VITORIA. Los enfermos de VIH de Euskadi viven en una tensa calma ante los anuncios del Gobierno de Rajoy de suprimir la asistencia sanitaria a los pacientes inmigrantes en situación irregular. Aunque la medida entrará en vigor en el Estado el próximo 1 de septiembre, en principio y según comentó el propio lehendakari López a los representantes de las Asociaciones antisida que trabajan en nuestro entorno la norma no se aplicará en Euskadi. Pero los afectados no las tienen todas consigo. "Argumentan que harán lo que les diga el Tribunal Constitucional. El Gobierno Vasco se lava las manos como Pilatos y aplicará los recortes si así se lo indican", apuntan inquietos en la Asociación antisida T-4.
La preocupación de las organizaciones que trabajan con estos colectivos no es baladí. En 2011 se produjeron 174 nuevos contagios de VIH en Euskadi. De ellos, el 35,6% -61 personas- eran inmigrantes. "Sobre todo, latinoamericanos y personas del África subsahariana. No todas precisan tratamiento con antirretrovirales, pero sí un seguimiento de la enfermedad", explica a DNA, Marco Imbert, militante de T-4.
El miedo de las asociaciones reside en la incertidumbre actual sobre las condiciones en las que quedaría en la CAV el copago generalizado de los fármacos y si el ejecutivo de López acatará literalmente lo que le digan en Madrid. "El Ministerio no ha querido mojarse por escrito en ningún documento; son todos muy ambiguos. No sabemos si quedarán fuera del repago los pacientes con cáncer, los que deben de tomar quimioterapia, los enfermos de sida", añade.
Desde T-4 aseguran que las terapias a los pacientes con VIH son en sí mismas un mecanismo de prevención contra la infección. "Se ha comprobado que cuanto antes se trata a una persona infectada por el virus, la reducción de la transmisión será mayor y el ahorro económico, sin contar el daño humano, también será infinitamente mayor", recalca.
en tratamiento A juicio de los activistas antisida, si al colectivo de población inmigrante y autóctona que en estos momentos recibe antirretrovirales -en Euskadi hay más de 2.600 personas portadoras del VIH, las que 1.500 precisan tratamiento- se les corta el suministro, la infección se expandirá. "El problema del recorte en las prestaciones sanitarias en el campo del sida no sólo será para los pacientes extranjeros, sino también para los autóctonos. Aquí entran los que no coticen a la seguridad social, los parados de larga duración, los jóvenes.... La terapia mensual de un portador del virus cuesta unos mil euros. ¡Imagínate un copago sobre esta cantidad para una población en situación irregular y con unos salarios de 500 o 700 euros! Muchos no podrán mantener el tratamiento y se verán obligados a abandonarlo", reflexiona con inquietud.
Las organizaciones antisida de Euskadi lo tienen claro. Lo que se invierte en tratamientos y prevención significa a la larga un ahorro. De hecho, en la Comunidad Vasca, que destinó el pasado año unos 37 millones de euros en antirretrovirales, los contagios se redujeron notablemente. En 2009 se produjeron 207 nuevas infecciones, mientras que en 2001, se logró rebajar la cifra a 174 casos. Esto se ha debido a las iniciativas pioneras que se han llevado a cabo, entre ellas la puesta en marcha de los test de sida en las farmacias vascas. La capacidad y probabilidad de transmisión del virus a otra persona se reduce entre un 93-95% si la persona está en tratamiento. "El problema radica en esa población que no accede a la prueba para saber si se ha infectado del virus por lo que decide no utilizar preservativo al considerar que el problema no es suyo; no son conscientes de que están extendiendo la enfermedad manteniendo relaciones sexuales de alto riesgo", subraya Imbert.
Está comprobado que el hecho de conocer que se está infectado por el VIH genera un mecanismo de cambio positivo de conductas. "Si no logramos esta nueva elección de conciencia habrá un repunte de nuevos casos de sida".