Bilbao. Qué complicada es la sencillez. De tanto marear la perdiz, la pobre está con suero en el centro de recuperación de animales de Gorliz, deshidratada de tantas veces que ha vomitado. Hubiera bastado un “no, gracias”. Incluso un “no” sin las gracias. Ha sido un “no, por problemas de agenda”. Sobre la campana. Al límite. No, y no. Los 310.000 lectores y oyentes del Grupo Noticias se quedarán sin saber cómo ve López la jugada, tanto la pasada como la futura, en una entrevista que estaba prevista para hoy. Una pena. Sobre todo para los lectores. Es su decisión y hay que respetarla. El candidato Patxi López tiene todo el derecho del mundo a negar una entrevista a este grupo y no dar una explicación, o dar una más falsa que los billetes del Monopoly.

Al fin y al cabo, él no es nada, no es más que nadie, no está obligado a nada, es simplemente un señor que opta a un cargo público. El cargo de más rango de este país, pero aspirante sin más. Iñigo, Antonio, Laura, Raquel, Mikel, Gorka o Patxi no están obligados a nada con nadie. En cambio, por talante, cortesía, educación, intereses..., por lo que se sea, todos han aceptado la propuesta de este grupo y han respondido a las preguntas de sus periodistas; algo que, sobre todo, enriquece a los ciudadanos. Patxi, no. Y no.

Nada que objetar, pues, a la negativa del candidato López. Su no da para esto, no da para más, pero ya metidos en el charco, vamos a chapotear a gusto. Este no no sorprende a nadie. No. Es la reiteración de otros noes acumulados a lo largo de estos tres años largos. Pero hay noes y noes. Unos respetables y otros, totalmente irrespetuosos e impropios. Como los que el lehendakari López y la mayoría de consejeros de su Gobierno han dispensado de forma indirecta a las miles de personas que, libremente, eligen los distintos medios del Grupo Noticias para informarse o deformarse, que esto es libre y cada uno sabe lo que compra en el kiosco -la verdadera sede de la pluralidad- u oye en la radio. Miles de lectores y oyentes que también pagan sus impuestos -muy importante-, que también contribuyen a sufragar a sus dirigentes, a sus instituciones, que tienen los mismos derechos que el resto, y con quienes López lehendakari y compañía han desatendido fuleramente sus obligaciones como gobernantes de todos.

del dicho al hecho El tercer cajón de la mesa guarda el discurso de investidura del portugalujo, pronunciado con solemnidad en el Parlamento Vasco el 5 de mayo de 2009. Lo que sigue son extractos del texto: “…no voy a gobernar para una parte, sino que voy a gobernar para el conjunto del país”. “Mi Gobierno va a trabajar por una Euskadi de todos, hecha por todos. Un país de ciudadanos y ciudadanas libres e iguales en derechos y obligaciones. Un país que no clasifique a las personas por su procedencia, por sus apellidos, por la lengua que hablan, el partido en que militan o la iglesia a la que acudan”. “Desde hoy les aseguro que a mi Gobierno le gusta la pluralidad, la libertad de elección, la heterogeneidad y que renuncia a proponer desde las instituciones políticas un modelo oficial de qué ser y cómo ser”. “En Euskadi conviven diferentes formas de entender la cultura, la identidad. Y en nuestra sociedad tiene esto mucha más importancia que en otras. Somos así los vascos. Mi gobierno no impedirá a nadie ser como quiera ser o tener la identidad que prefiera tener. No pedirá a nadie que cambie de parecer y no denostará al que no comparta nuestra posición. Lo que debemos ser capaces de hacer es mirar al otro e intentar entender sus razones. Aceptar su derecho a no ser como nosotros. Y después buscar la forma, (la forma legal también), para que el otro y yo podamos convivir sin renunciar cada uno a su elección. Esa es la política que mi gobierno va a fomentar”.

Estas eran sus palabras. Estas son sus acciones, o un ejemplo: boicot informativo y publicitario reiterado a los medios del Grupo Noticias, una condena en firme de la justicia a Metro Bilbao, entidad que también controlan los socialistas, por excluir sistemáticamente a Deia de las partidas públicas para publicidad, otra condena del TSJPV al Ejecutivo de López por “vulnerar la libertad ideológica” de una trabajadora a la que despidieron, o la última, o penúltima, quién sabe: la adjudicación de licencias de radio que los socialistas cocinan deprisa y corriendo y que puede dejar fuera del dial a emisoras que llevan décadas emitiendo, invirtiendo dinero, dando trabajo, y dentro del mismo a empresas creadas días antes del inicio del concurso y que, curiosamente, no tienen ni un simple micrófono para emitir.

Cuando alguien es candidato, puede hacer lo que quiera. Cuando alguien es lehendakari, y representa a todo el pueblo (también a quienes le critican día sí y día también, quienes han cometido excesos, quienes se han equivocado -mentir es otra cosa-), no puede ni debe hacer lo que quiera. Un lehendakari hace lo que debe. Es un servidor público, de todos, el primero del país, el que más ejemplo debía haber dado.

Entre las muchas tiras de Olafo que merecen ser guardadas destaca una que describe el hundimiento del barco del vikingo barrigudo.

-Tenemos un grave problema, muchachos.

-En casos como este tenemos que mirar el lado positivo…

-¡¿Y cuál es el lado positivo de esto?!

-Que ya no tenemos que remar más.

Este desprecio tiene su lado positivo. El sucesor ya sabe lo que no debería hacer: lo que ha hecho López, el ¿lehendakari? De todos, no. Y no.