A Coruña. Resultan tan mastodónticas las dimensiones y tal el calado de las cifras del juicio de la gigantesca catástrofe originada por el hundimiento del Prestige, tantos los folios del sumario, tantos los perjuicios medioambientales, tantas las secuelas en la salud, tanto el dinero en juego en indemnizaciones, tantos los jueces por los que pasó la instrucción, tantos los abogados y los procuradores, tantos los peritos, tantas las partes que se personarán, que la Audiencia Provincial de A Coruña no podía dar cabida al proceso, para muchos el "juicio del siglo".

Así que la acción judicial, dado el alcance e impacto del caso se trasladará a Expocoruña, -el recinto ferial de la ciudad ha sido acondicionado para la ocasión (el proceso costará 1.400.000 euros)-, durante los meses que dure el proceso, donde esta mañana arrancara un proceso que entre hoy y el 25 de octubre abrirá el plazo para la proposición de nuevas pruebas y cuestiones previas. La reanudación del juicio está fijada para el 13 de noviembre, día en el que el Prestige lanzó su señal de socorro, y se extenderá hasta junio si no existen derivas en su rumbo o recesos que retrasen el juicio. La sentencia se espera para septiembre de 2013.

Paradójicamente, en este monstruoso periplo, tasada la subasta judicial por la Fiscalía en 4.121 millones de euros de indemnización para las Administraciones, entidades y particulares de los Estados español y francés, hubiera bastado con la Audiencia Provincial de A Coruña para sentar a los únicos cuatro imputados por la sala, en la que sobrará una silla puesto que a uno de los acusados, Irineo Maloto, segundo de a bordo del Prestige, no hay quien lo localice. Se le perdió el rastro en Filipinas. En el banquillo se sentarán Apostolos Mangouras, el capitán del Prestige, Argyropoulos Nikolaos, el jefe de máquinas del buque, y José Luis López Sors, entonces director de la Marina Mercante, el único alto cargo de la Administración señalado por los jueces en un proceso que se espera de los más intrincado y complejo según apuntan fuentes conocedoras de la instrucción.

"Veremos qué sale de todo eso, pero aquí hay demasiados intereses y dinero en juego". Todo eso es un maremágnum con diversas y muy distintas ramificaciones, donde el Estado español aparece como perjudicado y encausado al mismo tiempo, que deberá resolverse durante los próximos meses. Un juicio este, que después de nueve años de instrucción, tratará de arrojar luz sobre uno de los episodios más negros que se recuerdan y que alcanzó tantos frentes como kilómetros de costa pringó el galipote que escupieron las bodegas rajadas del Prestige, hundido el 19 de noviembre de 2002, y que ennegreció con virulencia el litoral desde Portugal hasta Francia.

El juicio

Los imputados

Apóstolos Mangouras, capitán del Prestige. El marino griego es el principal imputado por el desastre causado por el petrolero como máximo responsable del buque. Está acusado por daños contra el medio ambiente y espacios naturales protegidos, daños y desobediencia. Pasó 83 días en cárcel antes de obtener la fianza. A su 77 años se enfrenta a una petición por parte de la Fiscalía de 12 años de prisión. Además se le reclama una multa de 43.200 euros y una indemnización por daños de 2.233, 76 millones de euros que debería hacer frente la aseguradora del barco.

Argyropoulos Nikolaos, el jefe de máquinas del Prestige. Se le acusa por los cargos de delito contra los recursos naturales y el medio ambiente así como por desobediencia y daños. Por su parte Irineo Maloto, segundo de a bordo del navío, comparte las mismas peticiones por parte de la Fiscalía que el jefe de máquinas, con la salvedad de que se encuentra en paradero desconocido y no estará en la vista oral.

José Luis López-Sors, director de la Marina Mercante. Es el único representante de la Administración toda vez que la imputación no alcanza a Álvarez Cascos, por aquel momento ministro de Fomento y que comparecerá como testigo. López-Sors está encausado en el juicio por las querellas interpuestas desde la plataforma Nunca Máis y por IU. La petición es de cinco años de cárcel por delitos contra el medio ambiente y daños.

Los daños

El litigio económico

Se ha establecido desde la Fiscalía en más de 4.200 millones de euros el dinero que se reclamará en el juicio "por los daños de la tragedia" entre algunas de las partes en litigio. La cuestión económica asoma como la fuente de calor principal del proceso, como su foco. La Administración ya litigó contra ABS, la clasificadora estadounidense del barco que dio luz verde a su navegación, sin éxito alguno puesto que fue absuelta. En el pleito, el Estado se dejó 30 millones en los honorarios del bufete contratado para defender sus intereses, desoídos por la justicia de EE.UU..

A pesar del varapalo sufrido, la Administración española, que tuvo que hacer frente a cuantiosas indemnizaciones para paliar parte del desastre originado, pretende recuperar el dinero invertido a tales efectos y exigirá el pago de aquellas facturas al entramado que camuflaba al Prestige, un petrolero obsoleto, que navegaba con bandera de las Bahamas, dueño liberiano (Mare Shipping), armador griego (Universe Maritime), mutua británica (The London Steamship Owners), certificado estadounidense (ABS) y fletado por una sociedad suiza (Crown Ressources). Ahí es cuando aparece de fondo el FIDAC (el Fondo Internacional para la Contaminación por Hidrocarburos), un ente creado para la indemnización por estas causa y que no parece dispuesto a poner tanto dinero en la caja como el que le reclama la Administración española. El FIDAC pretende rebajar esa cuantía basándose en que el gasto del Gobierno no debió ser tan elevado.

El hundimiento del buque pintó de chapapote 1.600 kilómetros de costa: desde la desembocadura del Miño entre Galicia y Portugal hasta el litoral atlántico francés. Por lo que desde el Estado francés, entre otros, se reclama al Gobierno español por los gastos derivados por los daños causados en sus costas y por la limpieza de las mismas. Dada la magnitud de la tragedia, el Estado, señalado en la figura de López-Sors, también puede ser declarado responsable civil subsidiario en la causa si se deriva su responsabilidad en la catástrofe debido a las decisiones tomadas en la gestión de la crisis. "Tal como están las finanzas del Estado no creo que esté para pagar a nadie", dice con resignación un letrado del proceso.

La catástrofe

El frente medioambiental

"¿Cuánto vale el arte que se expone Museo del Prado? Esto más o menos es lo mismo. No tiene precio. El problema es que se está cuantificando el caso por parámetros económicos y no medioambientales", destaca Manuel Meiriño, abogado que defiende a la asociación ecologista Arco Iris, presente en el juicio. La huella que dejó la hecatombe del Prestige en el ecosistema es difícilmente cuantificable de manera exacta, incluso aproximada. Aunque el chapapote fue combatido con saña en la superficie por un ejército de voluntarios y se arrancó con altas dosis de éxito, se desconoce cuál fue el alcance real del vertido a efectos medioambientales, no tanto en lo paisajístico como en el fondo del mar y su incidencia sobre las especies marinas. En el centro oceanográfico de A Coruña, dependiente del Instituto Español de Oceanografía, no ofrecen ningún dato al respecto y remiten a la matriz, a Madrid, cuando suena la palabra Prestige.

Fuera del circuito oficial, en un informe de Ecologistas en Acción se recoge que los perjuicios de la marea negra aún estaban presentes en 2007. Algunas voces indican que aquella contaminación ha dejado su impronta en la cadena alimenticia. Lo que ocurre en el fondo del mar aún es misterio. Curiosamente, los pescadores advierten de que Muxía, una de las zonas más castigadas por el vertido, ofreció su mejor cuota de capturas pesqueras un año después de la catástrofe. "La mar, al menos en cuanto a capturas se recuperó por dos cuestiones: la primera porque aquí, con tanto oleaje, la mar es como una lavadora, y la segunda porque debido a la suspensión de las capturas durante aquellos meses, la mar descanso y los peces se recuperaron y se pescó más que nunca", exponía a DNA un pescador del pueblo. Más allá del Prestige, el problema, señalan, también está directamente vinculado con las artes de pesca que se emplean en las costas gallegas, que algunos consideran cada vez más esquilmadas. "La pesca de arrastre es peor que el Prestige porque arrasa con todo. En gran medida las capturas han bajado mucho por ese motivo, por la pesca intensiva", explicaron las mismas fuentes a este periódico. Las distintas opiniones ecologistas refuerzan esas palabras.

Las consecuencias

Los efectos sobre la salud

Al igual que sucede con el deterioro ocurrido en el ecosistema a consecuencia de la marea negra, en la vista oral también estará presente el impacto que tuvo el vertido sobre la salud de las personas que fueron parte del batallón de limpieza del chapapote. Los estudios e investigaciones científicas realizadas después del accidente reflejan que el vertido causó problemas de diversa índole en el organismo de las personas que tuvieron contacto con el chapapote. Sobre todos entre aquellos que se arremangaron en las primeras horas y sin apenas protección. Ha sido demostrado que debido a la inhalación de los componentes del fueloil, 16 de ellos cancerígenos, han provocado alteraciones en el ADN, en el material genético, de las personas que durante más tiempo estuvieron expuestas al contacto con el galipote. Se desconoce sí por este motivo, entre las personas afectadas, se puede desarrollar cáncer como secuela de aquel combate contra el "combustible del infierno".

Además de las alteraciones genéticas, los diversos estudios revelan que el chapapote también dejó un rastro a modo de problemas respiratorios, nauseas, dolores de cabeza etc… debido a la inhalación de los agentes tóxicos que contenía el chapapote. Probado el efecto nocivo del chapapote a corto plazo, está por ver si los síntomas se prolongan con el tiempo, aunque cinco años después de la catástrofe su raíz era todavía visible. El Plan Sanitario realizado por la sanidad gallega concluyó que más de la mitad de los motivos de consulta fueron consecuencia de la inhalación de los COV (Compuestos Orgánicos Volátiles) presentes en el fueloil. A casusa del chapapote, entre las personas que más tiempo estuvieron luchando contra la masa viscosa, aparecieron síntomas como la irritación faríngea, dificultad respiratoria, dolor de cabeza, nauseas o vómitos, deterioro del nivel de conciencia, pérdida de apetito y trastornos del sueño. También se detectó estrés provocado por el Prestige, en el banquillo una década después.