esa noticia es, directamente, falsa". Con esa contundente expresión en la red social Twitter descalificaba EH Bildu la información publicada el pasado domingo por este diario, en relación con una supuesta propuesta electoral de la coalición contenida en un documento interno. Entre otras, se refería DEIA a expresiones tales como: "La lengua propia que ha de ser normalizada, idioma oficial y prioritario, cuyo conocimiento debe ser obligatorio", sobre el estatus de la lengua vaca, o "por ello -afirma- no habrá emisiones de televisión y radio en castellano", en relación con la radio-televisión pública vasca.
Una vez se produjo el desmentido por parte de la cuenta oficial de EH Bildu, abundaron los tuits (mensajes breves), procedentes principalmente de cuentas afines a la izquierda abertzale, en los que se descalificaba la información y también -como no podía ser menos- al medio. Quizás la idea más reiterada fue que se trataba de una noticia inventada por el periódico. Desde el desconocimiento de los entresijos del periodismo me resulta imposible discernir si, en efecto, se trataba de una invención o era una información en lo esencial veraz. Pero lo curioso es que, inventada o no, la propuesta contenida en la información es perfectamente coherente con las que ha venido haciendo desde hace años la izquierda abertzale en materia de política lingüística.
No obstante lo anterior, este asunto no hubiera merecido mayor atención de no haber sido porque los tuits a los que me he referido hasta aquí eran los que estaban redactados en castellano. Además de esos, también circularon mensajes en lengua vasca. Y es que los redactados en vasco a los que tuve acceso decían cosas algo diferentes. Criticaban de forma bastante ácida la información y el editorial del diario. Pero la crítica no estaba motivada por la (supuesta o real) falsedad de la información. De hecho, no parecía ponerse en cuestión su veracidad, sino que se acusaba al periódico, más bien, de que la información (junto con el editorial) eran la prueba evidente del escaso aprecio del medio por "nuestra" lengua.
En resumen: los tuits en español negaban la veracidad de una información que daba cuenta de algo presumiblemente no deseable para quienes solo hablan esa lengua. Pero los tuits en vasco, lejos de negar su veracidad, daban por buena la información, pero descalificaban el tratamiento que le daba el medio, precisamente porque ese tratamiento era crítico con el contenido de la misma. La impostura resultaba, así, suprema.
Es el contexto electoral el que provoca estas extrañas y, en el fondo, del todo irrelevantes contradicciones. Porque la cuestión no es si EH Bildu propone esto o aquello; la cuestión es qué haría realmente en caso de que gobernase. Pero esa pregunta, me temo, también tiene una respuesta trivial: no haría nada. Como suena, en realidad, sobre todo en cuestiones de carácter simbólico identitario, sometidas a regulación jurídica compleja y con origen en instancias diversas, no haría nada, nada en especial, nada que no hayan hecho otros antes. Y si para muestra vale un botón, valórese en que se diferencia su actuación, allí donde gobierna, de la de sus antecesores en el espinoso asunto de las banderas.