San Juan. El pasado 30 de junio la ONU aprobaba por trigésima vez, la autodeterminación y derecho a la independencia de Puerto Rico. La novedad es que esta vez lo hace a tan solo cinco meses de que el referéndum se produzca. No obstante, la votación nace con grandes carencias desde el punto de vista del ejercicio de ese derecho, reiterado hasta la saciedad por el Comité de Descolonización de Naciones Unidas. Se hace auspiciado por la potencia colonial (EEUU), no tiene carácter vinculante y se arrebata el voto a la importante diáspora puertorriqueña. A los puertorriqueños, la autodeterminación, se les presenta dividida en dos votaciones y al 'si o no' final se le une una tercera opción. Pero, como deben pensar en el Partido Independentista Puertorriqueño, 'un referéndum es un referéndum' y no se está en condiciones de dejar pasar los trenes.
La cita será el próximo 6 de noviembre, coincidiendo con las elecciones presidenciales en EEUU En Puerto Rico, la opción históricamente mayoritaria ha sido la que apoya su actual estatus de Estado Libre Asociado (ELA), pero en esta ocasión no parece estar tan claro. La grave depresión económica que sufre la isla -que ha provocado una emigración masiva de puertorriqueños- junto con el aumento de la inseguridad ciudadana y el clima de protestas, cargan a este referéndum de una mayor incertidumbre.
Según datos económicos de 2010, publicados por The Economist Puerto Rico se situaba como penúltimo país de toda América y el Caribe, sólo por delante de la desolada Haiti. Su renta per cápita se situaba en 14.905 dólares, menos de la mitad del estado más pobre de EEUU, Mississippi. Cinco años seguidos de recesión, con el paro más alto de EEUU y un escenario de gran depresión económica, los puertorriqueños han optado por emigrar de la isla, provocando un importante descenso de población. Y ahí surge un nuevo problema.
El problema del censo En la isla viven, en este momento, cerca de cuatro millones de personas, mientras que la diáspora supera los cuatro millones y medio dándose, por primera vez en la historia, la circunstancia de que nacen más niños puertorriqueños fuera que dentro de la isla. Este importante número de exiliados económicos puertorriqueños exige su derecho al voto, algo que Estados Unidos no está dispuesto a aceptar. En Washington tiene su sede la organización Puertorriqueños Unidos en Acción (PUA) que reclama el derecho a votar de la diáspora y que incluso llegó a intervenir ante el Comité de Descolonización de la ONU reclamando su derecho al voto.
Planteamiento independentista Pero el hecho más trascendente de este referéndum es la postura del Partido Independentista de Puertorrico que, en un principio se mostró contrario a esta consulta y que ahora ha variado sustancialmente sus planteamientos.
Rubén Berríos, presidente de los independentistas puertorriqueños, señalaba no hace mucho, en su rechazo a la votación, que "el derecho inalienable a decidir cómo, cuándo y de que manera habrá de ejercitar el derecho a la libre determinación corresponde únicamente al pueblo de Puerto Rico" y que lo único que debe decidir EEUU es poner fin al colonialismo y "no convocarles desde Washington a un referéndum bajo premisas anexionistas". El referéndum propuesto se celebrará en dos partes. La primera preguntará si se acepta el estatus actual o se quiere cambiar. En caso de que gane el cambio, los puertorriqueños deberán decidir por la estadidad (anexión a EEUU), la independencia o un ELA soberano.
Ahora Berríos considera la votación como "un evento de fundamental importancia" y llama a votar "no" en la primera consulta y optar por la independencia en la segunda. El presidente del PIP señala ahora que "para los independentistas el plebiscito constituye una gran oportunidad".
Referéndums anteriores Esta no va a ser la primera vez que los puertorriqueños votan sobre su futuro. El 23 de julio de 1967 se realizó la primera consulta a la ciudadanía, en la que el ELA salió vencedor con el 60,4% de los votos a favor, un 39% por la estadidad y un 0,4% a favor de la independencia.
La segunda se celebró el 14 de noviembre de 1993. En aquella ocasión volvió a triunfar el ELA, con el 48,6% de los votos, pero los partidarios de la estadidad crecieron hasta llegar al 46,3% mientras que los independentistas alcanzaban el 4,4% de los sufragios.
Por último, el 13 de diciembre de 1998 triunfó el mantenimiento del actual estatus con el 50,3% de los votos de los puertorriqueños.