogiendo igual en un futuro podemos dirigirnos hacia la implementación de la medicina personalizada que es dar un medicamento a cada paciente según sus genes, sus proteínas. El principal criterio usado hasta ahora para medir la respuesta al tratamiento es el grado de acumulación de la incapacidad clínica del enfermo, que precisa tiempo para ser cuantificable. Muchos pacientes con las terapias actuales no han mejorado y han sido sometidos durante un periodo largo a un medicamento que no les aportaba beneficios. Con los biomarcadores las decisiones para establecer una terapia podrían realizarse poco tiempo después del diagnóstico, sin que tuviera que estar durante mucho tiempo con tratamientos no personalizados y con resultados poco predecibles.

¿Veremos pronto una cura en la EM?

El futuro se presenta prometedor. Esto no significa que se vayan a tener curas milagrosas, pero sí mejores estrategias de tratamiento que ofrecerán a los pacientes de EM la posibilidad de vivir una vida más independiente y feliz. Aunque asistimos a importantes descubrimientos científicos en aspectos inmunológicos, clínicos, genéticos y farmacogenómicos, no tenemos aún cura para la EM. El daño en el cerebro, en el sistema nervioso central, no es posible corregirlo, pero sí revertirlo. Creo que a corto plazo no llegará la cura de esta enfermedad.

¿La reducción drástica de los presupuestos del Estado en investigación tendrá consecuencias irreversibles a medio plazo?

Sí. Claro que sí. En nuestro grupo de la UPV/EHU estamos bastante bien, pero como investigadores tenemos miedo de todo lo que está pasando en España y también en Europa, donde muchos países están cortando los presupuestos en investigación. Estoy totalmente de acuerdo con los recortes; está bien la austeridad, pero no hay que cortar en investigación porque, además de producir conocimiento, nos puede ayudar a convertirnos en una economía del conocimiento; y puede generar muchas oportunidades económicas. Invertir en investigación es una filosofía.

¿Puede ocurrir que los jóvenes investigadores se desanimen y se vayan fuera del país?

Tampoco está mal que los jóvenes salgan fuera. Lo ideal es que estén dos o tres años en un centro puntero en el extranjero que adquieran experiencia y luego retornen con el conocimiento a su país.

¿Cree que el País Vasco ha hecho una apuesta pujante por la investigación en Biociencias?

Pienso que sí, con los BERC (Basque Excellence Research Centres) y los bioGunes. Si se compara con otras zonas de España pienso que la situación aquí está muy bien.